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1089 Words
Traté de retroceder, no iba a quedarme aquí después de ver a todos del mismo color y yo haciendo la diferencia vestida de un color muy, MUY, distinto a ese. — ¡Viniste! —Fui tomada del brazo y apartada de las personas, creí que era Donovan pero al ver su rostro mi cuerpo de paralizó como si hubiera visto un fantasma —Creí que no te volvería a ver, soy Cris ¿Te acuerdas? Claro que me acordaba, quién podría olvidar a semejante chico de ojos miel. —Yo... sí, soy Hayden —volví a decir por si no lo recordaba, respiré profundo, tratando de no ahogarme con mi propia saliva. —Señorita Ford, un placer volverla a ver —tomó mi mano y la besó, rápidamente la aparté y me aclaré la garganta —Estás hermosa —dijo sonriendo. —No sabía que había que venir de n***o, debería irme... ¿Y cómo sabes mi apellido? — ¿irte? ¿Por qué? No hay nada de malo romper las reglas, te aseguro que te ves mejor que la mayoría de aquí, después de tres años usando el mismo color se vuelve un poco aburrido ¿sabes? —Sus ojos viajaron al lugar, como si buscara a alguien entre las personas —Ven, te presentaré a mi familia —agarro mi mano para guiarme y volví a soltarme bruscamente. Sus ojos me analizaron con cuidado. —Puedo caminar sola —hablé antes de que el lo hiciera, mirando al suelo para evitar su mirada. Agradecí que no mencionara ni una sola palabra así que lo seguí, esquivando a las personas e ignorando sus susurros. —Son ellos —señaló a tres personas en una esquina, dos hombres y una mujer, todos de ojos color miel, pero mi corazón se detuvo al reconocer a uno de ellos mirando al suelo, perdido en sus pensamientos. Mis pasos se volvieron más lentos cuando su mirada atrapó la mía y logré notar mejor el color de sus ojos, uno color miel y el otro azul, ese azul que había visto en el bosque, ese azul que estaba cubierto por una venda y que no le importó aventarme un hacha. No me había dado cuenta que mis pies se habían detenido y que estaba prácticamente parada y quieta como una estatua, miré a Cris quién sin darse cuenta seguía caminando. Utilicé su distracción para huir. No quería enfrentarme a mi casi asesino. Me perdí entre las personas hasta llegar a una esquina, había un grupo de músicos con violines tocando su hermosa melodía, un hombre paseaba entre la gente con una bandeja de copas con un líquido amarillo burbujeante, no tenía idea de qué era, pero necesitaba uno. Después de tener una de esas copas entre mis manos, quise acercarme al grupo de música para admirarlos de cerca pero un cuerpo interrumpió mi camino, intenté esquivarlo pero volvió a ponerse frente a mí y levanté la mirada para decirle que se quitara, pero de mis labios no salió nada. No podía culparme por mantener la boca cerrada. Estaba nerviosa y un poco asustada, pero no iba a demostrárselo, ya había pasado el ridículo muchas veces en tan solo una noche, pero ya no más. Así que levanté mi mentón y lo miré a sus diferentes ojos. — ¿Qué? —pregunté cruzándome de brazos. —Te incomoda mi presencia —aseguró, imitando el cruce de mis brazos. —Sí, la primera vez que te vi me lanzaste un hacha. Un destello de sonrisa se formó en sus labios —debes olvidar el pasado —respondió ante mi acusación. ¿Era en serio? —Fue ayer, idiota, cómo voy a olvidarlo —Si, era el lugar que me obligaba a decir groserías y malas palabras. —Dramática —respondió con simpleza. Me arrebató la copa de mis manos y se la llevó a sus labios, bebiendo un poco de ella— ¿Puedes decirme que hace una paloma entre los cuervos? —preguntó para mi sorpresa. — ¿lo dices por qué estoy de blanco y ustedes de n***o, o, porque defines y crees que ustedes tienen aquel comportamiento de dicho animal? —alcé una ceja al preguntar. —Depende como lo veas tú ¿Te crees tan santa como una paloma? —volvió a imitar mi gesto. Pero qué ser humano tan descortés e irrespetuoso. Le quité mi copa de sus labios y sonreí sin poca gracia —Disculpa, debo irme —hablé, tomando un poco de aquel líquido en la copa, arrepintiéndome en seguida ¿Qué clase de bebida era esta? Di media vuelta para que no me viera y escupí el líquido de nuevo a la copa. No iba a volver a probar esta cosa. Caminé para salir de su vista, aún sentía su mirada en mi espalda. — ¿Hayden? ¿Hayden Ford? —el chillido de una chica llamó mi atención. Me sorprendí al recibir el abrazo de esta chica ¿Quién era? —Soy Catherine, hija del alcalde —Dijo como si hubiera oído mis pensamientos —La hija del alcalde —Sonrió, orgullosa por el puesto de su padre. —Cómo olvidarte —mentí. —Vaya, estás hermosa, creí que nunca regresarías —También yo.... —Tú también te ves bien —le di una sonrisa de medio lado, eso no era mentira, en realidad estaba hermosa, sus grandes ojos verdes resaltaban por su delineador n***o y su cabello castaño caía sobre sus hombros en diversos rizos. —Debes saludar a mis padres, se pondrán felices cuando te vean aquí — ¿de verdad? Serían las primeras personas que se alegran de volverme a ver. Antes de llegar a donde se encontraba el alcalde con su elegante esposa, las personas empezaron agruparse y los susurros empezaron a llenar el lugar junto a rostros llenos de pánico. Intercambie una mirada con Catherine y nos dirigimos a donde estaban las personas reunidas mirando con terror una pared en particular, me abrí paso ante ellos hasta quedar al frente y leer lo que estaba escrito en la pared con pintura roja... ¿o eso era sangre? La frase "Bienvenida a casa H" me heló la sangre y despertó el miedo en mí. — ¡Mi hijo desapareció! ¡Se llevaron a mi hijo! — una mujer gritó con desesperación, gritando una y otra vez lo mismo. Miré entre la multitud llena de pánico hasta que mi mirada cayó en esos particulares ojos mieles y azules. ¿Qué demonios estaba pasando?
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