Se presentó al trabajo un Lunes a primera hora. En cuanto la anunciaron, Octavio Jasso bajo a recibirla y la condujo personalmente a su nueva oficina. Era preciosa y tenía una de la vistas más privilegiadas del edificio, contaba de mobiliario moderno todo en cromado y cristal, incluso tenía una pequeño sofá de terciopelo gris, que combinaba perfectamente con la decoración y los colores de las paredes.
—¡Vaya! Si que Bastian y Camila te consienten, ordené que prepararán tu oficina, pero jamás imaginé que la dejarían así de bonita y muy femenina. Esta claro que Camila es una gran artista y hace maravillas con la combinación de colores.
Lo vio dar vueltas por la oficina, genuinamente sorprendió, que no supo si eso era bueno o malo, o si le molestaba o no.
—No sabía que ella había ordenado esto. Si te molesta puedes decir que cambien todo y poner el mobiliario que tú ordenaste.
—¡No, no, no te preocupes! Era solo un comentario – se sentó en el pequeño sofá de dos plazas, era tan alto que el sillón se veía incluso más pequeño – Al medio día te espero en la sala de juntas para presentarte a los ejecutivos y después te daré el tour de bienvenida y te presentaré a todos los empleados. Este sofá es verdaderamente cómodo – le ofreció asiento a su lado palmeando el cojín de terciopelo, ella declinó la oferta y se acercó al escritorio – No tengo personal disponible para ser tu secretaria, aunque es un puesto muy importante, consideré que, no hay nadie lo suficientemente capacitado ¿te molestaría hacer tú la elección y entrevistar a los candidatos?
—No, está bien, con gusto lo haré – se quedó de pie mirándolo, no tenía nada que decir, en algún momento, físicamente le atrajo cuando lo conoció, pero ahora, sentía algo que no sabía describir.
—Ok. Entonces te dejare sola para que te instales. Mi asistente, te avisará cuando sea momento para ir a la sala de juntas.
—Gracias. ¿Disculpa? – le dijo antes de que saliera y él se detuvo con la perilla de puerta en la mano – Me gustaría saber, como prefieres que me dirija a ti, de ahora en adelante, como sería nuestro trato. No quiero cometer una indiscreción en la junta.
—Si, claro. Pues no soy muy formal, todos aquí me llaman por mi nombre, sin formalismos. Solo Bastian y yo nos hablamos por el apellido. Eso en cuanto a los directivos, el resto del personal se refiere a mi como Lic. Jasso. Yo te llamaré Ari, así no extrañarás a Bastian y a Camila.
—La verdad prefiero: Larissa.
—Si, pero ellos todo el tiempo te llaman Ari y ya me acostumbre. ¿No te molesta verdad?
Larissa no tuvo más remedio que negar, no era una pregunta, era una afirmación. Después de eso se fue y por fin la dejó sola. Llamó al abogado, no tenía nada nuevo. La mañana se fue en revisar varios correo que Bastian le envió, sobre los proyectos que quería que supervisara y algunos planes corporativos para hacer ajuste en los presupuestos. Así que llamó a la oficina del jefe de presupuestos, la secretaria de este, le llevó varias carpetas y le reenvío algunos correos. Diez minutos antes de las doce, el asistente de Octavio le aviso que la junta empezaría media hora más tarde y que él Lic. Jasso requería su presencia en su oficina. Le dijo que iba para allá, puso en reposo la computadora y esta se apagó, nadie más que ella podía tener acceso a la computadora, así que en cuanto accedió, la configuro y le puso una contraseña. Guardo los documentos que estaba revisando y salió rumbo a la oficina de su nuevo jefe. El asistente le avisó a Octavio que ella estaba ahí y le dijo que la hiciera pasar enseguida.
Era el doble de grande que su oficina y estaba decorada con muebles de madera al alto brillo, muy clásica y masculina. Gozaba de una de las mejores vistas de la ciudad, estaba muy bien iluminada. Detrás del escritorio de su jefe, había unos enormes muebles de madera que contenían toda clase de carpetas y libros. Frente al enorme escritorio de madera había dos hombres sentados, lo cuales se levantaron en cuanto escucharon que la puerta se abría.
—Hola Ari, pasa – se apresuró a tomarla de la mano y la colocó frente a los dos hombres – Te presentó al Sr. Román Assad y al Sr. Bruno Orellana. Señores, ella es Larissa Vallejo y nuestra nueva administradora, además de que, Moore envió un memo donde nos da indicaciones muy precisas. Todo presupuesto debe ser revisado por Ari y una vez que ella le dé el visto bueno, me lo pasarán a mí para su autorización.
Ambos hombres asintieron en su dirección, pero uno de ellos la miraba tan intensamente que su piel se erizó y estaba a punto echarse a temblar, era una reacción nueva y extraña, jamás se sintió así con ningún hombre. ¿Por qué la miraba de aquella manera?
—Entiendo Srita. Vallejo, que será usted con quien estaremos hablando sobre la nueva campaña publicitaria.
—Si – ¡demonios! su voz sonó débil e insegura, ella nunca sonaba así en el trabajo, era profesional. Se aclaró la garganta – ¡Lo siento! Así es Sr. Assad, es mi primer día aquí, aún estoy viendo pendientes y revisando solicitudes para asistente y secretaria. Podríamos reunirnos mañana a media tarde. Supongo Sr. Orellana que usted quería reunirse conmigo por lo de la campaña desde que estaba en Estados Unidos.
—Así es Srita. Vallejo, pero me informaron que estaba de vacaciones y que había solicitado su traslado a Mexico por asuntos personales. La Srita. Caro me informo que ella se haría cargo de sus pendientes en lo que asignaban un nuevo director.
—Si, lamentó los inconvenientes, fue algo repentino. Pero no hay ningún problema, lo podemos checar aquí, a menos que ustedes tengan que regresar a E.U.
—No por el momento. De hecho es una suerte que la trasladarán aquí porque la campaña a nivel internacional se va a planear desde acá.
—Entonces no se diga más, nos vemos mañana a las 4 de la tarde en la sala de juntas - se acababa de auto-invitar a la reunión, ya que, conocía muy bien el tono que usaba Orellana cuando una mujer le interesaba, no permitiría que el idiota echara por tierra sus planes al seducir a la mujer que le pertenecía.
Los tres miraron a Jasso extrañados, ya que se supone que ellos se entenderían completamente con Larissa, nadie hablo de que él estaría en las reuniones. Al final nadie objeto nada. Se despidieron de Octavio y le dieron el pase a Larissa, ella dudó por un momento pero enseguida se recompuso y salió de la oficina de su jefe. Bruno la alcanzó y caminó a su lado, su amigo iba detrás de ellos hablando por teléfono.
—¿Puedo preguntarte algo, Larissa? – ella lo miró, tenía unos preciosos ojos color verde, pero ahora parecían casi color miel y además había cierto dejó de tristeza. Ella le obsequió una sonrisa forzada, de las que se usan en las reuniones de trabajo, por compromiso – ¿Por qué Octavio te llamó Ari?
—No lo se. Supongo que porque quiere, le dije que prefería que me llamara Larissa y él dijo que no porque ya se había acostumbrado a que me llamaran Ari. La familia completa de Bastian lo hace.
—Y a ti no te gusta – no era una pregunta – Sin embargo, cuando ellos lo hacen no te molesta, pero si alguien más lo hace, si te molesta.
—¿Quieres llamarme Ari? – lo dijo con tono de fastidio, la mayoría siempre quiere llamarla así, sobre todo si sabían que le molestaba. Era la irresistible tentación de hacer algo que a los demás les molesta, solo por morbo.
—¡No! Es horrible – su mirada extrañada lo hizo vacilar – ¡Perdón! Me refiero a que, es un sobre nombre de hombre y….. tu nombre no es para diminutivos, es mejor completo. ¡Dios! En el momento que quieras puedes hacer que me calle.
—Si lo se, a mi tampoco me gustan los diminutivos. Bruno tampoco tiene diminutivo.
—Y aun así, mi hermana encuentra la forma de hacerlo diminutivo, ella se llama Susana, obviamente ella es Susi.
Larissa se paró entre el pasillo que daba a su oficina y el que llevaba al ascensor.
—Hasta luego. ¡Que tengan buen día!
—¡Gracias Larissa! Igual para ti. Nos vemos mañana.
—¡Mucho gusto Larissa! Nos vemos mañana.
—Igualmente Sr. Assad, Sr. Orellana – tomó la mano que le ofrecían, el apretón de Assad fue fluido, firme, seguro y duro el tiempo necesario, pero el de Orellana fue… electrizante, esa era justo la palabra, ademas de cálido, firme, le transmitió seguridad, todo eso en los pocos segundos que mantuvo su mano dentro de las suyas.
Retiro su mano abruptamente y se retiro algo turbada. No entendía que había pasado, se sentía agitada, como si hubiera subido las escaleras de los 5 pisos del edificio. Se refugio en su oficina y se recargo sobre la puerta. Después se reprendió así misma mentalmente, tenia un mundo de problemas encima, su madre estaba recluida en ese horrible lugar y ella estaba ahí, agitada como una colegiala por el toque superficial de un hombre, por un simple apretón de manos, por esa intensa mirada de color gris que contenía promesas prohibidas. Si, no podía negarlo, aun cuando era la primera vez que lo sentía, era como si todas las mujeres tuvieran el programa precargado para reaccionar así frente a un tipo como ese. Y no era para nada parecido a lo que sintió alguna vez, cuando se besuqueaba con los idiotas de la prepa, esos muchachos precoces que lo único que querían era colarse entre sus piernas. Le había costado mucho mantenerlos a raya, porque todos pensaban que ella no era virgen, ninguna de sus amigas lo era, todas y cada una lo habían hecho por moda, por encajar en los estereotipos estupidos de la prepa, porque eso las hacia mas populares. Cuando le preguntaron a ella, dijo que también lo había hecho, no quería ser el bicho raro del grupo o que la trataran como trataban a las “nerds o a las mataditas”. Y desde entonces, estuvo esquivando muchachos idiotas que se querían acostar con ella, a todos los había manejado bien, hacia que se embriagaran y luego los medio desnudaba, después les decía que no habían alcanzado a hacer nada porque se habían quedado dormidos y así, la mayoría se quedaba avergonzados y apenados, eso garantizaba que no volvieran a intentar hacerlo con ella. solo hubo uno, el si se dio cuenta del juego y tampoco tomaba demasiado alcohol. Ella se sorprendió bastante porque en ningún momento intento nada con ella, hasta que le pregunto y el le confeso que era gay, solo que no podía gritarlo a los cuatro vientos porque su padre era homofóbico, lo habría matado a golpes.
Había decidido que se haría pasar por heterosexual hasta irse a la universidad, ahí disfrutaría de su libertad, pero no lo haría publico porque entonces su padre ya no pagaría la escuela. Su plan era terminar la universidad y una vez que terminara, saldría del closet y entonces su padre ya no podría hacer nada. Hicieron un trato, se harían pasar por una pareja, ella estaría a salvo de los idiotas y él haría su mentira mas creíble, he incluso, conoció a sus padres y su farsa fue tan buena que absolutamente nadie descubrió nada, eran tan buenos fingiendo que todos creían que estaban tan enamorados que se casarían algún día. Sonrió al recordar a Ricky, su amigo de toda la vida, estaba muerto, su padre finalmente si lo mato, era una teoría, porque lo consideraron suicidio, ella sabia muy bien que Ricky jamas se habría suicidado. Dejo de pensar en él, era un tema triste y ahora mismo no tenia tiempo de regodearse en su dolor, tenia que trabajar y hacerlo tan bien que Bastian y Camila no se sintieran estafados por ella y por todo lo que habían hecho en su favor.
Entrevisto a los aspirantes por Skype y los que le interesaron, fueron citados para una evaluación con recursos humanos, al día siguiente por la mañana. Octavio estaba realmente sorprendido por su eficiencia y eficacia. Aun cuando no tenia secretaria y asistente, se las había arreglado muy bien. Cada cierto tiempo llamaba a su oficina o se presentaba personalmente, lo hacia con un montón de pretextos tontos, Larissa estaba empezando a sentirse algo asfixiada.