Oriana Valladares Salgo furiosa del apartamento. Mi hermana es un dolor de cabeza y no entiendo las cosas que hace. Aunque quiero llorar, no le daré ese gusto; no merece una sola lágrima mía. Ya es mayor de edad y ha decidido convertir su vida en un desastre, no estaré siempre para recoger los pedazos. Mathew envió a su conductor por mí. Me subo al auto, y siento cómo mi corazón late con fuerza; las mariposas revolotean en mi estómago, y estoy ansiosa por verlo… deseosa. —Señorita, buenas noches. —Ferney, un gusto. ¿Math está en la mansión? —Sí, señora, la está esperando. En poco tiempo estaremos allí; no olvide que estoy a su servicio. —Gracias. —Arqueo las cejas ante la inesperada amabilidad del hombre. Los últimos días, Ferney está más feliz de lo normal. Me siento impaciente por