Kath Valladares Mi hermana es como un maldito karma, y estoy a punto de estallar de los nervios. ¿Qué demonios hace Mark aquí? Lo último que necesito es que Erick se entere de aquella noche furtiva con él. Apenas logro concentrarme mientras me como las uñas, intentando calmarme. Mark sale de la sala de juntas y, en un intento de pasar desapercibida, me refugio en mi cubículo, echándome el cabello hacia un lado y clavando la vista en la pantalla. Ni siquiera quiero que me vea de lejos. —¿Por qué te escondes? Ya te vi. Así que, ¿trabajas aquí? —su voz retumba detrás de mí, y siento cómo me arden las mejillas al levantar la mirada, topándome con sus ojos. —¿Quién te dijo que me estoy escondiendo? Estoy trabajando, Mark —le sostengo la mirada un segundo antes de devolverla a la pantalla,