En la mañana salgo en dirección a las empresas conocidas para ver si tengo chances, pero hasta ahora nada. Me rendí cuando en el último edificio que entre el jefe de RR.HH me advirtió que no conseguiría empleo
—Muy bien, luego de revisar los datos la llamaremos.
—Claro, todos dicen lo mismo. — refunfuñó por lo bajo mientras agarró mi bolso.
—¿Como dice? — pregunta evidentemente molesto.
Suspiro — He salido de seis oficinas incluidas esta y todas dicen los mismo “la estaremos llamando” “nosotros nos comunicaremos”. Preferiría que directamente me diga “no, no cumple los requisitos” o “no estamos interesados en su servicio” pero que dejen de usar esa maldita frase que solo logra hundir más las ilusiones de las personas que buscamos trabajo. — digo un tanto alterada dispuesta a marcharme.
—Mire señorita Lombardo, le seré honesto, usted tiene razón, es una frase que usamos para decir gentilmente “no la llamaremos nunca” “no nos comunicaremos”, pero en su caso, hay una razón en particular, su hoja de vida es alucinante, aun así, no podemos contratarla. Ayer nos llegó una notificación de no contratarla por pedido de su padre y usted sabe que es una persona influyente y podría fácilmente complicarnos la existencia. Por eso mismo, tanto nosotros como otras empresas se negarán a contratarla. — lo que dijo me dejó helada. Mi padre definitivamente me quiere obligar a que me case con ese imbécil que está dispuesto a dar una fortuna por mí. Empuñó mis manos y trató de calmarme, el señor aquí presente no tiene la culpa de querer cuidar su trabajo.
—Gracias por la información. Que tenga un buen día. — sin decir más, salgo echando chispas y me encamino a la empresa de mi padre. Sin saludar a nadie me dirijo directamente a su oficina donde entro sin golpear y me llevo la sorpresa de mi padre sobre una mujer mientras ambos se manosean, por suerte llegue antes de que pasara algo más… me estremezones al pensar en que podría haberlos encontrado sin ropa. No podría soportar esa imagen…
—Te tardaste más de lo que pensé. — dice mi padre poniéndose de pie mientras se arregla el traje. Observó a la mujer que sigue sentada en el sofá con las mejillas coloradas y no deja de mirarme, cosa que me incomoda. — No te preocupes, llamaré a Ricardo para…
—¿Con qué derecho te crees que puedes sabotearme de esa amanera?
—Mía, ya te lo dije. No tienes que trabajar, cásate con…
—¡Maldita sea papá! ¿Acaso no entiendes?
—Lo que no entiendo es tu egoísmo. En tus manos esta que el legado familiar siga en pie.
—Y seguimos con lo mismo — blanqueó los ojos y me cruzo de brazos. — déjame ser feliz, déjame ser libre y deja de querer manejar mi vida a tu antojo y para beneficio de los demás.
—Con esa fusión ganaremos billones hija ¿entiendes? Billones con “B”.
—Y para que tú puedas ganar “billones con B” me tengo que sacrificar yo ¿No te parece un tanto injusto?
—Tampoco sería sacrificarte. Tu futuro esposo es un hombre joven y atractivo, veras que no te costará nada ser su mujer.
—Es increíble. — elevo mis manos arriba y las dejo caer a mis costados, esto me está frustrando demasiado
—Iker, yo creo la muchacha tiene razón — habla la mujer por primera vez y su voz me suena familiar, pero ¿de dónde? — No tiene por…
—Marcia cállate — la interrumpe y ella me mira como pidiendo disculpas. — Es simple o te casas o terminas en la calle sin un centavo.
—¿Tú me quieres? — le pregunto con los ojos al borde de las lágrimas. — ¿Realmente me quieres?
—Eres mi hija, por supuesto que te quiero, te amo cariño.
—Entonces no me hagas esto, papá por favor.
—Ya está dicho. — dice y se sienta en su lugar para meter su nariz en los papeles que tiene frente a él — acepta o vete — repite sin mirarme.
Limpio la lagrima que se escapó y sin pensarlo dos veces doy la media vuelta. No voy a caer. No me voy a casar con alguien a quien no conozco solo para llenar sus bolsillos.
Llego al hotel hastiada de toda esta situación y recibo la llamada del agente inmobiliario, el contrato ya está listo y mañana podré pasar a firmarlo y retirar la llave, bueno, algo bueno salió este día. Me pongo a empacar nuevamente mis cosas, me doy una ducha y me acuesto. No comí en todo el día, pero tampoco tengo hambre, ya mañana por la mañana comeré algo.
[…]
Alessandro
—¿Entonces rechazó la oferta? — pregunto mientras observo unos papeles.
—Tendrías que haberla visto, estaba que echaba espuma por la boca. — ríe Ricardo — es una muchacha muy guapa y no se parece en nada a lo que me describiste.
—Solo la has visto cinco minutos. Te puedo asegurar que es eso y mucho más…
—Si tú lo dices… Bueno, me voy a casa a llevarle el mandado que me pidió mi querida Alicia. Vengo a buscarte.
—No te preocupes, tengo mi coche.
—De acuerdo, nos vemos luego Alex. — Se despide de mí y se marcha dejándome sumido en mis pensamientos.
«Ay Mia, no sabes lo que te espera… no creas que voy a rendirme, no lo haré hasta que estés suplicándome…» el sonido de mi teléfono me regresa a la realidad y al ver la pantalla sonrío y contesto sin dudarlo.
—Hola mi amor ¿Cómo estás?
—No me llames así, si ni siquiera vienes a verme. — dice molesta.
—Está semana estuve un tanto ocupado bonita. Prometo ir en cuanto me desocupe.
—¿Me lo juras?
—Te lo juro.
Luego de charlar un poco más, cuelgo la llamada y termino con los papeles que me quedan para volver a casa. Estoy bastante cansado últimamente.
Más tarde, cuando por fin llego a casa me dirijo directamente a la cocina, muero de hambre y el rico aroma que desprende la cena hace rugir a mi estómago.
—¿Tienes hambre mi niño?
—Mucha, podría comerme un elefante entero yo solo.
—Que exagerado — ríe — siéntate que ya te sirvo.
Hago lo que me pide y a los pocos minutos aparece Ricardo con una sonrisa que advierte que tiene algo para contarme.
—Suéltalo
—¿El que?
—No te hagas
—¿Es que nunca voy a poder sorprenderte?
—Eres demasiado transparente mi querido — dice mi nana a lo que Ricardo resopla.
—Bueno, resulta que me acabo de enterar que el señor Lombardo llamo a todas las empresas de la ciudad para prohibirle que contraten a la hija. — no sé lo que me sorprende más, si el hecho de que Mia esté dispuesta a dejar todos los lujos y buscar un trabajo para no casarse conmigo o el que su padre le prohíba encontrar uno.
—¿y que más averiguaste?
—Le dio un ultimátum. O se casa o vive en la calle sin un centavo. — no contestó nada y él sigue — se fue de la oficina de su padre así que ya sabrás la respuesta.
—¿Quiere jugar? Vamos a jugar… llama a Darío y dile que la contrate. — Ricardo me mira asombrado por mi petición, pero no voy a dejar que se me escape.
—¿Y dónde trabajará? No hay puestos vacantes.
—Inventa uno, no sé, que se encargue del café de los empleados o que limpie los baños. Habla con Darío y que le busque un puesto. — este asiente y seguimos comiendo en silencio.
[…]
Mia
Estoy a punto de darme por vencida. No quiero, por supuesto que no quiero, pero tampoco puede permitirme quedar en la calle. Voy caminando cuando paso por un café y veo qué hay un cartel de “se busca empleado”, no estudie para terminar de mesera, pero ante todo prefiero esto a caer con mi padre y tener que casarme, muchos menos sin amor.
Amor, como si eso fuese real. Creo que esa palabra perdió el valor hace mucho tiempo, hoy en día cualquiera te dice ¨te amo¨ y luego… luego simplemente se olvidan de dicho amor.
Entro a la cafetería y llego al mostrador, una mujer mayor está parada atendiendo a unos clientes mientras yo espero me muerdo las uñas, estoy realmente desesperada. Pocos minutos después la señora me habla.
—Buenas tardes ¿que desea pedir?
—Oh, buenas tardes. Venia por el anuncio — señaló el cartel de la vidriera. La mujer me mira sorprendida y me escanea de pies a cabeza.
—¿El empleo de camarera? — asiento — Bueno… ven por aquí — me señala una entrada mientras le pide a un chico que siga atendiendo, este me sonríe y sigue con la clientela. — Mira muchacha, no sé qué es lo que buscas, pero aquí no lo encontraras.
—Solo necesito empleo. Me quede sin trabajo y mi padre… bueno, simplemente necesito encontrar algo con lo que mantenerme. — digo al borde de la desesperación. La mujer suspira.
—Bueno ¿has trabajado antes de mesera? — niego con la cabeza. La mujer, que ahora sé se llama Mónica, me explica como atender y el sistema que usan para saber el número de cada mesa, parece complicado, pero es hasta que me acostumbre, palabras de ella. — Empiezas mañana. El horario será de 8am a 18pm. Tus días libres serán los lunes
—Muchas gracias, mañana estaré aquí puntual.
—Eso espero muchacha.
Salgo de la cafetería más contenta de lo que creí. Si bien, me encanta trabajar en la oficina, tener este trabajo me ayudará a solventar mis necesidades y a que mis ahorros no se acaben rápido.
Lo que quedaba de la tarde, aproveché para ir al hotel por mis pertenencias y empezar a acomodarme en mi nuevo departamento, a decir verdad, me agrada, es pequeño pero luminoso, el sol entra por la ventana lo que hace el ambiente más cálido. Cuando termino de ordenar la ropa, mi estomago gruñe y recuerdo que tengo que hacer las compras, miro la hora y veo que aún hay tiempo así que rápidamente me pongo mis zapatos y voy al super más cercano.
Paseo por cada una de las góndolas mientras observo lo que necesitaría y voy llenando el carro mientras voy tachando de mi lista mental. Una vez creo tener todo, voy a la caja p**o y me marcho. Debo admitir que, aunque es agotador, me gusta esto de tener que hacer todo por mi cuenta…
[…]
La mañana siguiente me despierto algo asustada, el despertador no sonó y son 7:30.
—Mierda, voy a llegar tarde.
Rápido me aseo y como puedo llego a la cafetería a las 8:10. Odio llegar tarde. Cuando entro, Mónica me mira sorprendida, cuando pienso que me va a regañar simplemente me dice con una sonrisa.
—Creí que te habías arrepentido. — le devuelvo la sonrisa y comento.
—¿Por qué he de hacerlo? Necesito un trabajo y es lo que usted me ofrece — me encojo de hombros y la sigo a la cocina. Me explica los procedimientos del uso de la cafetera y otros elementos hasta que llega el mismo chico que estaba ayer y me presenta.
—José, vente para acá. Quiero presentarte a tu nueva compañera, ella es Mía. Ayúdale en lo que necesite
—Claro Moni, déjamelo a mí. — sonríe y Mónica se va. — ¿Cómo estás? Bueno, por lo que puedo ver y me atrevo a decir que jamás le serviste a nadie.
—¿por qué lo dices?
—No te ofendas, pero tienes más pinta de ser secretaría que de mesera. — dice a lo que sonrío.
—Bueno, no secretaría, pero si, desde los 20 que trabajo en una oficina.
—¿Qué edad tienes?
—Cumplí 26 hace poco.
—¿y qué haces aquí?
—Pues… me quede sin trabajo y algo me impide que siga trabajando en cualquier oficina.
—Entiendo… eso creo…
Seguimos charlando mientras me enseña más detalladamente lo que Mónica me explico anteriormente y cuando creo que ya estoy preparada entra un cliente y mis nervios explota haciendo que mi cuerpo tiemble frenéticamente.
—¿y si lo hago mal?
—Seguro — dice José mientras se encoge de hombros y yo lo miro con los ojos bien abiertos, este me sonríe e intenta calmarme — mira Mía, todo trabajo es complicado si no tenemos experiencia y la experiencia se gana haciéndolo. Anda, ve a por tu primer cliente — me alienta y aún nerviosa, pongo mi mejor cara y voy a atenderlo.
—Buenos días. Bienvenido. ¿Qué puedo ofrecerle? — observó al hombre sentado y este me observa de arriba abajo. Odio a la gente así.
—Primero el menú. — dice divertido.
—¡Oh! ¡Si! Disculpe, estoy nerviosa, es mi primer día así que le pido por favor me tenga paciencia.
—Veamos — dice ojeando el menú — quiero un cortado, un croissant y un exprimido de naranja — voy anotando todo y cuando termino me retiro
—Enseguida traeré su pedido. — Le entrego la hoja a Jesé quien prepara todo y en menos de cinco minutos vuelve con la orden.
—Escucha, cuando estes sirviendo las cosas en la mesa, trata de sacar de afuera para adentro, para que la bandeja tenga equilibrio y no le tires todo encima al cliente. — me aconseja
—De afuera para adentro. Equilibrio en la bandeja — repito — Perfecto, gracias.
Voy a la mesa donde se encuentra mi cliente esperando y sirvo todo perfectamente sin derramar nada, suspiro para mis adentros y dejo al señor desayunar tranquilo.
—¡Excelente! — me celebra José — solo recuerda eso al momento de servir, la bandeja siempre debe tener equilibrio. Me hubiese gustado que alguien me lo dijera a mí el primer día.
—¿Se te cayo algo?
—¿Algo? Se me cayó la bandeja completa sobre la clienta. Por suerte era un ángel y no se enojó, solo se rio por mi torpeza — sus ojos brillan al hablar
—Uhhh acá veo un enamorado — comento a lo que él se sonroja
—Después de esa vez, vino varias veces más. Un día me anime a invitarla a salir y me dijo que sí. ¿Sabes? Era demasiado perfecto para ser cierto.
—¿Por qué? ¿Qué paso?
—Era una niña con dinero y obviamente su familia no dejaría que salga con un simple mesero.
—No digas eso, si ella no te quiere se lo pierde
—¿Cómo lo sabes? Si apenas y me conoces — se ríe
—Solo llamémosle intuición femenina
—De acuerdo ¨intuición femenina¨ llego otro cliente — volteo a ver las mesas y veo un hombre trajeado de espaldas, rápidamente pongo mi mejor sonrisa y voy a atender
—Buen día ¿Qué puedo ofrecerle? — le digo entregándole el menú
—Buenos días… ahora — comenta guiñándome un ojo y mostrándome una sonrisa estúpida. Me contengo de voltear los ojos solo porque estoy trabajando.
—Un café y un tiramisú
—Enseguida lo traigo
—También me gustaría una cita contigo — dice volviendo a guiñarme un ojo cuando me estoy por dar vuelta.
—Lo siento, eso no esta en el menú — respondo lo mas cortante que puedo y la mejor cara de pocos amigos y voy directo a la cocina.
—Tranquila, aprenderás a lidiar con idiotas como ese. — comenta José, en sus facciones puedo notar que esta apenado por el trato que una mujer puede llegar a recibir por parte de un tipejo que se cree un matador.