Manoel Santos —Joven Manoel, no esperaba verlo por acá tan pronto —Paulina, la enfermera de mi padre, me recibe a la entrada de su habitación. —Han surgido cambios en los hoteles, vengo a comunicárselos. —Su padre ahora está tomando la siesta, no sería bueno interrumpirlo. —¿Qué no se cansa de dormir? —interrogo al mirar alrededor de su enorme mansión—, ¡Dios! Mira todo lo que tiene a su alrededor, ¿Por qué simplemente insiste en permanecer ahí dentro? —gruño con molestia. Era verdad, mi padre estaba enfermo, al punto de haberme dado todo el poder en sus hoteles porque él ya no podía continuar, aceptaba que estaba muriendo, ese tumor en su cabeza, se lo estaba llevando poco a poco, pero él sin ninguna duda, no estaba ayudando en nada, simplemente decidió encerrarse en su habitación,