Adrián toma su collar, en la que tiene la foto de su esposa, y camina hasta el muelle donde está atracado el yate, dispuesto a explorar por los alrededores como había sido su deseo desde que llegó a este lugar.
—Señor, ¿desea que lo acompañe? —Pregunta Roberto mostrándole el interior de la embarcación. —Todo está en orden, pero por si necesita de mi ayuda en algo.
—Tengo el mapa, Roberto, además no pienso ir muy lejos, eso sí, no te garantizo que hora regrese. —Indica Adrián, verificando todo. —Solo quiero estar un lugar tranquilo y pensar.
—No se olvide de llamarme ante cualquier eventualidad —dice el señor antes de bajar.
Adrián pone en marcha el motor y enseguida zarpa. El atardecer en Cancún es hermoso y él parte a un destino que no tiene claro, pero que desea ir conociendo al paso
