Yala Smith Charles me está mirando tan intensamente que no puedo apartar la mirada de sus ojos, es como si estuviera hipnotizada por él. Nos quedamos así durante algunos segundos, hasta que su rostro se acerca al mío, mi corazón comienza a latir rápidamente y mi cuerpo parece que se va a colapsar, cierro los ojos sin saber qué va a hacer, pero no puedo escapar de su abrazo. —Sigues siendo una gran torpe, Yala Smith —su voz suena ronca a mi lado, es como si fuera un despertar de mi conciencia. «¿Qué estaba pensando que iba a hacer?», mi conciencia me pregunta. «Nunca le has gustado, niña», concluye. —Nunca fui torpe —miento, porque sé que tiene razón. —Ahora suéltame, Charles, no puedes sujetarme así —digo enfadada intentando soltarme. Él levanta ligeramente los labios en una sonrisa a