—¿Qué haces aquí? —Adrián pregunta, soñoliento, desde la puerta de la habitación donde se está quedando. —¿Te sucedió algo? ¿Te sientes mal? Olivia está en pijamas, abrazado a una pequeña almohada, con el rostro mojado de lágrimas y mirándolo con angustia. —¿Ya estabas dormido? —Pregunta ella con la voz ronca, sin responder al cuestionamiento del hombre. —Lo estaba hasta que alguien tocó mi puerta y me despertó. —Resopla, Adrián, y regresa hacia su cama. Olivia lo sigue luego de cerrar la puerta. —Son las dos de la madrugada. —¿Puedo quedarme contigo? —Adrián se frota la cara, frustrado. Debió ir a su loft. —No voy a molestarte, solo no quiero estar sola ahí. —Esa habitación que te di es la más, grande, hermosa y segura, Olivia. No entiendo por qué no puedes solo relajarte y dormir, c