Capítulo 8

1347 Words
Victoria estaba nadando, para ella era un placer, se sentaí muy bien cuando lo hacia, necesitaba estar dentro del agua, para liberarse la presión de los correos que estaba recibiendo, pensando que alguien le estaba haciendo una broma de muy mal gusto. Ya que había recibido otro correo electrónico después del que había recibido al día siguiente de llegar a la casa de Angus. Había sentido la tentación de borrarlo sin leer, pero lo abrió. El mensaje era muy breve y concreto. "¡Déjalo! ". A Victoria, le daba la sensación de que quedaba implícito un si no… Se preguntó quién rayos podría ser "Suya". Evidentemente, alguien que pensaba que tenía algún derecho sobre Angus. Pues esa persona tendría que fastidiarse. Aquel pensamiento le hizo darse cuenta de que se sentía extrañamente dueña del que era su esposo tan solo desde hacía unos días. El día anterior, habían ido a visitar al gatito al veterinario. Estaba progresando muchísimo. Estaba empezando a tomar comida sólida, pero Harry, había decidido que era mejor esperar uno o dos días para estar seguros al cien por ciento antes de darle de alta. Angus y Victoria le proporcionarían un hogar de estable. Claro después de confirmar que nadie lo reclamara y así podrían convertirse en sus dueños definitivos. Ver a Angus, con el cachorrito le llegó a Victoria al corazón. Aquel hombretón con una reputación tan poderosa en el mundo de la naviera perdía completamente los papeles con el cachorrito. Parecía que tenía un rostro diferente para cada situación, lo que le hizo preguntarse por el rostro que le ponía a ella. Se había mostrado muy amable, pero desde la noche de su boda, no había hecho intención de tocarla ni de besarla. Francamente, eso la estaba volviendo loca. Por las noches, soñaba y se veía con él, abrazada, con las extremidades entrelazadas y los labios fundidos por la pasión y, cada mañana, se despertaba con sus necesidades insatisfechas y presa de la frustración. Había tenido relaciones sexuales antes y, en ocasiones, las había disfrutado. Sin embargo, nunca lo había echado de menos cuando no tenía una relación, en parte porque se entregaba plenamente a su trabajo. Ciertamente, nunca antes había sufrido aquel nivel de tormento ni se había imaginado acariciando ni lamiendo los músculos de ningún hombre. Ni admirando la forma del trasero cuando él se inclinaba para sacar algo del horno. Por eso se había entregado a la natación. Entre aquel maldito correo y sus insatisfechas necesidades sexuales, tenía que desfogarse de alguna manera. No quería pasarse todo el tiempo pensando en su esposo, en sus besos ni en la forma de su cuerpo. Bueno, tal vez lo hacía de todas formas, pero eso no iba a ayudarla en modo alguno. Cuando el dolor fue ya insoportable, realizó un viraje y nadó más suavemente al otro lado de la piscina. Entonces, se levantó ágilmente hacia el bordillo y se sentó. —Estaba empezando a pensar que te habían salido cola y te habias vuelto sirena–le dijo Angus a sus espaldas. Ella levantó la cabeza y lo miró. La boca se le secó inmediatamente. Llevaba un traje de baño que dejaba al descubierto las largas y fuertes piernas. Por encima de la cinturilla, tan solo se veía piel y fuertes músculos. —Tengo que ejercitarme de alguna manera –musitó ella mientras aceptaba la toalla que él le ofrecía y desviaba la mirada para secarse. —¿Nuestros paseos diarios no te bastan?. Tal vez necesito marcar un paso más exigente –bromeó. Angus, se sentó al lado de Victoria junto a la piscina y metió las piernas en el agua. Ella tenía la piel tan fría por haber estado tanto tiempo en el agua que sentía el calor que irradiaba de él. ¿Cómo podía estar tan caliente? Era como si su termostato interno estuviera siempre al máximo. El traje de baño de Victoria, se le ceñía al cuerpo como una segunda piel y ella sintió cómo los pezones se le erguían contra la mojada tela. —Están bien. Me gustan los paseos. —A mí también me gustan. Eres buena compañía. —Gracias a Dios. La vida sería muy difícil si no nos lleváramos bien. Angus, se reclinó hacia atrás sobre los brazos y levantó el rostro al sol. Con los rayos que le caían sobre el cuerpo, parecía un dios de la mitología griega. Victoria, sintió el ya familiar tirón del deseo en lo más íntimo de su ser. —Llevo unos días queriéndote preguntar una cosa –dijo él de repente. Entonces, se incorporó para mirarla a los ojos. Victoria se tensó. —¿Tú, dirás? —¿Por qué te registraste en Solución Matrimonial?. Después de todo, eres una mujer guapa, con su propio negocio. No he visto en ti nada que pudiera resultar raro o costumbres que pudieran ahuyentar a nadie. Además, fuiste una buena estudiante, la primera de tú clase en el colegio. —Yo nunca te he dicho eso –comentó ella riendo. —No, pero esta mañana, mientras estábamos paseando, me dijiste que habías ganado el premio de ciencias, cálculo y que fuiste buena nadadora y que le diste varias medallas a tú escuela. —Está bien, era una buena estudiante. —Y se te da muy bien evitar las preguntas directas. Victoria, estaba a punto de protestar cuando se dio cuenta de que, efectivamente, eso era lo que había hecho. —Debería cerrar las llaves de la piscina. —Lo has vuelto a hacer. No pasa nada. Pueden permanecer abiertos por el momento. —De acuerdo. Como respuesta a tu primera pregunta, me registré en "Solución Matrimonial", porque no confiaba en poder encontrar al hombre adecuado para mí. Eso, al menos, era parcialmente cierto. Su experiencia con los hombres no era la mejor que se podía tener. No ayudaba el hecho de que jamás se hubiera parado a pensar en lo que quería de una relación. Eso, combinado con el poco deseo que tenía de permitir que la gente se acercara a ella para que compartieran su vida, solía ahuyentar a los posibles novios llenos de frustración. A la gente no le gustaba que la apartaran constantemente. Había pensado que "Solución Matrimonial". sería una opción segura, en especial por la cláusula de cancelar la relación si los dos resultaban incompatibles. Por supuesto, si hubiera sabido que Flora Baker, era la persona de hacer de cupido, probablemente no se habría registrado. —¿Y tú? –le preguntó. —Supongo que mis razones fueron muy similares. Confiaba en que mi abuela me encontrara la mujer adecuada. —Tus hermanos no le dicen abuela. Le dicen "Babcia". ¿Qué es significa?. —Abuela, en Polaco. Los origines de mis abuelos eran polacos. Luego decidieron venir a Inglaterra, aquí nacieron sus hijos o sea mi abuela y por ende aprendimos el idioma. —¿Pero tú abuela se crío en Polonia?. —No, mi abuela se crío aquí en Inglaterra. Pero tenemos muchas costumbres polacas. Cómo por ejemplo: La decoración de huevos de pascua, que se conoce como: "Pisanki", la cena de nochebuena se llama "Wigilia", y así varías fiestas tradicionales —Que emocionate, conocer otras culturas. —Cierto. Una pregunta. ¿Tú creés que la abuela no se halla equivocado con nosotros?. —Aún es pronto, pero por lo menos aún no somos un fracaso, como tal. —No. ¿Y por qué ahora? ¿Qué te hizo decidir que había llegado el momento en el que querías casarte?. Angus, se puso un poco inquieto, no parecía dispuesto a hablar sobre el tema. Victoria, trató de encontrar una respuesta adecuada. No pensaba decirle que se tenía que casar a causa del contrato Maersk. ¿Habría pujado a la Naviera Baker, por el mismo contrato? ¿Cómo se sentiría Angus si ella se lo arrebatara delante de sus narices, en especial si se enteraba de que él se lo había puesto en bandeja al casarse con ella? «Aún no has conseguido ese contrato», se recordó. Como respuesta, se encogió de hombros.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD