Sierra
—¡Sierra, el desayuno está listo!
El familiar olor a tocino y panqueques se coló en mi habitación. ¿Estaba soñando?
—Más te vale apurarte antes de que Tom se lo coma todo.
Gloria. No estaba soñando. Salté de la cama y me dirigí rápidamente a la cocina, tratando de no parecer demasiado emocionada. Fracasé miserablemente.
“Vaya jugada”. Sienna resopló, aunque ella también estaba emocionada por una comida caliente.
—Dios mío, cariño. ¡Vaya energía que tienes esta mañana!
—Ugh... sí, ha pasado un tiempo desde la última vez que comí tocino y panqueques. —Solté una pequeña risa.
—¡Qué risa más hermosa tienes! Deberías reírte más a menudo, es un crimen privar al mundo de esa risa.
Nos sentamos todos y desayunamos y hablamos de nada en particular. Fue maravilloso. Se sentía como
