PV ALAIA
Cuando Marianne y Zac se fueron, lloré con amargura, sólo puedo sentir los brazos de Henry, que me abrazan fuertemente.
—Tranquila mami, no llores más. Yo siempre te apoyaré...
—¡Gracias mi amor! No sabes cómo me duele el haber rechazado la ayuda de Zac, pudiste tener un futuro mejor, pero sabes quién está con él, y sabes el peligro que nos expondremos si aceptaramos su ayuda.
—Lo sé Alai, pero estoy cansado de tener que hacer todo lo que Sara diga, ella es mala, la odio, por su culpa estamos como estamos, y también le miente y engaña a Zac.
—Lo sé, lo sé, pero creo que eres muy pequeño para que te preocupes por esas cosas, será mejor que descanses un rato, y no quiero que vuelvas hacer lo que hiciste hoy en irte sin avisar y sin permiso, sabes que Sara podría aprovechar eso, así que obedece. —Le digo algo enojada, por el susto que me pegó, y por el hecho de que le pudo a ver pasado algo, ya que Sara está buscando cualquier cosa para hacernos daño.
—Lo siento, no quería que nada malo te pasara, sabes que solo te tengo a ti. — asiento y lo abrazo.
—Descansa pequeño, te prometo que me voy a cuidar para no dejarte nunca. — asiente abrazado a mi.
El ver a Henry dormir me transmite paz, nunca llegué a creer que toparía con gente tan buena, ¿Cómo es posible que Sara tenga tanta buena suerte, siendo tan mala?
Cuando vi a Zac en la puerta no lo reconocí en seguida, me sentía mal, y estaba preocupada por Henry, pero cuando desperté de mi desmayo, y Marianne me dijo que afuera estaba su hijo Zac, casi muero del miedo, si Sara se diera cuenta que Zac vino, y peor aún que nos quiere ayudar es capaz de mandarnos a desaparecer.
Suspiro frustrada, porque no puedo hacer algo para poder quitármela de encima, no quiero que nos haga nada malo, en especial a Henry, él lo es todo para mí.
Cierro mis ojos y el recuerdo de Zac llega a mí, el recuerdo de esa extraña corriente que sentí en todo mi cuerpo, es tan guapo, tan… ahí .. abro mis ojos, será mejor olvidarme de eso. No puedo pensar en él y mucho menos, aceptar su ayuda.
Decido levantarme para tomar algo, tengo una sed horrible, un fuerte mareo llega a mi cuando me levanto, espero a que se me pase y me voy a la cocina, a tomar agua.
No puedo creer que el gran Zac Lombardi estuviera aquí, recorro mi pequeña casa con la vista, hasta llegar a donde hay varios portarretratos con fotos de mi familia, sin pensarlo camino hasta en una donde salimos mis padres, Henry y yo.
—Cómo los extraño— digo acariciandolos en la foto, con mucho cuidado quito la foto del portarretrato, y observo la otra foto también familiar que hay oculta, sólo que en esta sale Sara, nunca le gustaba salir en las fotos, decía que se avergonzada de que fuéramos pobres, o según para ella éramos así, y en las pocas veces que salía era obligada por papá, o porque quería llamar la atención de alguien. Recuerdo que cuando se tomó esta foto estaba Lucas mi novio, también recuerdo que Sara se comportó como alguien que no era, ella quería llamar la atención de Lucas y lo logró ya que dos días después de esa fiesta los encontré revolcándose en mi cama.
Una lágrimas rueda por mi mejilla, ya que me había enamorado de Lucas, todo iba tan perfecto entre nosotros hasta que apareció Sara arruinarnos la vida.
Me sobresalto al escuchar unos golpes en la puerta, inmediatamente vuelvo a esconder la foto y la coloco en su lugar, limpio mis lágrimas, respiro profundo antes de dirigirme abrir la puerta, inmediatamente Mariana brinca a mis brazos cuando le abro la puerta, y yo gustosa la recibo.
—¿Cómo te sientes? — me pregunta claramente preocupada.
—La verdad no muy bien Mariana, las cosas cada vez me están saliendo peor.
—Alai... creo que deberías decirle la verdad. —
—¡Estás loca! ¿Quieres que aparezca muerta como mis padres?, o peor aún ¿Que algo le pase a Henry? No puedo exponernos Mariana, Sara es peligrosa, y ya te has dado cuenta.
—No quiero que se case con Zac, ella es mala, y sé que después de la boda ella... —se queda callada y hace que me preocupe.
—¿Ella qué Mariana? Dime que pasa.
—Ella planea asesinarlo — mis ojos quieren salirse al abrirlos tanto de asombro. — La escuché hablando por teléfono, ella quiere heredar todo. — Mariana se suelta a llorar.
—Mariana, tienes que decirle a Zac.
—Ya traté, hoy hablé con él, pero no me cree.
—Y si no te creyeron a ti, ¿cómo me van a creer a mi?— digo al borde de la desesperación. —Recuerda muy bien que tú no sabías lo que eras hasta que nos viste juntas, tú nos seguiste y escuchaste nuestra conversación.
—Tengo que hacer algo Alai, pero Sara no puede casarse con Zac, mi hermano está cegado, está enamorado de una mentira, oh... — se vuelve a quedar callada y me mira — Oh más bien diría enamorado de ti...
—¿QUÉ? ¿Mariana estás demente?, tu hermano me conoció hasta hoy.
—Alaia, no te has dado cuenta que Sara actúa como tú, su falsa dulzura, su carisma, su amor a los niños, como ayuda a la gente, Alai todo eso es falso en ella y además esa es tu forma de ser no de ella, si tan sólo él te conociera mejor, si vieras que eres mil veces mejor que ella.
—Basta Mariana, no sigas porque eso no va a pasar.
—¿Pero porqué no?
—Porque tu hermano no me interesa, porque no quiero volver a sentir nada por nadie, ya sufrí por amor y no quiero volver hacerlo, ya bastante tengo con los sufro todos los días por culpa de mi hermana.
—Pues si no quieres hacer nada para ayudarme a salvar a mi familia, pues lo haré sola, pero una cosa si te digo, no dejaré que esa víbora asesine a mi hermano, y mucho menos se quede con todo lo que él ha construido con mucho esfuerzo. —dice antes de dar media vuelta y salir de la casa.
—No, Mariana espera — pero ya es demasiado tarde, ya que ella se ha ido. Suspiro frustrada, ¿Qué voy hacer?