—Señor Oz, la señorita Laura, está aquí —dice Mariana desde el intercomunicador. Adrián se masajea el puente de la nariz, frustrado. —Dice que desea verlo. ¿Puedo hacerla pasar? —¿Le dijiste que estaba ocupado? —Si, señor, pero insistió en que te avisara y que no se tardaría más de cinco minutos. —Hazla pasar. Y para la próxima, dile que no estoy. —Entendido, señor. Adrián suelta un suspiro frustrado. Se levanta de su silla y se afloja la corbata para poder liberar sus tenciones. Es muy temprano aún para estas visitas que le quitan tiempo y le causan estrés innecesario. —Hola, guapo —La puerta se abre y una Laura, totalmente sexy, con un vestido ajustado y escote pronunciado, entra. Adrián la mira de pies a cabeza y niega. A pesar de que el tiempo amaneció bastante gris este día, ell