Octavio la mando llamar a su oficina, estuvo especialmente empalagoso, le hablaba con demasiada cortesía, exagerada amabilidad. No le permitió rehusar su invitación a comer y el restaurante al que fueron, uno de los mas exclusivos. Parecía que conocía a todas las personas en el lugar, además Bruno Orellana también estaba ahí. La mesa donde los sentaron estaba a unos dos metros de la suya, cada cierto tiempo sus miradas se cruzaban, en una de esas ocasiones él le indico el baño, pero ella desvió la mirada. Solo hasta que la mesa de Bruno se desocupo, ella se levanto y fue al baño, pensando que ya se habría ido, pero…… él estaba ahí, cerca de la puerta. Al verlo se paro en seco, miro a todos lados, Octavio estaba en una llamada. —¡Vaya, vaya! Por un momento pensé que no me habías entendido,