CAPÍTULO ONCE Gareth estaba parado junto a la ventana abierta, viendo el amanecer sobre su reino. Su reino. Se sentía bien pensar en esas palabras. A partir de hoy, él sería el rey. No su padre, sino él. Gareth MacGil. El octavo de los MacGil. La corona sería colocada en su cabeza. Empezaba una nueva era ahora. Una nueva dinastía. Su cara estaría en las monedas, una estatua de él se colocaría afuera del castillo. En pocas semanas, el nombre de su padre sería un recuerdo, algo relegado a los libros de historia. Ahora era su hora de elevarse, su momento de brillar. Era el día que había esperado toda su vida. De hecho, Gareth había estado despierto toda la noche, sin poder dormir, dando vueltas, caminando de un lado al otro, sudando, lleno de escalofríos. En los pocos momentos en