Prefacio

714 Words
Un mes antes HENRY —Quiero un nieto antes de morirme —demanda mi abuelo. —¿Un nieto? —repito confundido —No tengo una esposa todavía, y tú ya tienes un nieto. —En estos tiempos ya nadie se casa para tener un hijo —agrega con desdén. —No sabía que fueras un abuelo moderno —digo bromeado. Él me echa una mirada disgustada. —Y no lo soy, todavía conservo valores y tradiciones, como el matrimonio y tener una familia después de él. —¿Y entonces por quieres que tenga un hijo fuera del matrimonio? Es muy pronto para algo así, Kendra no está lista, ella quiere esperar y después del matrimonio nos tomaremos un tiempo para nosotros dos. Hace un chasquido con la lengua y lanza un ademán. —¿Cuál pronto? Yo diría que ya estás en la edad correcta y si no lo haces ahora se te pasará el tren, esa mujer te está haciendo perder el tiempo, deberías de dejarla y buscarte a otra. —toma asiento detrás de su escritorio y me observa desde ahí —Yo a tú edad ya tenía siete hijos, y antes de los cuarenta ya estaba esperando a mi primer nieto. No sé de donde se le ocurren tantos disparates. Sé que no le agrada Kendra, pero él debe de entender que es la mujer que he elegido para formar una vida con ella. —Esos eran otros tiempos, Abuelo. Ahora la gente no tiene tantos hijos y menos en un lapso corto. —Que tiene que ver en qué siglo estamos, uno al menos debe tener un hijo y un nieto, y a mí nomás me falta mi nieto. —Abuelo, ya tienes un nieto y soy yo. —Tu no cuentas —protesta, levanto las cejas con expresión de asombro —A ti te crie como un hijo —aclara. —Necesito un nieto ahora, y tú eres el único que me lo puede dar. — ¿Y Colín?, él también es tu nieto y también te puede dar un bisnieto —le recuerdo a mi primo. —A ese inútil no lo quiero —hace otro ademán sacudiendo su mano hacia atrás. —Él y su padre son una vergüenza, ese muchacho no debería de llevar mi nombre. Además, no te puedes comparar con él, tú eres muy diferente. Sigo sin entender porque lo desprecia tanto. No lo odia, no creo que lo haga, sin embargo, no soporta tenerlo cerca. Rara vez lo nombra delante de otras personas, como si se avergonzara de su segundo nieto varón. —Afortunadamente solo tuve un heredero, tu padre —de nuevo habla. Suspira y su gesto serio cambia a uno nostálgico. Sé que lo que viene le va a dolor, todavía le pasa con solo recordar un poco, a pesar de que ya pasaron muchos años, todavía le afecta recordarlo y lo entiendo pues a mí también me sucede lo mismo. Yo perdí a mi padre. —Así cómo la vida me dio un único hijo varón, también me lo quito antes de tiempo —su voz se rompe, es claro que el dolor sigue ahí. —Pero no estás solo abuelo, nos tienes a nosotros —no encuentro las palabras correctas para decírselas, nunca lo consigo, ni yo mismo las tengo para mí. Perdí a mis padres cuando era demasiado joven, fue en la edad que más necesite una figura masculina y una madre que me diera cariño. George, mi abuelo se hizo cargo de mí, me crío y vio por mí durante el resto de mi niñez y toda mi adolescencia, hasta que me convertí en un adulto responsable. Aún después de veinte años, sigue intentando manejar mi vida. No de una forma controladora, sino de una manera protectora. Él aún no entiende que yo ya soy un adulto y que no necesito que cuiden de mí, a diferencia de él, que pide atención y cariño inconscientemente, por eso quiere ese dichoso nieto. Pero no puedo darle lo que quiere, no ahora, será en unos años más. Por ahora estoy en la etapa más feliz de mi vida, me casare con la mujer que amo, la siguiente semana. Y esa dicha nadie me la va a rebatar.
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