Samantha Colt se fue a hablar con sus hermanos y me dejó con Eva. Miré a Eva mientras jugaba con sus galletas. —¿Quieres que vayamos a leer un cuento? —le pregunté. —Sí —respondió Eva. La ayudé a bajar de su silla y nos dirigimos hacia lo que llaman la sala común. Había un montón de libros para niños allí. Fuimos a los libros y ella eligió uno para que yo le leyera. Nos acomodamos en el sofá y Eva preguntó: — ¿Por qué no eres una loba? La miré, —Bueno, simplemente no lo soy. Ni siquiera sabía que ser un lobo era real hasta que te conocí. Pensaba que solo existían en mis historias —le dije. —¿Lees historias de lobos? ¿Podemos leer una de tus historias? —dijo Eva emocionada. Me reí, —Mmm, tal vez sean un poco demasiado maduras para ti, tienes que ser un poco mayor para leerlas —le di
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