Capítulo 30

2363 Words
Orión Llegué a la ubicación que el número desconocido me había dado. Al entrar en el bosque, olí la sangre, y mi cuerpo se tensó de inmediato. La sensación de ese olor metálico y rancio se apoderó de mis sentidos, como una advertencia de que algo terrible había ocurrido. Mis fosas nasales se llenaron con el olor de la sangre derramada, y mi piel se erizó en respuesta. "No, no puede ser de ella", ladró Ciro, también percibiendo la inquietante fragancia. Su voz era un eco de mi propia preocupación. Cuando encontré las tiendas de acampar, vi dos cuerpos tendidos en el suelo, y mi corazón se apretó en el pecho. Me acerqué lentamente, sintiendo la gravedad de la situación. Uno de los hombres estaba lleno de cortes superficiales, que habían dejado rastros de sangre en su piel. Los cortes no eran profundos, pero la cantidad de sangre perdida era evidente. La vista me hizo estremecer, y mis músculos se tensaron aún más. Del otro lado de las tiendas, había un cuerpo sin cabeza. La visión de esa horripilante escena provocó que mi estómago se revolviera, y tuve que hacer un esfuerzo por contener el impulso de vomitar. Era una escena macabra que me hizo temer lo peor para las chicas y su familia. "¿Qué diablos ocurrió?" me preguntó Lucas al acercarse a mí. Sus palabras eran un eco de mi propia confusión y horror. "Mierda, Orión, ese es el papá de las chicas, vi sus fotos en la casa..." Su voz estaba llena de consternación y preocupación, y sabía que estábamos compartiendo el mismo pánico. Levanté el hocico y respiré hondo, intentando identificar cualquier rastro que pudiera llevarme hasta Octavia. El aire estaba cargado con una mezcla de olores, pero entre ellos, distinguí el aroma de mi compañera. Era un perfume único en medio de la confusión de fragancias, y me dio un rayo de esperanza. "Están por aquí", le informé a Lucas mientras comenzaba a seguir el rastro de Octavia. Mis sentidos se enfocaron en ese aroma distintivo, y mi corazón latía con la urgencia de encontrar a las chicas y asegurarme de que estuvieran a salvo. Nos acercamos al barranco y finalmente las vi. Octavia estaba agachada sobre Sam, quien estaba en un estado de conmoción, incapaz de contener sus lágrimas. La escena era desgarradora, y mi corazón se apretó en respuesta. La distancia entre nosotros se acortó, y pude sentir la necesidad de consolar a mi compañera, de proteger a mi chica en medio de la devastación que habían presenciado. "Cambiemos", aconsejó Lucas, y estuvimos de acuerdo en que era mejor volver a nuestra forma humana para poder interactuar con las chicas de manera que nos reconocerían. Alguien nos pasó unos pantalones, y rápidamente nos vestimos. La ropa fresca y seca era un alivio en medio de la tristeza y la confusión que nos rodeaban. Salimos de entre los árboles, acercándonos a Octavia y Sam con la intención de ofrecer apoyo y protección en este momento tan difícil. La tristeza y la preocupación se reflejaban en sus ojos, y sabía que debíamos estar allí para ellas en este momento de necesidad. —Ahí estás —susurré. Mi alivio fue inmenso al ver a Octavia, físicamente completa al menos. Me acerqué a ella mientras Sam saltaba a los brazos de Lucas, quienes se reunieron en un abrazo reconfortante. La abracé con fuerza, y cuando Octavia puso sus brazos alrededor de mi cintura, la chaqueta que tenía puesta se abrió. Su cuerpo entró en contacto con el mío, piel con piel, y sentí una oleada de calor que me recorrió por completo. Era como si su corazón latiera dentro de mi pecho, y en ese momento, necesitaba su presencia más que el aire para vivir. Octavia lloró contra mi pecho, y yo acaricié su cabello, besando su cabeza suavemente. "Estás a salvo, mi amor," repetí una y otra vez, no solo en palabras, sino también en sus pensamientos, enlazando nuestras mentes con un vínculo reconfortante. Los segundos se deslizaron y se convirtieron en minutos, los minutos se alargaron en lo que parecieron horas, pero no importaba. No sabía cuánto tiempo pasó mientras estábamos abrazados de esa manera, pero no me quejé. Tenerla entre mis brazos me brindaba una sensación de paz y protección que necesitábamos en ese momento tan turbulento. Finalmente, decidimos regresar al campamento. Con delicadeza, solté a mi compañera, sin querer alejarme demasiado. Caminamos juntos hacia una tienda, y una vez adentro, me di la vuelta para darle un poco de privacidad mientras ella se vestía. Mi prioridad era asegurarme de que se sintiera segura y apoyada en cada paso del camino. —Tenemos que darles sepultura. No pueden quedar así. —me susurró, y pude sentir la misma tristeza que la invadía reflejarse en mí. —En nuestro hogar, cuando alguien muere, se hace una ceremonia donde quemamos los cuerpos para que sus almas encuentren el camino de regreso a la Diosa Luna. Así pueden encontrar la paz en la próxima vida —expliqué. —Pero así no tendré un lugar para visitarlos y recordarlos —respondió con pesar en la voz. —Amor —dije, dándome la vuelta y acercándome a ella. La abracé por detrás y deposité un beso en su cuello. —Podemos enterrarlos en el cementerio, pero es un honor para la persona que fue hacerle la ceremonia. Tú decides, mi amor. —Está bien. Hablaré con Sam —aceptó en un suspiro después de una breve pausa. La giré en mis brazos, incliné la cabeza para estar cara a cara. Coloqué una mano en su mejilla, y ella cerró los ojos, permitiéndome sentir su cercanía. Nuestros labios se rozaron en un beso fugaz que dejó un regusto de deseo en el aire. —No, por favor —murmuró contra mi boca, y su respuesta me hizo sentir que quizás había cruzado un límite que no debía. La ansiedad se apoderó de mí y di un paso atrás. Sin decir una palabra, me di la vuelta y salí de la tienda. Todos nos encontrábamos en el espacio que solía ser un lugar de hoguera, pero que ahora estaba cargado de tristeza y pérdida. La elección sobre cómo honrar a los fallecidos seguía en manos de Octavia y Sam, y mi papel era apoyarlas en su decisión, sin importar cuál fuera. La ceremonia sería un acto importante, un tributo a la vida que se había perdido, y se llevaría a cabo con respeto y amor. —Lucas, lleva a las chicas a la casa de la manada. Asegúrate de enlazar con Amta para que les prepare habitaciones. —me dirigí hacia otro de los hombres —Recuperen y lleven los cuerpos de sus padres a la morgue del hospital. Cuando lleguemos, las chicas nos dirán qué quieren hacer. Los demás, regresen a la ciudad de la forma en que llegaron. —Si, Alfa —respondieron en un coro. Lucas se me acercó, sin soltar a Sam ni un momento. Ella nos había relatado todo lo que había ocurrido, desde la aparición de los lobos, la transformación de Octavia, hasta el sacrificio de sus padres por salvarlas. —¿Vienes con nosotros? —me preguntó Lucas. —No, en este momento necesito correr —respondí. "Tú y tu orgullo nos harán perderla" gruñó Ciro en mi mente, pero decidí ignorarlo. Mis instintos lobos eran fuertes, y necesitaba procesar todo lo que había sucedido, lo que seguro sería ver y sentir cuando Octavia me rechazara, tal vez corriendo atrasaría ese hecho. —Orión — Octavia me llamó por mi nombre, y su tono estaba lleno de duda y preocupación. —no creo que sea necesario que nos lleves a tu casa; volveremos a nuestra casa. —Hoy las han atacado, y yo no estaba ahí para protegerte —le respondí sin mirarla parada detrás de mí, sin el coraje de enfrentarla directamente —eso no volverá a pasar. —Tenemos nuestra vida allá; no puedes quitarnos eso también. —¿Disculpa? —me giré confundido y, al ver la furia en sus ojos, me arrepentí al instante. —Desde que te conocí, nos han pasado cosas extrañas; en menos de 24 horas, ya nos han atacado dos veces, nuestros padres acaban de morir. Disculpa si creo en las coincidencias —dijo Octavia levantando las manos, exasperada. —Esto no tiene nada que ver conmigo... —Esto tiene todo que ver contigo. Tú y tu "organización". Todo esto es tu culpa. — Terminó señalándome con el dedo, sus ojos destilaban rabia, y su ceño estaba fruncido con furia contenida. —Octavia, tú y yo... —Tú y yo nada. Volveré a mi casa, volveré a mi normalidad. Aquí no hay un tú y yo, no hay un nosotros, no existe, y no va a existir. ¡Solo sal de nuestras vidas de una vez por todas! Vámonos, Sam. —le dijo a Sam, tendiendo la mano en su dirección. Sam se escondió detrás de Lucas. Octavia la miró, sin entender su reacción. Sam negó con la cabeza. Octavia me estaba rechazando, ella no me quería en su vida. Estaba perdido, no sabía qué hacer. El orgullo había ganado esta vez. —Entonces, Octavia, di las palabras. —Dije suavemente en un tono frío. —¿Qué? ¿Qué palabras? —Habló confundida. —Estás rechazando lo que eres. Sabes muy bien que esos no eran tus padres biológicos. Sabes que no eres solo una humana. Eres una loba. No conoces nuestra cultura ni nuestras tradiciones, no le das una oportunidad a esta vida. Así que, si no la quieres... —Tragué saliva, mi respiración estaba demasiado acelerada —di las palabras, haz oficial tu rechazo, y yo te juro que te dejaré en paz. "Me estás jodiendo, ¿verdad?" Cuestionó Ciro en mi mente. "Ella no nos quiere. Ella no tiene que estar en esta vida si no quiere. No voy a obligarla." El dolor me estaba matando en vida. Luego de estas palabras, Octavia me miró con incredulidad y rabia, y un silencio pesado llenó el aire. Las lágrimas asomaron en sus ojos, pero se negó a llorar delante de mí. Sus gestos reflejaban la lucha interna que estaba experimentando. —Vi, no seas estúpida por favor —Sam se alejó de Lucas y se acercó a Octavia. —¿Disculpa? ¿Yo estúpida? —Sí, tú, Octavia, eres una estúpida si piensas que voy a dejar que te vayas de mi lado. Acabo de perder a mis padres, no voy a perderte a ti también. Así que iremos a la casa de Orión y aprenderemos de nuestros iguales. Porque no volveré a estar indefensa o a arriesgarme a perderte por no estar preparada... Por tener miedo. Y si tengo que llevarte a rastras, ¡bien! Lo haré, pero tú y yo no nos vamos a separar ¿me oíste? —No puedes hablar en serio... —Te lo dije, —Sam declaró, su mirada nerviosa buscando respuestas —no confié en Nessy antes y por eso mamá está muerta. Y si en este momento ella me dice que mi lugar es con Lucas en la manada de Orión, pues ahí estaré. No puedes negar lo que somos. No puedes negarlo cuando hace menos de seis horas tú te transformaste en una loba. Esto está ocurriendo; intentaste defendernos y ese tipo solo te tiró contra el árbol y quebró tu columna. ¿Cómo explicas que estés caminando ahora? Un gruñido bajo se escapó de mí. No podía pensar con claridad; quería revivir al hijo de puta que la lastimó para matarlo lentamente. —Tenemos que ser más fuertes, tenemos que conocer más sobre nosotras. Si quieres, nos iremos después de un tiempo, pero ahora lo más lógico es volver con ellos, Vi. Por favor, por favor, —suplicó Sam, tomando el rostro de Octavia entre sus manos y llorando —por favor no me dejes. Octavia miró a Sam a los ojos, mil dudas reflejadas en toda su expresión. —Tengo miedo —le dijo suavemente —tengo miedo a lo que podríamos descubrir, Sam, pero más miedo me da perderte. No podría con eso. Sam envolvió a Octavia en un fuerte abrazo. Ambas sollozaban, compartiendo el dolor de la pérdida, todas las emociones humanas a flor de piel, tanto que dolía de ver. Me permití bañarme con un poco de esperanza. Ella no me podía rechazar, no quería permitirlo. Haría todo lo que estuviera en mis manos para que ella me aceptara, a mí, a su manada y una vida juntos. Cargué las últimas pertenencias del campamento en el auto que pertenecía a los padres de las chicas. El silencio reinaba en el bosque, solo roto por el viento susurrante entre los árboles y el eco lejano de un búho. El viaje de regreso a la manada sería solitario, lo cual me daba tiempo para pensar en todo lo que había sucedido. Mientras manejaba, mis pensamientos no dejaban de dar vueltas. Estaba aliviado de que Sam y Octavia hubieran decidido quedarse, pero la sombra del rechazo de Octavia seguía pesando en mi mente. "¿Preocupado por lo que va a decir Octavia?" Ciro preguntó en mi mente. Asentí, sabiendo que Ciro podía sentir mi inquietud. "Sí, Ciro. No entiendo por qué se muestra tan reacia a unirse a la manada. Todo lo que ha vivido debería haberla convencido de que este es su lugar." "Es un cambio importante, Orión. Para alguien que ha vivido toda su vida como humana, aceptar su verdadera naturaleza no es fácil. Ten paciencia y dale tiempo. No puedes forzarla a aceptar algo que aún no comprende por completo." Ciro emitió un gruñido suave. Sus palabras tenían razón. Quizás estaba siendo demasiado impaciente. Lo mejor que podía hacer en este momento era estar ahí para ella, apoyarla en su proceso de adaptación a su nueva vida. Con suerte, con el tiempo, Octavia entendería que su lugar estaba junto a mí y en la manada, y pronunciaría las palabras de unión. Hasta entonces, debía tener la paciencia para esperar y ayudarla a superar sus miedos y dudas.
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