Los golpes a la puerta no me dejan seguir durmiendo, por lo que frustrada me tallo los ojos y sin intención de abrir observo la ventana con las cortinas a medio correr
- Mi niña – la voz de mi nana proviene del otro lado de la puerta y no tengo ganas de ver a nadie. – si no me respondes, entrare – continúa insistiendo y al ver que efectivamente no responderé, ingresa a la habitación.
- No quiero ver a nadie – digo con la cara, ahora enterrada en la almohada.
- Si serás – me regaña – yo soy tu abuela, no nadie. – con un suspiro cansino decido sentarme y en su rostro veo la preocupación.
- Estoy bien – digo antes de que pueda comentar cualquier cosa.
- Yo no te veo bien.
- Nona…
- No, nona nada. Levántate, date un baño y baja a almorzar, no has comido nada desde ayer.
- No tengo hambre.
- No me interesa – gruñe – tienes que comer.
Sin pensarlo dos veces, me tiro a sus brazos, me aferro a su calor, aspiro su aroma y me permito llorar en silencio, siempre supe que podía contar con mi nona y al escucharla defenderme no me quedaron dudas, pero aun así tengo una espinita que me molesta y hasta que no lo hable, no se ira.
- ¿hace cuanto lo sabes? – pregunto obligándome a separarme de su cuerpo, baja su rostro y la noto nerviosa e incluso arrepentida.
- Hace dos años – comenta por fin.
- ¿dos años? – repito incrédula.
- Me entere por accidente – comienza a relatar – tu padre venia mas seguido de lo normal y esas veces no te traía a ti, un día su actitud me pareció más sospechosa de lo normal, pero la deje pasar porque ese día era noche de bingo con mis amigas y sabes que esas noches son sagradas – juega con sus manos – resulta que esa noche gane e invite a mis amigas a cenar, fuimos a un restaurante y ahí los vi.
- Siendo la familia perfecta – comento con dolor.
- Mi niña.
- Le diste mi habitación, la habitación que decore junto a mi madre – el reproche sale de mi boca – sabes que mantuve esa habitación así porque era lo único que me quedaba de ella.
- Es un recuerdo que te hacia mal.
- ¡ERA MI RECUERDO! – grito desesperada por quitarme el dolor que me embarga en el pecho.
- Lo lamento tanto, mi niña, yo…
- Abu ¿Dónde te habías metido? – Amelie ingresa a mi habitación como si fuese suya y la asesino con la mirada. – lo siento, papá te esta buscando. – comenta como si estuviese apenada y no aparta la mirada de mí, cosa que me hace molestar más.
- Lárgate – vocifero y sus ojos se abren de la sorpresa, mas no se mueve. - ¿acaso eres idiota que no entiendes? ¡LARGATE!
- Yo…
- Ame, ve con tu padre, enseguida bajo – no dice más, solo asiente y sale disparada de mi habitación. – vamos a almorzar.
No tuve tiempo de negarme, pues sus cálidas y arrugadas manos me sujetaron con fuerza y me arrastro hacia el baño donde vi mi reflejo causándome repulsión.
- Por dios, estoy espantosa – me quejo
- Lávate la cara y baja, te espero, no me falles. – fue lo ultimo que dijo antes de desaparecer.
Desearía quedarme en cama, dormir todo el día y llegado un momento fusionarme al colchón y no tener más problemas.
Cuando siento que estoy presentable, suspirándole a mi reflejo en el espejo pongo una sonrisa y me repito mentalmente
Yo puedo, yo soy fuerte, nada me vence, yo soy fuerte.
Y calzándome las pantuflas de osito bajo las escaleras.
…
El silencio se torna incomodo, intento comer lo más rápido que puedo, pero mi nona me reprende, si tan solo supiera que quiero terminar para salir de aquí.
- ¿Cuándo retomaras las clases? – habla mi padre y no es hasta que levanto la vista que sé que me habla a mí.
- No lo sé, aun no he encontrado algo que me guste.
- Si sigues así, llegaras a los 25 y seguirás sin estudiar.
- Yo…
- Amor, hay personas que no comienzan a estudias sino es hasta los 30, no le metas presión – habla la oxigenada de su amante.
- No es así, ya tiene 22 años, no pretendo estar manteniéndola toda la vida, que se esfuerce y sepa lo que es el sacrificio.
- El semestre que viene inicio con mi curso de adaptación para medicina – comenta Amelie y la sonrisa que le regala mi padre hace que desaparezca algo en mí.
- Lo sé, princesa, estoy tan orgulloso de ti. – el gesto que tiene con ella hace que se me revuelva el estomago y salgo corriendo al baño para devolver lo poco que logre ingerir. Al regresar, escucho como mi padre discute en susurros con mi abuela.
- ¿le has preguntado siquiera que quiere?
- Estoy cansado, mamá. Emma es una responsabilidad que me dejo Andrea y ya no puedo más ¿Por qué después de esperar 22 años recién ahora puedo formar la familia que siempre quise con Rebecca? Me he perdido 17 años de la vida de Amelie solo por criar a una niña que me obligaron a tener.
Las palabras de mi padre van perforando poco a poco mi interior y quiero salir corriendo sin que sepan que estuve aquí, pero en un mal movimiento logro que el jarrón con flores frescas caiga al suelo rompiéndose en mil pedazos. Como yo.
- Emma – mi abuela jadea al percatarse de mi presencia
Escaneo rápidamente los rostros de los presentes notando el arrepentimiento de mi padre y la angustia en la mujer que ahora sé, siempre fue la mujer que mi padre quiso.
- Lo siento, yo… - no digo nada, pues ¿qué puedo decir?
- Emma – habla mi padre, pero negando con una sonrisa que no me llega a los ojos lo detengo.
- Esta bien, solo… cuando regresemos a casa retomare mis estudios.
- Eso es genial – comenta Amelie con una sonrisa y me pregunto si realmente es tan idiota como para fingir de esa manera. – ¿Qué es lo que estudias?
- Administración de empresas – respondo con un nudo en mi garganta que amenaza con extenderse a tal punto que no me dejara respirar.
- Tendrás que iniciar aquí, pues no volveremos. – las palabras de mi padre resuenan en mi cabeza y asiento por inercia. Todo en mi vida comienza a cambiar. Un cambio brusco que hace que me sea difícil mantenerme cuerda.
Sin decir más, doy media vuelta y me dirijo a mi habitación. Cuando cierro la puerta me dejo caer al suelo apoyada en esta, llevándome una mano al pecho, tratando de sacarme la tela del pijama, de pronto se siente mas ajustada y se me dificulta respirar, las lagrimas caen sin mi consentimiento y la habitación se hace cada vez más pequeña, rasguño mi pecho y mi garganta y, aun así, la sensación de sofoco no se detiene.
Me siento mareada, me arrastro a mi cama y busco el calor de las sábanas, pero eso no ayuda, hay algo que me impide tranquilizarme.
La puerta se abre y los ojos preocupados de mi abuela es lo ultimo que veo antes de que todo se vuelva gris.
…
La semana ha pasado rápido, he estado buscando una universidad que se adapte a mis gustos y la única que me llama la atención es la misma donde estudiara Amelie, y sonara un poco inmaduro de mi parte, pero no quiero compartir con ella nada más que lo necesario.
Mi abuela ha estado más atenta a mí, luego del episodio que tuve, que, según ella, fue un ataque de pánico, su rostro se ha avejentado desde ese día y me siento culpable de que cargue conmigo cuando ella ya está demasiado mayor.
- Nona, ya te he dicho que no es necesario. – insisto al observarla con el teléfono en mano y un numero registrado.
- ¿Qué no es necesario? Tu salud es importante Emma.
- Estoy bien, fue solo un episodio, no ha pasado mas y mi salud está en perfectas condiciones.
- Tu salud física estará en perfectas condiciones, pero ¿Qué hay de tu salud mental?
Agacho la mirada sintiendo que soy un peso para ella, mi padre ha estado evitándome y me siento una intrusa dentro de esta familia.
La mano de mi nona toma mi mentón y hace que alce la mirada para verla directo a los ojos.
- Lamento ser una carga.
- No digas eso, tienes que entenderlo, pero yo no estoy capacitada para que puedas ver las cosas como son.
- No podré hablar – intento convencerla de que enviarme con un psicólogo es una perdida de tiempo y ella ríe.
- Tu quédate tranquila que ella te hará hablar.
Refunfuñando tomo el teléfono y aun con la duda escarchando mi cuerpo, marco al numero para concretar una cita.
Miércoles 14:30
ese es el horario que me asignaron para ver a la mujer que intentara escarbar en mi cabeza para entender el porque de mi repentino ataque de pánico y desde ya, me estoy arrepintiendo; no creo que sea bonito que una persona completamente extraña intente indagar y hurgar en toda la mierda que cargas, solo para decirte que estas mal.