En la rojiza habitación cundía el pánico ante las increíbles criaturas, que aquel aparato revelaba. Cuando se pensaba que no podía empeorar más la situación, una de ellas agarró al sargento sádico, quien gritó de miedo sacando su pistola, vaciando el proveedor en vano, puesto que las balas los traspasaban.
Todo sucedía muy rápido, y los guardias también llenaron de agujeros las paredes por los incorpóreos blancos. Un general desesperado le disparó a Estiben suponiendo que él había creado esos seres, otro le disparó a la máquina provocando que esta explotara en mil pedazos, cesando el tenebroso espectáculo espectral.
Estiben sintió cómo el disparo le quemó la piel del hombro, causando que brotara un chorro de sangre que se sentía fría, pero a la vez caliente, intentó incorporarse, haciendo un gran esfuerzo tomó aliento diciendo:—Esperen, no lo entienden, por favor cálmense que se los voy a explicar, resulta que…
Fue interrumpido por unos gritos de unos ministros que histéricos trataban de huir al ver que el sargento mala gente se estaba ahogando en tos, su tez había pasado de morena a morado, para luego caer súbitamente muerto. La forma en que la pandemia de murciélago terminaba con sus víctimas, la misma que en estos últimos meses había provocado esos famosos vídeos por todo el mundo, gente ahogándose en ataques de tos.
Nadie era capaz de pensar con claridad, todos querían correr para evitar el contagio, únicamente el presidente estaba calmado evaluando la situación, demostrando su merecimiento en tal alto cargo. Entonces silenció la sala con su voz de mando: —Cálmense, señores, por favor tengan mesura, tenemos que reflexionar con cabeza fría, sabemos que el virus es muy contagioso, estábamos muy juntos, de ser así ya debemos estar infectados, aunque de pronto somos inmunes. Lo que me preocupa es ¿qué son los seres que vimos? No puede ser que ahora también tenga que lidiar con una invasión extraterrestre, por favor, señor Estiben, explíquenos ¿qué son esas cosas?
Sin embargo, no consiguió respuesta, el pseudocientífico se encontraba en el suelo inconsciente con dos balazos en su cuerpo.
…
—Yo soy Estiben, estaba destinado a cosas grandes, no puede ser que esté muerto sin antes haber cumplido con mi destino.
—Señor Estiben, no está muerto, debe ser el efecto de la anestesia, pero tengo que reconocerle que ha sido muy fuerte, se despertó muy rápido para alguien que se recupera de la extracción de dos proyectiles y perdiste mucha sangre. Aunque no todo es malo, su mujer de nuevo demuestra que lo ama; ella ha estado afuera esperando noticias suyas. Vamos a hacerla que pase. —le informó la bella enfermera.
—Pensé que estaba en el cielo, al despertar y ver a tan hermoso Ángel, pero yo veo que estoy en el infierno porque va a entrar un demonio.
Enseguida entró al cuarto, la esposa llorando y lo abrazó diciendo: —Amor, gracias al cielo está bien, estuve muy preocupada por poco, te mueres, mi bebé hermoso, no concibo la vida sin ti, no nos puedes dejarnos solos, nuestros hijos te necesitan.
Algo bipolar, así era su esposa, pero era normal, así era toda su familia, aunque tal vez nadie en estos momentos esté suficientemente cuerdo para enfrentar este Apocalipsis.
Intempestivamente, llegó el señor presidente con un montón de científicos y asesores, lo saludó muy bien con una gran sonrisa, le agarró suave el hombro sano diciéndole: —Señor Estiben, me alegra que se encuentre bien, por favor, necesitamos muy urgente que nos aclare los hechos que presenciamos en la sala de juntas, de antemano le pido perdón en nombre de la nación por el vergonzoso trato que le dimos, fueron unos momentos desconcertantes e inesperados. La cúspide de estos meses de zozobra, por favor, estamos analizando los vídeos. Nadie más ha muerto, solo el sargento. También intentamos reparar sus aparatos, aquí están, pero no lo logramos. Hemos revisado todos los acontecimientos y la verdad seguimos desconcertados. Por favor, señor científico, cuéntenos, ¿qué son esos seres, y por qué mataron al sargento con síntomas parecidos al virus c***o?
Estiben intentó en vano incorporarse, pues sus heridas le afligían un gran dolor al moverse. Al no poder, examino hablar lo más lento posible: —Señor presidente, pues la verdad yo descubrí a esos seres por accidente, lo que yo quería era viajar en el tiempo, sin embargo, lo que me di cuenta es que estas entidades son las verdaderas culpables de su supuesto virus c***o. El cual se lo inventaron porque necesitaban darle una respuesta a los pueblos, al igual que sus vacunas con sus respectivos refuerzos que han sido tan inútiles. Aunque tal vez lo causan sin culpa, ya que ellos también están buscando la forma de comunicarse, pero no la pudimos hallar en mi laboratorio.
Una burlesca carcajada interrumpió el diálogo; era su esposa burlándose: —ja-ja-ja, el laboratorio, eso es un cajón que el idiota guarda en un rincón debajo del comedor.
Estiben ya había aprendido a ignorarla, así que sonriendo al presidente le pidió:—Bien, señor presidente, requiero su mejor equipo de científicos, los mejores laboratorios, una tarjeta de crédito ilimitada para mis gastos, que me den un título universitario de científicos, una cuenta de persona famosa en las principales r************* …
De nuevo fue interrumpido por su fastidiosa esposa: —También necesitamos que libere a mi hermano de prisión, él está encerrado injustamente y quiero una casa muy bonita para mi mamá.
Esta vez fue imposible que el nuevo científico la ignorara. Llenándose de ira, porque ella le estaba arruinando un gran momento sublime en su vida, furioso le replicó: —No seas boba, su hermano es un vil tramposo, es mayor que usted y su mamá es una bruja malvada, que está casada con el novio que le quitó.
Al presidente se le cambió el semblante sonriendo y trató de calmarlos:—Tranquilos, debemos tranquilizarnos, señora, me gustaría que me contara su historia, se ve que es muy interesante, señor Estiben, desde este momento tiene todos los recursos que necesite.
El presidente encargó a sus asesores de los preparativos para organizar el laboratorio de manera que pudiera trabajar mientras se recuperaba. Se dirigió a su despacho con su jefe de gabinete, un tipo barbado como de 50 años, el cual se abalanzó sobre él besando sus labios. El presidente lo separó diciéndole: —¡No seas atrevido! Habíamos quedado que no haríamos esto aquí. Alguien se podría enterar, puede haber cámaras escondidas, que tal nos pille mi esposa, sería garrafal para mi imagen, un escándalo así me conduciría a una renuncia y ni hablar de los planes que tengo, que otra vez se están alineando.
A lo que su asesor, sonrojado entre la vergüenza y rabia, le contestó: —Disculpa, no me aguante, es que hace mucho que no sacamos tiempo para nosotros, aunque te comprendo con todo esto del virus, la escasez de insumos, el colapso del sistema de salud y las conspiraciones de sus enemigos, tanto de la oposición como la de las otras naciones. No obstante, no entiendo cómo puedes considerar seguir con los planes de dominar el mundo o al menos lo que queda de él…
De pronto un ruido los interrumpió, era la esposa de Estiben quien los siguió aprovechando el desorden, entró por la puerta que olvidaron asegurar quién al darse cuenta de esa escena comprometedora se había escondido debajo de la mesa. El presidente, muy exaltado, le preguntó:—¿Hace cuánto estaba ahí, que tanto escuchó o vio?
Ella, asustada, pero haciendo una maliciosa mueca, contestó:—Eso depende de que tanto me ayudara con mis peticiones.