CAPÍTULO OCHO Gareth entró con sus hermanos, Kendrick, Godfrey y Reece, y con su hermana, Gwen, al enorme salón del castillo, lleno de cientos de hombres del rey, que se arremolinaban alrededor, de una manera agitada. El pequeño grupo de ellos fue llevado a través de la multitud, mientras los caballeros de todas las provincias del Anillo se acercaban a dar el pésame, a su paso. “Amábamos a su padre, señor”, dijo un caballero a Gareth, un hombre corpulento que nunca había conocido. “Él fue un gran rey”. Gareth no conocía a esos hombres—y no le importaba conocerlos. No quería su compasión. Era una compasión que él no compartía. Ahora que había tenido tiempo para reflexionar, de dejar que la realidad se asentara, se alegraba de que su padre estuviera muerto. Su padre nunca había sentido a