Capítulo 004

2084 Words
—Bueno, como te habrán comentado, el puesto por el cual estamos en este momento charlando es el de asistente del gerente financiero — asiento y sigo escuchando — por lo que tu trabajo seria manejarle la agenda, hacer reservas, acompañarlo a reuniones y demás. — asiento ya sabiendo cual es el trabajo de un asistente — quiero que tengas en cuenta que podría suceder que se te requiera un fin de semana para algún viaje de trabajo o también luego de que hayas terminado con tu jornada laboral. —Entiendo, se perfectamente cual es la labor del asistente y cuáles son las desventajas — comento sonriente —¿Desventajas? — me golpeo mentalmente por la idiotez que dije. Excelente Mia, ya perdiste la oportunidad de trabajar aquí. —Lo siento, me refiero a que siempre tengo que estar disponible por si se me necesita — comento rápidamente — Seamos honestos, tener que trabajar los fines de semana es una desventaja, como tener que estar siempre disponible sea la hora que sea — sigo metiendo la pata y mi bocotá se niega a quedarse cerrada. Por suerte el señor Marini se lo toma con gracia y se ríe. Terminamos la entrevista con algunas preguntas con respecto a mi experiencia y demás y por fin salgo de la oficina, sintiéndome más ligera. No puedo quitar la sonrisa de mi rostro al subir al ascensor, conseguí trabajo y lo mejor de todo es que mi padre no podrá hacer nada para impedirme tenerlo. —¡No me ganaras! — comento festejando dentro de la caja metálica y me exalto cuando detrás de mi escucho una tos fingida, me doy vuelta y observo a un hombre un poco más alto que yo, — Lo… lo siento, es la emoción — me disculpo a lo que el asiente y vuelve su vista al celular — disculpe ¿lo conozco? —No lo sé ¿dígame usted? — su voz profunda y esos ojos… donde vi esos ojos… no es hasta que lo veo sonreír que lo recuerdo. —¡Oh por supuesto! ¡La sonrisa moja bragas! — comento feliz por haber recordado, aunque pronto estoy roja de la vergüenza al ver cómo me sonríe — Lo dije en voz alta ¿verdad? — este asiente aun con la sonrisa plasmada en su rostro. Por fin las puertas del ascensor se abren, pero estoy tan apenada que no reacciono, por lo que el sujeto que tiene cara de burla sale antes que yo. —Espero no esté muy mojada sus bragas — comenta dejándome aún más avergonzada de lo que ya estaba. Decido ignorar el comentario y rápidamente paso por su lado en dirección de la salida, solo espero no volver a cruzármelo por aquí. […] El fin de semana pasa en un abrir y cerrar de ojos y hoy por fin comienzo a trabajar, me preparo desde temprano, una ducha para relajarme y luego busco el atuendo perfecto para iniciar, hoy está fresco, por lo que decido usar un traje formar que consta de un pantalón tiro alto color rosa viejo con su respectivo blazer y una blusa blanca, me encanta como se amolda a mi figura y me regala un poco de confianza. Una vez lista, observo la hora y maldigo, estoy a casi 40 minutos de viaje en taxi y son las 6 con 30 cuando tengo que llegar a las 7 para entregar mis papeles para el contrato. Algo de admirar es la eficiencia de los empleados, por lo general en la empresa de mi padre demoraban dos o tres días para tener listo el contrato, en cambio acá, solo demoran un par de horas. Subiendo en la caja metálica mortal, me dirijo al área de recursos humanos donde me esperan por mis papeles. Cuando salgo del ascensor, observo para los lados encontrándome con el señor Marini —Buen día, llegas temprano — me saluda con una sonrisa amigable. Me agrada su sonrisa, me transmite tranquilidad. —Bueno, yo creía que llegaba tarde — sonrió avergonzada. —No te preocupes, la puntualidad habla muy bien de ti, aparte de que así, agilizaremos los tramites. acompáñame — lo sigo hasta una pequeña oficina donde una mujer esbelta y muy coqueta sonríe al ver entrar al señor Marini… mmm acá huele a romance prohibido ¿será que las relaciones en la empresa están prohibidas? Dejo de pensar estupideces que no vienen al caso y me concentro en lo que ambos me dicen. Una vez entregados mis documentos, el señor Marini me acompaña a mi respectivo puesto. La mañana pasa tranquila debido a que mi supuesto jefe nunca llega, estoy sentada en mi nuevo lugar de trabajo acomodando unos papeles cuando unos dedos repiquetean en una esquina de del escritorio, alzo la vista para ver quién es el impaciente que me produce estrés al hacer dicho gesto y mis mejillas automáticamente se tornan rosas. —Buenas tardes. — me apresuro a decir, este me mira con un gesto serio — ehh… yo… si busca al gerente de financiación no se encuentra, ni siquiera lo conozco así que… —No se preocupe, no vine a busca a Marcos ya que lo he despedido — mis ojos se abren a tal punto que siento mis globos oculares a punto de escapar. — no me he presentado correctamente — estira su mano — Alessandro Santorini, presidente y dueño de Santorini Corp. Aunque usted me conoce como el ¨sonrisa moja bragas¨, preferiría que no me llame así. — sonríe —¿Du.dueño? — mierda, ya he metido la pata hasta el fondo con mi actitud del viernes. Extiendo mi mano — un placer conocerlo, soy Mia Lombardo, nueva asistente de… bueno, de nadie. — comento al recordar que me acaba de decir que ha despedido al gerente de finanzas. Siento como suelta mi mano bruscamente y su mirada relajada y su sonrisa blanca desaparecen. —Acompáñame —Se.señor ¿A dónde tengo que…? —Cuando doy una orden se cumple sin peros ¿entendió? — estoy a punto de responderle cuando el señor Marini aparece frente a nosotros salvándome de enterrar aún más mi pie. Pero es que ¿Quién se creía este tipo? —Alex ¿Cómo que despediste a Marcos? —Era inútil para su trabajo, las referencias que tenía en su currículo eran pura mentiras y nadie las corroboro ocasionando así, que los números sean horrorosamente equívocos. —¿Y qué haremos con la señorita que acaba de ingresar como su asistente? — ambos voltean a mirarme y solo me queda sonreír nerviosa. Genial, apenas entro y ya estoy sin trabajo. —Sera mi asistente — comenta a secas don bipolar. — Vamos —Pero… —¡Odio repetir las cosas! — me contengo de blanquear los ojos ante su actitud arrogante ¿acaso es un gemelo malvado del tipo del otro día en el ascensor o realmente tiene doble personalidad? me despido del señor Marini quien me observa con un gesto de disculpa a lo que le respondo con una sonrisa y sigo a quien evidentemente será mi nuevo jefe. ¿tendré que reconsiderar la oferta de mi padre? ¡No, claro que no! Aguantare a este tipo y sus cambios de humor, pero casarme con un hombre que no conozco solo por el placer de mi padre ¡jamás! Llegamos a una oficina completamente diferente de la que acabo de venir, y eso que solo he visto el escritorio de la secretaria, quien por cierto me sonríe amablemente. —Buen día, Sabrina — saluda el señor Santorini a la muchacha dejándome impresionada por el modo simpático de hablarle. —Buen día, jefe — responde esta del mismo modo. —Entra y cierra la puerta — se dirige a mi sin mirarme mientras toma asiento en su exuberante asiento detrás de su escritorio. Observo cada detalle de la oficina y definitivamente me parece demasiado lujo. — ¿va a tomar asiento o seguirá inspeccionando mi oficina? —Disculpe, yo solo… observaba la decoración — digo apenada mientras tomo asiento frente a él —¿y bien? —¿Qué? —¿Qué le parece la decoración? — pregunta y maldigo tener siempre una respuesta para todo. —Pues, a decir verdad, me parece demasiado dinero gastado en cosas que… — cierro la boca al ver su semblante… no sabría como describirlo ¿molesto? ¿ofendido? —Continue — me hace señas con la mano para que siga con mi observación —Bueno, es que jamás entenderé la manía de derrochar dinero en cosas innecesarias, es bonito, claro que lo es, pero al final sigue siendo innecesario — me encojo de hombros y él parece querer fusilarme con sus ojos, no se si eso sea bueno o malo. —Bueno, viniendo de usted, que nació en una cuna de oro es algo raro ya que debe de tener los mismos gustos ostentosos. —Mmm, no. Me gusta lo mas simple, mas minimalista. Soy de las que creen que menos, es más — sonrío abiertamente y tal parece que no me cree. Que se vaya al diablo. —Bueno, dejemos de hablar sobre mis gustos en la decoración y dígame ¿Cuánto de mentira hay en su currículo? —¿Cómo? —Lo que escucho. Una persona tan joven ¿con tanta experiencia? Si fuese en otro lugar que no sea en la empresa familiar, le creería. —Mire, no se con quienes a trabajado, pero todo lo que figura en mi hoja de vida es verdad. Si, trabaje en la empresa de mi padre y aun así, toda la experiencia que figura en ese papel es cierta, desde que tengo 20 años me he dedicado a hacer lo que me gusta y no permitiré que nadie ponga en dudas mis capacidades — este tipo ya colmo mi paciencia provocando que me exalte —Si tiene ¨tanta experiencia¨ como dice ¿Qué hace trabajando como asistente? — su pregunta tiene mucho sentido, realmente con la información que figura en mi currículo podría fácilmente conseguir un trabajo en el área que me especializo, pero eso es sin contar que tengo en contra a mi padre. —Yo… lo que ocurre… — suspiro rendida — mire, es algo personal ¿si? Si no busco trabajar en mi área es porque hay algo que me lo dificulta, pero cada cosa, cada detalle que figura en mi hoja de vida, le aseguro es real. Cuando pienso que me dará una patada en el culo y me mandara directo a los pies de mi padre, me extiende una tableta junto con una libreta donde están anotados algunos correos y lo que parecen ser contraseñas. —Esta es mi agenda, quiero que observes el manual atentamente y manejes todo tal cual figura ahí. Odio los errores, odio la impuntualidad, odio repetir las cosas dos veces y sobre todo, odio que me contesten. ¿algo que no haya entendido? —¿Hay algo que no odie? — ¡MIA! ¡CIERRA TU MALDITA BOCOTA! —Mi horario es a las 7:30 am por lo que cada mañana quiero entrar y tener mi café en el escritorio, mi horario de salida no es fijo. Hay días que salgo a la hora del almuerzo y no regreso como hay otros en los que sigo de largo hasta entrada la noche. Si tengo viajes de negocios iras conmigo y tomaras nota de todo lo que se hable, por más mínimo que sea, cuando te pregunte algo tienes que saber la respuesta. — mas que un trabajo parece una prisión esto — ahora retírate. — quiero irme, por supuesto que quiero irme, pero… — creo que te dije que odio repetir las cosas dos veces. —Si, lo ha hecho. —¿y entonces por que sigues ahí parada? —Aun no me ha dicho donde se encuentra mi lugar de trabajo — se masajea la cien y suspira para luego señalarme una puerta que esta a un costado de su oficina. —Esa puerta se usa únicamente si es algo de vida o muerte ¿entiendes? Por lo que, si necesitas decirme algo, sales y golpeas la principal. — asiento y salgo por donde entre — ¿A dónde vas? —Ehh… a mi lugar de trabajo — explico confundida. Para luego seguir mi camino. Este tipo definitivamente tiene problemas de temperamento, de bipolaridad y trastorno de personalidad. ¿¡Dónde te metiste Mia!?
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