La nariz de Enzo se pasea por mi cuello, y sus fuertes dedos lo hacen por mi cintura. La distancia sutil que había entre nosotros ya no existe y eso es lo que hace que esté acorralándome en contra de la pared de cristal. Desde aquí puedo sentir toda su virilidad muy bien, todo su deseo y hasta mi propio deseo por esto.
Si nos están viendo los empleados del restaurante o no, no me importa. Lo único que me importa es la forma en la que me toca, la forma en la que está empujando sus caderas con las mías. La forma en la que me dice cosas que no dejaría que alguien más me dijera, la forma en la que sé cómo quiere desabrochar mis pantalones.
Y yo que supuestamente me vestí para impedirle esto, lo dejó porque soy un incendio en los lugares inadecuados. Mis pantalones bajan, lo escuchó tratando de imitar lo mismo con los suyos, y afinco mis palmas del vidrio esperándolo.
Su carne hace contacto con la mía, y lo quiero con tantas ansías, que entre, ya, rápido, sin suavidad. Pero tiene otros planes para mí, pasea su lengua por mi hombro…
Luego la pasea por mi oreja…
Luego por mi mejilla…
¿Mi mejilla?
….
Ladridos escandalosos y lametazos nada sensuales me reciben en la tierra de los despiertos. Porque en lugar de amanecer en una cama tras una intensa sesión de sexo, había amanecido más bien en mi propia cama, con Zeus casi montado sobre mí, lamiéndome. Me lo saco de encima y de mi cama.
—¡Te he dicho que no puedes entrar sin tocar la puerta Zeus! — le grito.
Pero benditos sean los Golden que no entienden del mal humor, ni de los gritos de humanos pidiéndole actividades humanas como tocar la puerta. Lo veo más bien tomando en su boca su pelota favorita, esa con la que solemos jugar cuando estoy en casa a estas horas de la mañana.
—¿Por qué tenías que llegar en la mejor parte? — refunfuño tapando mi cabeza con una de mis almohadas.
Sí, sí, a quién diablos le importaba con quién me acostaba en mis sueños mojados. No es como si se fuese a enterar tampoco, recién yo me estaba enterando de que de alguna forma sadista me atraía Enzo. Lo cual era una locura, una estupidez e insensatez.
Una que atribuiré a mi apetito s****l reprimido. Tenía mucho tiempo sin tener sexo con un hombre. O estaba muy ocupada o… no confiaba en ellos lo suficiente. ¿Cómo sabría si se aprovecharían de mí como Dylan? Siendo actriz era complicado conseguir al tipo de hombres que me gustaban. Me gustaban simpáticos, tiernos, dulces, como lo fueron los dos novios que he tenido en mi vida. Tan simpáticos, tiernos y dulces que con los dos terminé en buen plan. Incluso nos podríamos considerar como amigos a este punto.
El sonido de los coletazos que da Zeus me saca de las explicaciones de mi triste vida romántica, s****l y que haya cedido ante un hombre inescrupuloso como ese.
—Si vuelves a despertarme de esta forma, te regresaré al albergue — le regaño sentándome.
Regaño ineficientemente, porque Zeus se pone en dos patas para afincarse de mí y seguirme lamiendo la cara.
—No me retes, te dije que no me reta… — la villana que soy al despertarme de mal humor se va y da paso a algunas risas cansadas de este remolino dorado.
Me doy una escapada rápida al baño para lavar mi cara y cepillar mis dientes. Después bajo en compañía de Zeus por las escaleras, aunque un olor particular me llama la atención.
Huele a comida.
A tocino frito.
Cuando mis pies tocan el suelo, camino estando preocupada hasta la cocina. No, no había invitado a nadie a mi casa, ni esperaba a nadie. Ya en la cocina un sentimiento de zozobra se afinca en mi estómago. No es que vea a una persona, pero el olor y el sartén sucio en el lavaplatos, me comprueba lo que sospechaba.
Aquí hay alguien que no invité.
Camino por el resto de la primera planta, y no consigo a nadie.
Eso cambia cuando salgo al patio. Para darme cuenta de que debo ser tonta de nacimiento.
Allí en mi mesa de desayuno, un cabello azul eléctrico se mueve con el viento.
—¡Prima! Ven, apúrate a acompañarme — me invita con su mano — como en tu casa.
La mujer en cuestión era conocida para mí. Demasiado bien conocida para mi martirio. Era mi prima Caroline. De Caroline pocos párrafos son nada para describirla. Es la rebelde de la familia, la artista, la poliglota, la que tiene el cuero cabelludo más fuerte con esos tintes que se echa, la que casi nunca estaba en el país en alguna travesura legal o ilegal. Y ahora, la que tenía de alguna forma la llave de mi casa.
—No es que me moleste tenerte en mi patio Caroline, ¿pero te costaba mucho decirme que llegarías hoy? — le hablo sentándome en una de las sillas y confirmando que me esperaba con un desayuno con tocineta para las dos.
—Te juro que esta invasión de privacidad tiene una razón de ser — afirma con la boca llena de comida y noto que con un nuevo tatuaje en su hombro derecho. Es una telaraña.
—¿Te volviste a tatuar? — le cuestiono saboreando los huevos que también había preparado — prometiste a tu padre que el de la serpiente en tu tobillo sería el último.
—Mi piel es mi lienzo predilecto, soy artista, actuó después pienso. Debes entender de lo que te hablo como colegas que somos. Como plus, creces para… volverte adicta al dolor — me pica el ojo con picardía.
Saboreo los huevos con mucha lentitud, la suficiente para manifestar que no me parece tan divertida. Además, seguía teniendo varias cosas que explicarme, todavía.
—Sigo esperando lo de la explicación mágica de tu regreso. ¿Desde cuándo estás en el país? — pregunto curiosa. Hasta donde sabía mi prima estaba perdida esta vez por Francia.
—No importa el cuándo, sino el porqué. — trata de envolverme — Pasaré un tiempo aquí con la familia, la escuela primaria que los trillizos están montando. Lo típico. La tía-prima buena onda soy.
Ah sí, los niños y embarazos múltiples rondaban por mi familia. Mis hermanas era gemelas, y tenía unos primos trillizos. Que a su vez uno de ellos, Diego, tenía trillizos, y el otro, Gabriel, un par más de gemelas. Este último había sido el secuestrador de mejores amigas del que pienso con un poquito de resentimiento de vez en cuando.
Todos los hijos de mis primos eran pequeños de allí el chiste de la escuela, y a esos se les sumaban los hijos nacidos de a uno, estaba Lucas de también Jaz con Gabriel. No he parado, mi primo trillizo mayor, Adrián, tenía dos hijos más por su cuenta.
8 niños se habían dedicado a producir mis primos en un periodo corto de tiempo, o-cho. Cabe recalcar que mis tíos Elle y Aidan, eran los abuelos más felices de este plano. Y que mi árbol familiar era un maldito enredo. Continuando con lo que nos concierne y Caroline quiere marear para no responderme.
—¿La razón que tanto no quieres explicarme de tu presencia aquí essss?
Con los ojos en blanco de Caroline, me preparo para una explicación finalmente.
—El amor no está hecho para mí Amelia. Salí con este hombre con el que creí éramos un match perfecto. Error. Ni que le preparara tres comidas al día y ni que le diera sexo tres veces al día, le fue suficiente. Me montó los cuernos.
Mi pobre prima no tenía suerte con los hombres, eso también parecía ser algo de familia. Extiendo mi mano a tomarle una de ella.
—Su perdida, no la tuya — aseguro.
—Es lo mismo que me decía — está de acuerdo conmigo, aunque luego su rostro solo muestra culpa — pero… sabes que cuando estoy molesta no razono bien. Mi cerebro no, tengo la sangre caliente.
Un mal presentimiento flota en el aire.
—¿Qué hiciste Caroline?
—Eché un poquito de cemento en sus inodoros y… queme algo de su ropa — me revela preocupada.
—¿En qué estabas pensando? — digo sorprendida y algo horrorizada.
—No lo estaba haciendo del todo, y ese fue el problema. Me vine lo más rápido que pude para evitar los cargos. No me acercaré a Francia por algunos años.
¿Había algo mal en la cabeza de Caroline? Probablemente, eso ya todos lo sabíamos, incluyéndola a ella. Pero seguía sin saber lo que más deseaba.
—Entendiendo lo del ex infiel… ¿cómo fue que conseguiste las llaves de mi casa?
—Un consejito mi linda niña de verano, nunca, nunca, dejes llaves de emergencia en la casa de tus padres. — resuelve — Tía Doris me dio la tuya para echarte un ojo, estaba con mi mamá cuando llegué a su casa y aprovecho para pedírmelo.
Suelto un suspiro cansado. Mamá mandando a supervisarme, era tan típico de ella.
—¿Parte del plan era que me estuvieses contando esto?
—No, tonta. El plan era chequear la casa por si encontraba algún Misifú, sustancias ilegales o la vida independiente que toda hija desea de su madre. — argumenta — Según ella no estarías aquí, pero te vi durmiendo. Ni modo. Lo siento tía.
—Me hace pensar que a ella le alegraría más mi fracaso que lo que estoy haciendo… — digo decepcionada.
Ahora es Caroline la que toma mi mano en compañía.
—No des profundidad a algo que no lo tiene. Así son las mamás, preocupadas hasta el final por sus hijas. — me sonríe — Cuando le devuelva la llave diré que te va de maravilla, casa muy limpia, y libre de hombres y sustancias.
Por igual, le sonrío agradecida.
—Amable de tu parte. ¿Ya desempacaste las maletas en tu guarida? — Caroline tenía una casa propia con mucha personalidad en la ciudad.
—Me quedaré con mis padres por un rato, mi casa estuvo cerrada por varios meses y… se deterioraron las tuberías. Hay polvo por donde mires y yo sí que le quite mis llaves de emergencia a cualquiera por malas experiencias pasadas. Nadie la cuidó por mí.
Su tono decepcionado, me da una idea. Una idea que me hace sentir emocionada.
—¿Vivir con tus padres? ¿Sobrevivirás a eso durante la renovación? — cuestiono.
Caroline hace un berrinche con sus gestos.
—No por mucho, pero necesito un espacio amplio para mi estudio y no tengo ánimos de andar buscando alquileres — comenta resignada.
Es tiempo de lanzar mi idea al aire.
—¿Por qué no te quedas aquí conmigo durante ese tiempo? — ofrezco.
Caroline se sorprende por mi propuesta.
—¿Segura? Pensaba que estabas en tu época de autodescubrimiento Amelita, queriendo vivir a solas con tu perro — justamente Zeus se acerca a mi prima y esta le acaricia la cabeza.
—Sí y no. No he sido capaz de encontrar ese equilibrio que tenía cuando vivía con Jaz. Ni tan sola, ni vigilada por mis padres… — otra vez vuelve la ira a mí — Nunca creí que se fueran a casar tan rápido. Gabriel es un roba amigas.
—Sí, es el peor de los trillizos. Todos lo sabemos, solo que no se lo decimos en la cara, le puede dar una crisis — asienta con una gran sabiduría.
Fuera de chistes, me agradaba la idea de tener a Caroline aquí por un rato. Sabía que serían días difíciles con la llegada de Enzo, esa maldita audición y… la grandeza de esta casa, esa sensación que tenía de… ser vigilada.
—¿No seré una molestia para ti? — pregunta dudosa mi prima.
—Nunca — comento.
—Buscaré mis maletas entonces…
Que haya aceptado mi propuesta me calma. Lo que no me calma es el resto de mi vida.
.....
¿La atención de Amelia a Enzo se debe por su tiempo soltera? ¿Les gustó el sueño de Amelia tanto como a ella? Y sobre Caroline… ¿qué piensan de ella a este punto? Más importante, ¿está bien quemar la ropa de tu ex? Por IG: paola_yuu tendrán adelanto del nombre de los nuevos capítulos de esta semana ¡Abrazos!