¡Hola mis dulces Amores! ¡He vuelto! Quería dejar este mensaje al principio de la historia porque vi necesario que los nuevos lectores que les interesase "Siempre Fuiste Mía" supiesen que les recomiendo que antes de leer esta historia les recomiendo que lean "Nunca Pude Olvidarte" para que puedan entender mucho más esta historia; la pueden encontrar en mi perfil, ya que es una historia de mi autoría.
Deseo de todo corazón que les guste esta
historia; ya que en cada una de mis historias dejo una parte de mí. La verdad
no sé qué siento con precisión, solo puedo decir que estoy NERVIOSA...
A los que han seguido mi trabajo desde
mis inicios aquí, quiero mandarles un fuerte abrazo por siempre estar ahí
apoyándome y espero contar con su apoyo siempre.
Bueno, les recomiendo que me sigan en mis
redes sociales para que estén al tanto de todas las noticias de mis historias y
puedan interactuar directamente conmigo, las pueden encontrar en mi perfil de
escritora...
No les quito más su tiempo...¡Mil gracias
por todo! ¡Disfruten de la historia!
...
Narrador Omnisciente:
…—Cásate conmigo…
El arranque que motivo al atractivo empresario a decir tan arriesgada y abrupta propuesta fue impulsada por su enorme deseo de recuperar ese amor que se encontraba perdido en la historia. Un amor que fue condenado por una trampa cruel y despiadada que los había separado hace tantos años atrás.
Las cartas estaban sobre la mesa y solo quedaba que los lazos inciertos de este amor siguiese el camino que el mismo destino había trazado desde los turbulentos inicios de este romance. No importa cuánto huyas de tu destino, siempre ha de alcanzarte y cumplir su cometido.
El destino ya ha hablado en nombre del amor ¿O el rencor ganaría esta batalla?
Los ojos oscuros de la mujer se abrieron de par en par, denotando así su estado de completa sorpresa por las locuras que el hombre enamorado decía; no podía entender cómo era posible que después de lo que acababa de confesarle la hermosa mujer, él se atreviese a hacer una propuesta de ese tipo. Bien se dice que el amor te hace cometer locuras y en esta ocasión el amor estaba orillándolos a cometer más de una insensata locura.
¿Enserio estaba haciendo eso? No entendía porque él se había arriesgado a hacerle esa propuesta tan comprometedora e incoherente. Es cierto que si hubiese sido en un pasado algo alejado de la actualidad ella se hubiese puesto feliz y hubiese aceptado sin dudar.
Pero ahora…
La mujer se encontraba patidifusa; su respiración era muy superficial, mientras la sangre que recorría sus venas se encontraba corriendo y calentándose cada segundo un poco más, alterando sus sensibles nervios. Por un momento ella pensó que era una broma de mal gusto y rogó porque así fuese, pero la seriedad y la seguridad del rostro del guapo empresario le dieron a entender que su propuesta era seria y firme; no había ni una pizca de humor en esa inesperada propuesta guiada por el impulso de querer recuperar su amor.
Una propuesta de matrimonio guiada por un impulso ferviente de amor. Jamás se hubiera esperado esa reacción del hombre del que alguna vez estuvo profundamente enamorada y al que nunca había podido olvidar a pesar de los años, a pesar de la distancia, a pesar de los intentos.
Nada había logrado estos años lejos de él.
— ¿C-Cómo? —dijo apenas ella en un hilo de voz inestable, mientras sus ojos se cristalizaban y se llenaban de tantos sentimientos confusos. La pobre mujer se encontraba en shock, no podía con toda esta situación.
Primero; de la nada aparecía ese hombre que se adueñó de su corazón y lo lastimó cruelmente, después de tantos años queriendo solo olvidar esos días en donde su amor fluyó cual manantial de agua cristalina y que tras su impulsividad le había roto el corazón en mil diminutos fragmentos, ahora él se aparecía de entre las sombras de su pasado y le proponía matrimonio así sin más.
Era demasiado.
Para ella era demasiado la extraña y peligrosa situación; era demasiado para su débil corazón verlo parado ahí con su presencia intimidante después de 4 largos años de separación; además estaba la creciente preocupación que sentía en su pecho, pues su hijo se encontraba durmiendo tranquilamente en la otra habitación y lo que menos quería era que su pequeño tesoro se enterase de la presencia de ese hombre de fuerte apariencia. Uno de los peores temores de la mujer era que su hijo viese a ese hombre y la razón era muy sorprendente, aunque el hombre la desconocía por completo.
Matthew West, era un hombre de carácter fuerte y de firmes sentimientos, pues a lo largo de su vida había estado enamorado de la misma mujer y era la misma que miraba fijamente en aquellos delicados momentos; esa mujer era la única dueña de su corazón y ni el tiempo, ni la distancia habían cambiado esa verdad. Él la amaba con todas las fuerzas de su ser y se sentía un verdadero idiota por haberla perdido hace años atrás por culpa de su estupidez y resentimiento.
Él se sintió demasiado culpable al ver en los ojos cafés de esa hermosa mujer que era la razón de sus constantes insomnios el reflejo del dolor de los años de abandono, todo esto había sido su culpa y estaba pagando muy caro su error. Se arrepentía profundamente de haberle hecho caso a Emily, por culpa de su impulsividad perdió valiosos años con su amada y con ello había condenado su vida a un oscuro abismo que no tenía fin; pero él no pensaba perder más tiempo, no le importaba lo que tenía que hacer pero ella sería su esposa y pasarían una vida juntos.
O por lo menos eso pensaba él.
El hombre al ver a la mujer en ese estado tan estático decidió acercarse con lentitud hacia ella quien temblaba de manera muy notable. Él no sabía si era por el frio, por la inesperada propuesta de matrimonio o simplemente por su presencia cerca de ella. Quizás su propuesta había sido precipitada, pero estaba guiada por sus sentimientos y él estaba más que seguro de querer unirse a ella por el resto de su vida.
Pero ella…
— ¡N-no te me acerques! —Reacciono de repente la hermosa mujer alejándose de un salto del hombre y señalándolo de manera acusadora; ella no estaba muy segura de que sentir con todo esto, pero era claro que le demostraría al hombre (que alguna vez fue el gran amor de su vida) todo el rencor y el dolor que había almacenado en esos años de separación; ella no planeaba ceder y mucho menos demostrar debilidad alguna, aunque su cuerpo pidiese lo contrario— ¿¡Estás loco!? ¿Cómo crees que me voy a casar contigo? Esto es… ¡Has perdido por completo el juicio, Matt! Me asustas con todas las locuras que acabas de decir.
Amber Brown, era una hermosa y sencilla mujer que en momentos quizás era demasiado indecisa, pero que ahora se encontraba destrozada y enojada consigo misma por todo ese mar que rugía cual feroz bestia en su interior. Recuerdos del pasado regresaron a su mente para atormentarla; pasaron tantas cosas, tanto dolor y cuando creía encontrar su calma, regresaba a su vida cual tempestad embravecida la presencia de Matthew, lastimándola e hiriéndola cada vez más. Lo que a ella más rabia le daba era que no podía odiarlo, por más que lo intentase no podía hacerlo, su corazón aun palpitaba por él y clamaba por su nombre. Pero ella se negaba a ceder, si era necesario levantaría alrededor de su corazón una impenetrable fortaleza para que Matthew jamás la volviese a herir.
Jamás.
—Quizás si tienes razón y estoy completamente loco, pero estoy loco por la razón más poderosa de este mundo; estoy enamorado y a cada segundo muero de amor por ti…—dijo el hombre en tono desesperado y sentía como su corazón se aceleraba cada vez un poco más, mientras veía como la mujer se paseaba de un lado a otro con notable nerviosismo; no podía evitar embriagarse con tan solo verla, para él aquella mujer era demasiado fascinante, no importaba lo que tuviese que hacer, él recuperaría su amor— Amber, yo te amo…
Al oir esas palabras salir de la boca del guapo hombre, la mujer detuvo sus pasos nerviosos y lo miro escéptica, no pudo evitar que su corazón diese un fuerte vuelco ante esas palabras; ella hubiese querido que en los ojos claros de ese hombre no hubiese esa abrumadora sinceridad al decir eso que había dicho recientemente.
¿Qué estaba haciendo?
La mujer quería entender; su mente desequilibrada necesitaba comprender que era lo que pretendía el hombre con todo esto ¿Regresar a su inestable vida? ¿Proponerle matrimonio? ¿Decirle “te amo”? Todo para ella era tan confuso, estaban pasando demasiadas cosas en tan poco tiempo y sus sentimientos estaban revueltos en su interior dejándola mareada por segundos y muy molesta consigo misma.
No pudo evitar que una carcajada sin gracia saliese de ella sin querer.
— ¡Vaya amor! — exclamo ella con sarcasmo, ella lo único que quería era que Matthew se alejase de su vida e iba a hacer lo imposible por alejarse de él; lo miro de manera fija con gran seriedad— un amor que destruye, un amor que duda y no cree, un amor que duele y que arrebata cada aliento de vida; si esa es tu definición de amor ¡Pues tu amor no lo quiero!
—Amber yo…—el hombre intento hablar, pero ella con un gesto de su mano lo hizo callar de manera abrupta.
—No quiero oírte, no digas más ¡Todo lo que dices son mentiras! —la mujer con lágrimas en sus ojos lo miro con rencor bañando su semblante; no quería volver a verlo, jamás quiso que esto pasase.
Le dolía demasiado verlo nuevamente; no entendía porque tenía que aparecer ahora en su vida, ya las heridas habían sanado aunque no dejaban de doler y quizás jamás dejarían de hacerlo. Su vida estaba tranquila en ese pequeño pueblo noruego llamado Ski, tenía a su hijo quien era su gran amor, tenía un trabajo que la distraía a medias y tenía la oportunidad de amar a otro hombre ¿Por qué él tuvo que volver? Amber sabía que Matthew era su gran amor y eso ni el tiempo lo había podido cambiar, pero tenía la vacía esperanza de ser feliz sin él.
Matthew miró con dolor a esa mujer, esa mujer que era fuego en sus venas y latido en su corazón. Él sabía que sería más que complicado recuperar su amor, pero no le importaba lo que tuviese que hacer; ya su vida era un desastre y su única esperanza era el amor de Amber.
Un amor dolido que lastima un corazón arrepentido.
—No miento, amor mío—dijo él con suavidad y cautela, mirándola con todo el amor que su corazón pudiese expresar; esa mirada brillante desubico un poco a Amber, pues (aunque ella no lo quisiese) su corazón aún moría de amor por el guapo empresario West— Déjame demostrarte que mi amor es sincero, así como mis palabras de arrepentimiento.
—No creíste en mí ¿Por qué tengo yo que creer en ti? —cuestionó ella haciéndose la fuerte frente a las dudas que asaltaban su mente y los anhelos que embargaban su débil corazón; ella solo quería odiar, solo quería ser fuerte, aunque por dentro se sentía cada vez más débil— ¡Me hiciste mucho daño! ¡Me odiaste! ¡Me humillaste! ¡ME ECHASTE DE TU VIDA! ¿Olvidaste ya todo eso que me dijiste? Pues yo no olvido el dolor —Matthew apretó sus labios y agacho su mirada en símbolo de arrepentimiento.
Claro que no olvidaba ¿Cómo hacerlo? Si cada miserable día de su vida se condenaba por todas las horribles palabras que habían sido liberadas de su boca en un momento de despiadada locura liderada por los incontrolables celos que invadían su ser. Aún había resentimiento en corazón de la hermosa mujer y el hombre debía recorrer un largo trayecto lleno de obstáculos para ganar su perdón.
Amber suspiro, quiso continuar y a la vez detenerse al ver el dolor que desprendía ese hombre de apariencia fuerte, para ella era tan complicado todo lo que su interior gritaba. Pero no iba a detenerse, no le importaba lo que tenía que hacer, quería alejar a ese hombre de su vida, era demasiado peligrosa su presencia en aquel lugar. Se cruzó de brazos y alzo su mirada para verse, quizás, más intimidante.
— ¿Ahora vienes a declarar tu amor por mí? ¿Enserio, Matthew? — La mujer se rio con crueldad y pena, pero decidió ser cruel y herir al hombre que insistía en regresar a su vida. Lo que Amber dijo lastimó al hombre que sentía que se merecía todo lo que la mujer le decía, había sido un idiota al dudar de ella y se arrepentiría todo los días de su vida por las mierdas que le dijo, pero no planeaba ceder, él la recuperaría costase lo que costase— ¿Qué clase de amor es ese que profesas con tal fervor? No me interesa tu amor y mucho menos deseo volver a tu lado— a este punto Amber ya no sabía que decir o hacer para que él hombre desistiese de esa locura de querer recuperar su amor, pero debía intentar decepcionarlo, a cualquier costo— ¿Ves esto? — le mostro el anillo que adornaba elegantemente su delgado dedo anular, ese anillo que era prueba de una vacía promesa de amor. El hombre al ver eso tenso su mandíbula y se llenó de rabia y celos, no le importaba el significado de aquella joya que adornaba el dedo de la mujer, no le interesaba para nada el compromiso que eso significaba, solo le interesaba volver a recuperar a esa mujer que siempre vivía en sus pensamientos— me voy a casar, Matthew y no será contigo, nunca volvería a tu lado.
La mujer se refugió en aquella vacía promesa que ni siquiera había sido confirmada, pero la usó como defensa contra el intimidante y atractivo hombre que con tan solo una mirada de sus verdosos ojos, encendía de nuevo sus sensaciones.
No podía ceder, no debía ceder…
Matthew sintió como su corazón se rompía en miles de diminutos fragmentos, se veía cada vez más difícil encontrar la manera de lograr su perdón. Era doloroso, dolía oírla hablar así, pero él sabía que se lo merecía, no había confiado en ella en el pasado, había caído en las intrigas de Emily y había echado a Amber de su vida por culpa de su tonta impulsividad la había perdido. Entendía su enojo y confusión, pero él no se daría por vencido, había vivido 4 largos años en la completa oscuridad sin Amber y no pensaba volver a ese abismo en el cual él mismo se condenó.
Ya no más.
El hombre respiro profundo en un vago intento de aliviar el dolor en su corazón y se mentalizo cada una de sus metas antes de actuar con seguridad. No sabía que debía hacer para apaciguar a Amber, solo se dejó guiar por sus instintos.
Dio un certero paso al frente causando que la mujer abriese los ojos con horror y se preguntase que pretendía hacer. Ella sabía que él no le haría daño físicamente, pero lo que en realidad temía era que su propio cuerpo la traicionase al estar en presencia de ese hombre tan intenso. Ella se conocía muy bien y sabía que tan solo con la mera presencia de Matt su cuerpo dejaba de responderle a ella y solo se dejaba llevar cuando sentía su calor cerca…era el tan conocido “efecto West.”
Oh, no…