Lobo Diablo

SACRIFICIO

—¿Te gusto lo que viste?.— Parecía asustada, lo que no deslucia su belleza, incluso el intrinsico olor a miedo lo exitaba en ella, le daba un tono más herbal a su aroma. Eso enloquecía a su lobo Devil.

Le había entregado un espectáculo memorable a la monjita, desde la lejanía sintió su excitación, su olor se volvió más afrodisíaco, lo indujo a follar con más urgencia a la loba que le ofrecía placer en esos instantes.

—Señor Lexter.—Apenas escucho lo que dijo.

—Solo debes decir la verdad, la cual creo que es un sí.

—No me avergüences, sabe que esas cosas son extrañas para mí, me disculpa me iré acostar.—La agarro del brazo, su piel se sentía extremadamente fresca.

—Mejor de hay sera nuestro encuentro Angélica, no te arrepentirás. ¡Te lo juro!.—Despues de decir eso la libero, está huyo como una pequeña rata asustada, se encerró en la habitación.

Era su luna, la deseaba como a nada, más sentía que una parte de ella no le pertenecía, como si su vínculo estuviera dividido. Era todo un misterio para el. Se quedó casi media hora parado frente a su puerta, con la necesidad de seguir percibiendo su aroma envolvente por más tiempo, hasta resignarse y volver a su habitación.

Apenas empezaba amanecer cuando sintió la conexión de su beta, más lo ignoro...se había trasnochado por culpa de la monja, aprovecharía para dormir más tiempo.

—¡Toc, toc, toc...!.—Un estridente llamado a la puerta estremeció las paredes de su aposento, sentía la presencia nuevamente de Elioth.

Fue seguido abrirle, noto su estado sofocado y aparte perturbado.

—Alpha, ¿por qué no responde a mi conexión?.

— ¿Qué puede ser tan importante para que te encuentres en ese estado?.—Este se mantuvo en silencio, eso a su vez lo preocupo más. Cuando por fin logro volver hablar no fueron noticias agradables.

—Necesito que vayas conmigo al consultorio, el doctor que atiende a Sharon desea decirte algo.

Esperó lo peor, se vistió con rapidez, en menos de 10 minutos ya estaba atravesando la puerta del consultorio, esperaba que sus presentimientos no se cumplieran, si Sharon moría podría desatar una guerra sangrienta con su hermano, aunque no le tenía miedo, le gustaba mantener la paz por el bien de su manada, ya una guerra sin sentido le había arrebatado a su madre.

Se espero para hablar con el doctor, entro a la habitación donde estaba la loba, yacía despierta, incluso tenía mejor semblante, respiro profundo.

Está lo miro con amor, uno que no se sentía en condicion natural de sentir por ella.

—Lexter mi amor.—Escucho, aunque cierta queja dolorosa en su voz.

Le dió la espalda, se fue directo al consultorio, abrió la puerta sin tocar, total todo le pertenecia en ese jodido lugar.

—Alpha, me alegro de que haya respondido a mi llamado tan rápido, por favor siéntese.

—Espero que sea breve doctor, no dormí casi nada en toda la noche.—Este asintió, sabía que solía ponerse de muy mal humor cuando su sueño era interrumpido.

—Es algo delicado con relación a su loba.—Miro a Elioth el cual permanecía recostado en silencio, en una esquina del consultorio.

—No entiendo, la acabo de ver y está en perfecto estado de salud. Creo incluso que pudiera darle de alta hoy mismo.

—Por eso dije en relación a ella, está estable, quise llamarlo para informarle sobre su perdida, estaba embarazada de mellizos, anoche empezó a tener un sangrado inusual, nos dimos cuenta y pudimos salvar uno.

—¿Eso es posible?.—No entendía nada de lo que decía.

—Si señor, Sharon apenas tiene unas 12 semanas, espero que comprenda su delicado estado y cuando esté de vuelta en la manada evite que tenga sobresaltos. Los golpes que recibió fueron los causantes de esta perdida.—Le dió una mirada extraña, como si pensara que había sido el quien la habia golpeado.

—Se lo que está pensando, espero que saque eso de su mente a menos que no quiera que le saque las vísceras.—Lo vió retroceder, sabía que no solía tener compasión.

— Perdón mi Alpha, no he dicho nada fuera de lugar.

—Pero lo pensaste.—hubo un silencio confuso, después de ese evento y con la condición de Sharon debía tomar decisiones drásticas con relación Angélica.—¿Cuándo podré llevármela?.

—Mañana, la tendré bajo supervisión por 24 horas, por motivos de precaución.

—Excelente, vendré mañana por ella.— Salió del consultorio.

paso nuevamente por la habitación de la loba, olfateo su vientre. Olía a el, cada lobo tenía su esencia en particular, ese pequeño cachorro cuyo corazón aún latía lleva su sangre sin dudas.

—Lexter, lo siento...no sabía que estaba embarazada, de haberlo sospechado hubiera evitado a esa monja extraña.—Ya era tarde, las consecuencias había sido devastadoras, nunca se había planteado tener hijos, menos con Sharon pero tampoco se habia protegido...la idea de encontrar su luna era tan distante, que se resigno a cogerse cada loba soltera de su manada, en ocasiones solia tener descuidos, ese embarazo era fruto de uno.

Ahora estaba en un dilema, rechazar Angélica o darle la espalda a su sangre, eso último jamás lo haría, debía cuidar de su cachorro. Incluso la presencia de la monja dentro de la manada podría alterar a Sharon.

—Mañana vendré por ti, para llevarte a mi casa, te daré el lugar que te corresponde.—Vio cierta felicidad en sus ojos, el no sentía eso pero igual la vida se trataba de sacrificios.

—Gracias mi Alpha, te prometo que cuidare muy bien de nuestro hijo.—Asintio luego de darle un beso en la frente y marcharse.

Ahora le tocaba hacer la parte más difícil y para eso, debía dejar ir Angélica.

—Alpha lo noto algo extraño, si desea algo de mi, alguna decisión que desea que ejecute por usted, lo puedo hacer.

—No, nadie le hará nada a la monja, solo necesito esta noche para dejarla marchar, tu debes entenderme, es mí luna.

Le dió la espalda ahora necesitaba estar a solas, más la imagen de esa mujer lo perseguía, cuando entro a la casa, ignoro todo a su pasó, apenas se detuvo para mirarla a los ojos mientras la veía desayunar.

Volvió a ponerse en marcha debía quitarle su atención, gracias a su conexión sabía que jamás su corazón dejaría de revolcarse en el fuego por ella, igual estaba decidido a renunciar, no había marcha atrás.