Mientras Zlatan se encontraba en la biblioteca, Uziel salió junto a su escolta a recorrer las calles de la ciudad. Como también le acompañaba la escolta de su hermano de los lentes, entonces le seguían dos soldados que no paraban de llamar la atención de los transeúntes. Aún si el pequeño príncipe vestía con un velo que le cubría el rostro, todos lo relacionaban como uno de los esposos de la reina y no paraban de murmurar cuando pasaban a su lado. Esto hizo que el muchacho se hartara en un momento del paseo, se metiera en un callejón con su escolta y los confrontara. - Lo mejor será que me dejen solo – les dijo Uziel. - No podemos – le dijo su escolta – son órdenes de su esposa la reina. - ¿Pero por qué a Zlatan si le dejaron ir a la biblioteca por su cuenta