El paisaje era hermoso, le encantaba la nieve, claro que los paisajes bonitos, apenas nevados y dentro de una habitación confortable y una enorme chimenea, adoraba el frío más que el calor. Los paisajes de Estados Unidos eran hermosos en esta época del año, pero su familia estaba en otro lugar, más frío y mucho menos romántico, allá caía agua nieve, te empapabas hasta las bragas y el frío te calaba hasta los huesos, pero era hermoso también, a pesar del clima extremo. Hoy era el último día de clases antes de las vacaciones de navidad, al día siguiente estaría de camino a casa. Su vida era normal y tranquila, no como las otras chicas que se preocupaban más por los hombres de la facultad, que de sus notas para aprobar el año y graduarse, era el último año y no habían superado la preparatoria. Aunque alguna vez fue así, ya no lo era, incluso le daba pena hablar de la preparatoria, de lo superficial y tonta que se comportaba, era muy inteligente, pero se hacía la tonta para encajar en los estándares de la preparatoria.
Escuchó un ruido y miró hacia la cama de su compañera. Ella y el tipo con el qué pasó la noche, la desvelaron gran parte de ella, aún con los auriculares puestos. Su compañera era muy escandalosa durante el sexo, al menos el tipo se había preocupado y le había tapado la boca, aunque no sirvió de mucho. Camila abrió los ojos y le dedicó una sonrisa somnolienta.
—Hola Ari, buenos días.
—¡Buenos días, Camila! Y mi nombre es Larissa, no Ari. Te lo he dicho un montón de veces.
—Ya bájale al estrés, es el último día de clases ¿no puedes relajarte?
—No. Que sea el último día, no quiere decir que seas irresponsable.
—Creo que lo que tú necesitas es una buena cogida. ¿No te parece, BB?
El tipo tuvo a bien ponerse colorado y desvió la mirada a un lado.
—¿Cómo se llama el tipo que dijiste le había gustado Ari? El que te preguntó su nombre. Quizá podríamos presentárselo.
—¡¿Qué?! Les voy a agradecer a los dos que no divulguen mi información personal. No tienen autorizado dar ninguna clase de información a nadie.
El tipo le volteó los ojos y se levantó, tenía muy buen físico, era muy alto y musculoso, Larissa agradeció que llevara el bóxer puesto, aunque no tapaba demasiado. Incluso le precio más revelador que si estuviera desnudo.
—Mira chica, tú y tu vida me valen tres kilómetros de…….. así que no te preocupes, ni si quiera me acuerdo de ti en cuanto cruzo esa puerta, mucho menos de tu nombre u otras cosas.
—¡Ya BB, déjala en paz! – le tocó la mano y lo hizo sentarse en la orilla de la cama, se subió a su regazo y lo beso – Es mi amiga, aún cuando sea tan estirada.
Ahora fue ella quien puso los ojos en blanco, no sabía por qué Camila seguía pensando que eran amigas. Se levantó para tomar sus cosas e ir a las duchas. La voz de su compañera la detuvo en la puerta.
—Habrá una fiesta en la fraternidad, a un kilómetro de aquí, es súper cerca. Iremos todos, y digo “todos”, nos iremos como a las 9. Te esperamos, no llegues tarde.
—En serio Camila, no se porque insistes si cada vez que me invitas, declinó la invitación.
—No te preocupes, no me ofendo tan fácilmente. Esta vez es diferente, es el último día, mañana no hay clases, hasta tu, en algún momento necesitas relajarte y divertirte un poco. Te prometo que no te hará daño, ni siquiera vas a perder mucho de tu encantadora personalidad. Solo derretiremos un poco el hielo.
Negó con la cabeza y cerró la puerta. Las duchas estaban casi vacías, la mayoría flojeaba el último día, e incluso, muchos no asistían a clases. Cuando regreso, el tipo y Camila ya se habían ido. Puso el seguro a la puerta y se vistió, mientras lo hacía pensaba en las palabras de su compañera, ¿de verdad parecía tan tiesa y estirada? Presuntuosa le había dicho una vez, pero ella era un espíritu libre, así se autodenominó, una artista, cualquiera le parecería demasiado serio y estirado. Ella estudiaba Negocios Internacionales, tenía muchos planes para la pequeña empresa de sus padres. Su padre hubiese querido tener un primogénito varón, pero se había tenido que conformar con ella. Por eso eligió esa carrera, porque quería demostrarle que las mujeres también eran capaces. Estaba acostumbrado a que las mujeres se quedarán en casa a criar a los hijos, como lo había hecho su madre y por eso se molestó tanto cuando le dijo que se iría a estudiar a Estados Unidos, él quería que ella consiguiera un millonario y se casara, alguien que tuviera el dinero y el poder para llevar la empresa a lo más alto. Se enojo tanto que la amenazo con no pagar las colegiaturas, solo que sus planes se vieron frustrados por el fideicomiso que sus abuelos pusieron a su nombre y como albacea estaba el abogado de la familia, por eso no pudo tocarlo, porque si su madre hubiera sido la albacea, ese fideicomiso se hubiera liquidado hace mucho tiempo.
Así que al graduarse esperaba que la dejara trabajar en la empresa y así darle la oportunidad de demostrarle que era capaz de llevar a la empresa al siguiente nivel. Había pasado la mayor parte de su vida tratando de ganarse el amor y la aceptación de su padre, pero parecía que cada vez que hacía algo, tenía el efecto contrario y terminaba haciendo que el la rechazara cada vez más.
No solo los universitarios se saltaban el último día de clases, por lo visto también algunos maestros, porque llegó a su primera clase, tomó asiento y pasaron más de 20 minutos y sin que nadie apareciera. Había estado tan inmersa en sus cavilaciones que no se dio cuenta como pasó el tiempo tan rápido. Tomó sus cosas y salió, tenía media hora libre, podía ir a la cafetería y tomar un café con un cruasán, antes de su siguiente clase. La mañana transcurrió entre clases a su capacidad media, prácticamente solo era los estudiantes que tenían problemas para aprobar y estaban hablando con los profesores para ver que podían hacer al respecto, ya que cuando regresaran, solo tendrían unos pocos meses antes de la graduación para poder aprobar el último año y no quedarse rezagados o repetir la materia. Camila tenía razón, era el último día, la mayoría estaba vagando de un lado a otro, solo haciendo tiempo para que oficialmente el último día terminara.
Decidió ir a la fiesta, algo le decía que se merecía un poco de descanso y diversión. Los próximos meses serían demasiado ocupados y tediosos, presentar su tesis, graduarse y después salir al mundo real, se acabarían los problemas hipotéticos. Tendría en sus manos una empresa real, con personas que dependen de ella y que cualquier mala decisión, tendría repercusiones más a allá de ella y su familia. Después de esas vacaciones, ya no tendría tiempo para el ocio y la diversión. Lo que planeaba para la empresa familiar, era mucho trabajo, le tomaría al menos dos años llevarla a donde quería.
Llegó a su habitación, su compañera no estaba. Así que comenzó a preparar su maleta. Apenas eran las 5 cuando terminó, por ratos su determinación mermaba y luego se daba ánimos, estuvo oscilando entre el sí y el no, por un buen rato hasta que llegó Camila.
—¡Vaya que te ves bien! Tu si que sabes hacer bien las cosas cuando te decides.
—¡Gracias! Solo que no se si lo que elegí esta bien. Ya no se que es lo que se usa ahora.
—¡Estas perfecta! Los jeans negros jamás pasarán de moda y las chaquetas de cuero menos, la playera blanca está bien solo que, te pareces un poco a Danny de la película de Vaselina.
—¡Demonios! Es cierto.
—Pero está bien, olvide decirte que será una fiesta de disfraces. Es la ocasión perfecta para que las zorras se dejen ver como realmente son – su risa lleno toda la habitación, era fresca, cadenciosa y franca, incluso ella se rió un poco también – Si llegaran a preguntar, eres Danny de Vaselina, aunque no creo que pregunten y la mayoría captará la referencia.
—¿Y a qué hora comenzarás a arreglarte?
—¡Tranquila! Todavía faltan dos horas. Te prometo que estaré lista para la hora indicada.
Faltaban cinco minutos para las 8 y Camila no estaba lista, seguía maquillándose. Terminó media hora después y su novio llegó por ellas quince minutos después, ante la desesperación de Larissa, él solo le volteó los ojos. Ella le hizo mala cara y salió de la habitación. En el auto iba un tipo en el asiento del conductor, ella se subió atrás, pero Camila le dijo que fuera adelante, cuando se cambió de lugar, supo porque, Camila estaba prácticamente acostada sobre su novio, besándose y tocándose sin decoro. El tipo a su lado le sonrió y puso en marcha el coche. El lugar estaba bastante más lejos de lo que su compañera le dijo y se golpeó la cabeza mentalmente por creer en lo que ella le dijo.
—¿Y como te llamas? – le preguntó apartando la vista del camino mientras ella se agarraba de donde podía y le hacía mala cara.
—¿Podrías por favor, poner atención al camino? Conduces como cafre.
—Ari – dijo Camila entre besos y con la respiración entre cortada – el es Ariel.
—No entendí ¿Cómo te llamas?
—Larissa, pero Camila insiste en llamarme “Ari”
—¿Ari? ¿Por qué? – el volvió a apartar la vista del camino.
—No lo se, que ella te explique. ¡Perdón, pero……! ¡No dejes de ver el camino!
—¡Tranquila “Ari”! Soy muy buen conductor y además vamos a 70 kilómetros por hora.
—Solo se necesita un conductor imprudente o un ebrio y todos terminaremos en el hospital, como mínimo.
—Está bien. Seré cauteloso.
La fiesta estaba a reventar, apenas podían pasar y como pudieron se acercaron a la cocina de donde salían los tragos. Había demasiadas mujeres vestidas como si estuvieran en uno de esos lugares para caballeros, los hombres poco se habían preocupado por caracterizarse de algún personaje. Larissa estaba segura de que solo fue un pretexto para que todas las mujeres asistieran a la fiesta con poca ropa, lo peor es que ellas estaban encantadas y más porque cada una tenía entre 5 a 10 tipos babeando y restregándose contra ellas. Tomo su bebida y se abrió paso hasta el patio, se estaba mejor allí, pero había demasiadas parejas haciéndose más que arrumacos. Ella se fue a un rincón apartado, un tipo se acercó, le dijo que a qué hora empezaba el show, ella lo miró sin comprender. Le preguntó si no era de esas strippers que se vestían así y después se desnudaban en un candente baile. Ella le vació su bebida llena de hielo en la entrepierna, el tipo maldijo entre dientes y se alejó de ella. Hacía bastante frío afuera, pero la mayoría de las parejas no tenían problema con eso, al parecer ellos no tenían problema con el clima.
Quiso regresar adentro, ya que el tipo regreso al patio con otra tipa, estaban buscando a alguien, a ella seguramente. Ariel apareció y la tomó de la mano, la llevó al jardín del frente, le entregó otra bebida, ella miró el vaso con desconfianza, él le sonrió y tomó un trago largo. Se relajó y tomó un sorbo pequeño, estaba un poco fuerte, pero sabía bien, planeaba pasarse la noche con la misma bebida y tomar sorbos pequeños. No había visto a Camilla desde que llegaron. Ariel le dijo que enseguida regresaba y entró a la casa. El novio de su compañera pasó por enfrente de ella varias veces, como buscando a alguien, pasó como media hora desde que Ariel se fue, después una chica le preguntó si ella era Ari, la miró por un momento y la chica le dijo que Cami le había dicho que la llevara adentro. Larissa no quería ir, pero la chica la estaba urgiendo, le dijo que estaba mal y que la necesitaba. Le preguntó dónde y le dijo que, en el segundo piso a la derecha, la segunda puerta. Le dijo que iría enseguida, que tenía que buscar al novio de Camila porque la estaba buscando, pero la chica le dijo que no, casi en un grito y le pareció todavía más sospechosos, ella se soltó de su agarre y fue a buscar al novio de Camila.
Lo encontró un momento más tarde. Le dijo lo que esa chica le dijo y corrió hacia las escaleras, ella trató de darle alcance. Cuando llegó él ya estaba pateando la puerta, ambos se quedaron con la boca abierta ante lo grotesco de la escena que tenían enfrente. Ariel sostenía una cámara mientras otro tipo se cernía sobre Camila que parecía atontada y con la mirada extraviada, ahí también estaba la chica que fue a buscarla a ella.
Bastian, así se llamaba el novio de Camila, tomó al tipo por la cola de caballo y lo lanzó al otro lado de la habitación, el tipo cayó mal y se quedó inmóvil, Ariel le lanzó la cámara que le pegó en el pecho, sin inmutarse lo tomó por el cuello de la camisa y lo levantó sin mucho esfuerzo, lo golpeó repetidamente. Larissa, recuperada de la impresión, corrió hacia Camila y la envolvió en una sábana, mientras Bastián tomaba en brazos a Camila ella recogió la cámara y salió detrás de él. La chica se quedó en un rincón sollozando. Larissa tomó las llaves que Bastian le lanzó y le dijo que condujera al hospital más cercano, Camila estaba drogada y se veía mal, además de lo otro, él iba atrás con ella en brazos. Condujo lo más rápido que fue posible y podía escuchar las cosas tiernas que ese gigante musculoso le decía al oído a Camilla. Fue la primera vez que ella vio el amor, el amor verdadero, el real. Y pensó que su compañera era muy afortunada.