Alessandro
Admito que no imagine jamás que la belleza de esta mujer fuera tanta. La primera vez que la vi en el ascensor quedé flechado, más cuando me recordó que nos vimos por unos segundos en la cafetería que fui días atrás y ni hablar de cuando comento eso de ¨la sonrisa moja bragas¨ ese comentario sumado a que se dio cuenta que lo dijo en voz alta y sus mejillas coloreándose, dieron una imagen de ella tan angelical, tan… alejado de lo que es realmente. Una vil manipuladora que juega con las personas y no le importa lastimar a los demás, siempre y cuando ella este bien.
—Que decepción enterarme que seas la misma mujer, la cual tanto odio.
Intento concentrarme en los papeles que tengo en frente, pero las ganas de ir a la oficina que esta junto a la mía, entrar y asfixiar a esa mujer que tanto detesto. Suspiro e intento meter mi cabeza en los asuntos que realmente son importantes cuando mi teléfono suena, por el tono de alerta se rápidamente de quien se trata y todo lo negativo y el odio que estaba sintiendo hasta recién se desvanece con tan solo escuchar su voz.
—Hola amor ¿Cómo te encuentras hoy?
—Hola osito — su voz se escucha desanimada
—¿Qué te ocurre?
—Nada ¿Qué haces? — intenta evadirme
—No me digas que nada, te conozco y sé que algo te ocurre
—Nada, enserio. Solo estoy un poco aburrida. — suspiro pensando en que puedo hacer para cambiar su estado
—¿Y porque no vamos al cine? Miramos una película y luego vamos a comprarte un lindo vestido o lo que tu quieras
—¿Enserio?
—Si — los gritos del otro lado del teléfono no se hicieron esperar, logrando que en mi rostro se plasme la sonrisa mas pura y real que pueda alguien conseguir de mí.
—Claro que si, realmente te extraño osito.
—Yo también, pero sabes que estoy ocupado, aunque para vos siempre tendré tiempo libre
—Te amo, eres el mejor
—También te amo, nos vemos en un rato
Corto la llamada y guardo los papeles en una gaveta del escritorio, me pongo de pie, tomo mi saco y doy la vuelta para dirigirme a la salida, cuando noto que, frente a mí, está parada la última persona que deseo ver en este momento.
—¿No te enseñaron a golpear?
—Lo… lo hice, pero estaba tan concentrado en su llamada con su novia que no me presto atención — dice molesta, lo que hace que me enfurezca más.
—¿Acaso te molesta? — comento acercándome para intimidarla, pero para mi sorpresa ni se inmuta, la descarada tiene la osadía de contestarme.
—¿Molestarme? ¿El que? Que hable con su novia, me tiene sin cuidado y con respecto a distraerse del trabajo por una llamada, puede ser. Estuve tocando la puerta por al menos quince minutos.
—Quiere decir que estuviste escuchando mi conversación
—Fíjese que no, simplemente intentaba que escuchara la maldita puerta así no me hacía perder el tiempo y viendo que esta por marcharse, noto que si fue tiempo perdido — voltea para marcharse, pero la detengo tomándola por el brazo
—¿Acaso aun no entiendes que soy el jefe y dueño de todo esto? ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?
—Primero que nada — se zafa de mi agarre y se acerca aún más a mí, aun con mi aura dominante, no se inmuta y me encara — no vuelva a tocarme y segundo, que seas el dueño de todo esto y mucho más no te da el derecho a tratar a la gente así.
—Cada uno recibe el trato que merece
—¿Ah sí? Y ¿se puede saber como es que merezco este trato si ni siquiera me conoce?
—Las mujeres de tu tipo son fácil de distinguir — escupo con veneno — no hace falta más ver las noticias de como tratas a tu familia para darse cuenta de la clase de mujer que eres, ahora, lárgate de mi vista y sigue con tu trabajo
Sus ojos se cristalizan y cuando pienso que me pase de la raya, su mano en mi mejilla me recuerda que simplemente se hace la víctima.
—Métase el trabajo donde mejor le quepa — comenta y sale directo a su oficina, furioso voy tras ella y cuando entro, la observo guardar sus pocas pertenencias.
—¿Qué crees que haces?
—¿Qué le parece que hago? ¡Renuncio! Puedo soportar todo, menos trabajar con un idiota como usted — no intento contener mi risa a lo que ella me mira aun mas furiosa — No le veo la gracia.
—Pues yo sí, acabas de firmar un contrato por tres años — me acerco con aire de burla — estas bajo mi mando hasta que a mi se me de la gana mandarte de una patada a donde perteneces
—Me importa una mierda, no soportare a un tipejo que por tener dinero se crea mas importante que los demás, que se crea con los derechos de humillar a quienes estén por debajo de él
—Mira quien habla — me rio — tu, que finges ser una mosca muerta que no revienta ni una burbuja y realmente es una porquería. — una lagrima rueda por su mejilla y me enfurezco aún más, si eso es posible — No me vengas con tus lagrimas de cocodrilo, que conmigo no funcionan — preparada para salir por la puerta, tiro mi ultima carta y se que lo voy a disfrutar — y por si no has leído el contrato que firmaste, que evidentemente no lo has hecho, claramente dice que, si renuncias antes de los 3 años, deveras pagarme una multa por incumplimiento.
—Pagare lo que sea para no volver a verte la cara
—De acuerdo, quiero inmediatamente tu renuncia por escrito y los 5 millones de euros en menos de 24hs — sus ojos se agrandan y parece que se saldrán en cualquier momento, no me considero una persona frívola ni manipuladora, pero ante esta mujer lo soy, tengo que serlo, hare pagar todo el daño que ha causado.
—¿Ci-cinco millones? ¿acaso te volviste loco?
—Puede ser, pero de esa manera me ahorro tanto — sonrió sínicamente, logrando que su rostro se desencaje — Le diré a Darío que venga a hablarte de eso y que te de los datos donde tendrás que depositar el dinero.
—No, yo no… no tengo esa suma, es imposible que por querer renunciar tenga que pagar esa exagerada suma
—¿No que pagarías lo que fuese?
Mia
Leo una y otra vez el maldito contrato que firme
¿Cómo se me pudo pasar por alto esa cláusula?
Es imposible que pueda pagar semejante suma, con la ayuda me mi padre se que no puedo contar, encontrara la escusa perfecta para desposarme con ese tipejo que insiste en querer casarse conmigo, cosa que no sucederá ni en sus sueños y mis ahorros no llegan ni a un cuarto de lo que me pide, por lo que, por primera vez, tengo que cerrar mi boca y agachar la cabeza, por lo menos hasta que encuentre la manera de salir de esta situación.
Llegada la hora de salida y ya que el imbécil de Alessandro se fue desde temprano, tomo mi bolso y me voy directo a la salida, donde me cruzo con Darío, quien me regala una de esas sonrisas que dan calidez.
—Hola ¿Cómo ha sido tu primer día en la empresa? — su tono amable hace que se difumine un poco la rabia que sentía me inundaba.
—¿Honestamente? Horrible — lo sorprendo con mis palabras
—¿Por qué? Alex ha hecho algo estúpido ¿verdad?
—Aparte de él ser un estúpido, pues, me dijo que el contrato que firme tiene una cláusula donde dice que, si renuncio antes de los tres años, debo pagar una multa de cinco millones de euros.
—¿Qué? No, eso es imposible.
—Creí lo mismo, que solo me estaba diciendo eso para molestarme, pero leí una y mil veces el dichoso contrato y sí, yo misma firmé donde dice esa estúpida clausula y me enfurece mas el haber sido tan despistada de no haberla visto antes.
—Déjame hablar con él, eso es absurdo. Aunque espero no quieras renunciar.
—No, déjalo así, hare que haber puesto esa estúpida clausula sea su peor pesadilla — Darío no dice nada, solo sonríe y niega con la cabeza. — bueno, voy a tomar un taxi antes de que se largue la lluvia
—Si quiere puedo llevarte — Se ofrece amablemente
—No, vivo en el otro lado de la ciudad, no quiero molestarte
—No es molestia, dale, vamos antes de que se largue — y sin poder terminar, el chaparrón se larga con furia, dejándonos en menos de dos segundos empapados, corremos hasta su auto y nos reímos de nuestra insípida suerte.
El coche rápidamente se pone en marcha y Darío son dirige a la dirección que le di, el trayecto es relajado, realmente es un tipo divertido con el cual se puede hablar abiertamente de todo y es cuando una pregunta me cruza la cabeza
—¿Tienes pareja? — suelto como si nada
—Eh — de pronto se pone nervioso, haciéndolo ver tierno y adorable — No, no tengo pareja.
—Es raro que un hombre como tu no este comprometido ya y hombres como… — cierro la boca antes de decir alguna estupidez — olvídalo.
Seguimos el resto del camino en silencio, pero la presencia de él no me es nada incomoda, hasta el silencio se siente agradable.
Luego de un largo recorrido, por fin llegamos a mi casa.
—Gracias por traerme, me apena saber que tienes que volver y la lluvia sigue aumentando
—No te preocupes, prefiero hacer este trayecto a dejarte sola con un hombre que no conoces
—Bueno, técnicamente a vos tampoco te conozco
—Tienes razón, pero es diferente, ahora somos compañeros de trabajo.
—Eso es cierto — estoy por despedirme, pero la tormenta rápidamente se convierte en un diluvio y me preocupa que tenga que manejar bajo estas condiciones, las curvas que hay de camino al centro de la ciudad son muy peligrosas y con el asfalto mojado, podría hasta ser mortal. — ¿Por qué no bajas y tomas una tasa de te o café hasta que pare un poco la lluvia?
—No, no quiero molestar.
—Claro que no, de alguna manera tengo que agradecerte que me hayas traído
Luego de un rato, por fin cede y baja junto a mí, pongo agua a calentar y voy en busca de una toalla y se la entrego mientras yo voy a cambiarme de ropa ya que la mía esta empapada. Cuando estoy lista, vuelvo a la cocina y preparo un té para mí y un café para Darío, Estoy a punto de disfrutar mi exquisito té verde cuando el timbre suena, frunzo el ceño y me paro dudosa, pues hace poco mas de una semana que estoy aquí y el hecho de que alguien toque a la puerta me es extraño, más a estas horas.
Miro por la perilla y no veo a nadie, estoy por dar la vuelta para volver a la sala y el timbre vuelve a sonar, temerosa abro la puerta y la impresión es grande cuando veo a quien esta frente a mi puerta tocando con tanta insistencia.