Decir que estaba agotada, era poco. Nos pasamos el día entre reuniones, recorridos a todo el hotel, planeaciones de diversas actividades que realizaríamos para llamar la atención de los visitantes. Me mantuve tan ocupada, que incluso me había olvidado de almorzar, si no hubiese sido porque Manoel me jala de una mano para que me dirija a uno de los restaurantes para almorzar. —Has hecho un gran trabajo aquí, pero ahora necesitas descansar y recargar energía —dice al mirarme con una media sonrisa formada en sus labios. Asiento hacia él, a la vez de que parpadeo en varias ocasiones, tratando de alejar el sueño de mis parpados. —¿Qué vamos a comer? —pregunto. —No lo sé, tú dime qué deseas comer. Nos detenemos cerca de las piscinas, dedicándonos a mirar todos los restaurantes a nuestro a