01
Oficialmente, podemos estar al borde de un ataque de pánico –Leah Holt terminó de leer el mensaje de su hermana y miró a su padre.
Este tenía cara de sorpresa y Leah no podía culparle. Ella se sentía igual. Todo el mundo estaba allí. Todo estaba planeado. Los adornos estaban puestos y la tarta estaba hecha. Habían alertado a los medios de comunicación y todos estaban allí. El novio estaba preparado.
Y la novia había desaparecido.
–¿Por qué nos puede entrar el pánico? –preguntó su padre, Joseph Holt.
Leah tomó aliento. No quería contárselo a su padre. No quería exponer a Rachel a la censura. Porque, por muy preocupante que fuese el mensaje, Leah conocía a Rachel lo suficiente como para saber que no habría hecho todo aquello sin tener una buena razón.
–Se ha ido. No... no va a venir.
–¿Quién no va a venir?
Leah levantó la mirada y el corazón le dio un vuelco. Ajax Kouros había elegido ese preciso instante para entrar en la habitación, vestido con un esmoquin n***o que se ajustaba a la perfección a su físico masculino. Parecía tan intocable como siempre. Un dios más que un hombre.
Al verlo, se acordó de los días de verano en la finca. De cómo le seguía a todas partes sin dejar de hablar. Su hermana siempre estaba en la escuela, su padre ocupado con el trabajo y su madre tomando el té con las amigas.
Pero Ajax siempre había estado allí para escucharla. Era la única persona que creía que la comprendía.
Había pasado mucho tiempo desde entonces. Ella ya no era la misma chica. No era tan tonta como para pensar que un hombre como Ajax pudiera estar interesado en ella o en lo que tuviera que decir. Ya no era aquel chico con la piel bronceada por trabajar bajo el sol sin camiseta.
Ahora era multimillonario. Uno de los empresarios de más éxito en todo el mundo.
Y aquel día iba a casarse con su hermana. Y a adquirir oficialmente el control de Industrias Holt, junto con una parte importante de su propio negocio, dado que la empresa de su padre poseía muchas de sus acciones.
Al menos, se suponía que aquel día se casaría con su hermana y tomaría el control de Holt.
Pero Rachel no estaba. Se había ido y no pensaba volver, a juzgar por su mensaje.
Era impropio de su hermana. La eterna anfitriona adorada por los medios nunca había sacado los pies del tiesto. Siempre se mostraba hermosa y elegante; un atractivo para los objetivos.
Al contrario que Leah, que era atractiva para los objetivos por una razón muy distinta. Y a la prensa le encantaba recalcarlo. Les encantaba resaltar todos sus defectos e imperfecciones.
Si te esta gustando la novela, le deja un voto lunar