Connor Petrova.
*Connor diez años.
Miro atentamente todo el lugar sin dejar un rastro sin mirar, papá siempre me ha dicho que tengo que saber dónde estoy, siempre debo estar pendiente de todo y no perder ningún detalle.
Mi madre hablé tranquilamente con una señora mayor y mi padre con un señor idéntico a él.
–Connor hijo ven–Mi padre me llama, me acerco cauteloso ese señor que se parece a mi padre no me da buena espina.
–Este es el pequeñín–Aprieta uno de mis cachetes.
–Si, hermano es él, Connor, Connor es él tu tío Rubén–nos presenta.
Ambos se miran oscuro contra ojos diferentes se detallan perfectamente, observo todo su rostro, su color de cabello castaño oscuro, su mandíbula bien marcada, su nariz recta.
Rubén me sonríe, pero su sonrisa no me parece para nada sincera.
–Un gusto–Le digo después de un rato.
–Para ser tan niño es muy maduro.
–Si y es muy risueño–Mi padre me mira orgulloso.
En ese momento la señora mayor se acerca colocándose al lado de mi tío y mi madre al lado de mi padre, llevo mirada a mi tío que está viendo a mi mamá de una manera muy extraña.
No me gusta.
Niego alejándome de los adultos centrándome en jugar.
*Connor quince años.
Estoy dando vueltas por la casa hoy nacen mis hermanas o ya nacieron verdaderamente no lo sé.
La puerta de la entrada es abierta y lo primero que distingo en el cabello rojizo de mi madre bajo la mirada a sus brazos dónde carga dos bultos.
–¿Son ellas?–les pregunto sin dejar de sonreír.
–Si cariño, te presento a Cloe–dice mirando a la derecha–Cleo–mira a la izquierda.
–Hijo escogiste bien sus nombres–mi padre me revuelve el cabello.
Sonrió feliz observando a mis hermanas, la noche llega y con ella mi padre sale por una emergencia.
Mi madre da vueltas por la casa mientras yo solo cuido de las pequeñas clones, está preocupada ya son más de las doce de la madrugada y aún mi padre no llega.
La puerta es abierta y por él entra mi ¿Padre?.
Niego él no lo es, hay algo que no me cuadra.
–¿Ricardo por qué llegas tan tarde?–Mi madre se acerca para abrazarlo.
Él exclusivamente la mira con una sonrisa que hace que me dé escalofríos para luego hacer una mueca de fingida tristeza.
–Venía del hospital-El cuerpo de mi madre se tensa–Mi hermano Rubén tuvo un accidente–la casa queda en silencio hasta que mis hermanitas dejan de llorar.
Un mes después.
La casa es un caos mi madre pelea cada veinte segundos con él que se supone que es mi padre, no hay ni un momento de paz.
Intento levantarme de la cama, pero al hacer el intento me empiezan a doler mis piernas y espalda.
Paso mi mano por mi espalda remomerando cómo él me pegó solamente porque Cleo no dejaba de llorar.
–Tú no eres mi esposo–Le escucho decir a mi madre.
–Claro que lo soy–dice él, al otro lado de mi habitación.
Yo nada más niego él no es mi padre, ambos dejan de hablar el sonido de la puerta de la entrada de escucha seguido de un portazo escucho como se enciende el auto saliendo de garage.
No escucho el silencio reina dando paso al cansancio en mi cuerpo.
–Connor–la voz de él me despierta y al verlo con los ojos rojos me alteró-Tu madre tuvo un accidente al regresar y no sobrevivió.
El nudo que se forma en mi garganta aumenta como puedo me doy la vuelta dejando que las lágrimas rueden por ellas.
*Connor diecisiete años.
Miro mi supuesta casa en silencio observo todo, la oscuridad está presente, pero por la luz de los faroles de afuera ilumina lo suficiente.
Con cuidado bajo con mis dos pequeñas hermanas, ambas en silencio su madurez me deslumbra.
Saben que aquí no estamos seguros, cuando doy un paso el latigazo por el dolor hace que haga una mueca.
–¿Ta'bien coco?–Cloe me pregunta.
–Tranquila, clon estoy bien–su sonrisa me ayuda un poco, sus ojos azul cielo se llenan de terror al mirar para atrás.
–Coco–Cleo susurra aterrada.
–Mocoso imbécil–me tira al piso, pero como puedo protejo el cuerpo de mis hermanas–¿Querías escapar eeh?–Se empieza a desatar la correa, mi respiración se acelera–Ya verás que no podrás caminar en mucho tiempo–Levanta la correa, pero no llega a mí ya que Cloe se coloca enfrente de mí.
–No pegue coco–dice con dificultad.
El hombre que se supone que es nuestro padre la mira agachándose a su altura la toma entre sus brazos llevándosela hacia la salida.
–Una lección para que no intentes escaparte de nuevo, despídete de tu hermana no la verás nunca más–llega a la entrada intento levantarme, pero el dolor en mi espalda se multiplica por mil–Cuando regrese no podrás caminar por mucho tiempo–Promete
Sale de la casa, agarro como puedo a mi hermana, Cleo, que llora en silencio sabe que si grita para mí será mucho peor.
La abrazo a mi siento que me falta algo.
El terror llena mi cuerpo ¿Qué le va a hacer Cloe?.
Intento moverme, pero no puedo, no pasa mucho tiempo cuando empiezo a sentir mi camisa mojada por detrás a causa de la sangre.
–Cleo, vamos–La levanto llevándola a su habitación ingresando a la mía.
El tiempo pasa lento cierro los ojos cuando las lágrimas amenazan con salir.
Tenía que hacer algo, yo tenía que hacer algo.
–Connor.
Esa voz hace que mi cuerpo se tranquilice, tan cálida, tan angelical.
–Connor, te amo–Cierro los ojos, y me he vuelto loco.
No tardó mucho cuando escucho pasos hasta llegar a mi habitación, el terror vuelve a mí con más intensidad.
La puerta es abierta y por ella entra mi peor pesadilla.
–Te dije que me la ibas a pagar–dice cargando un bate de béisbol en su mano.
*Connor presenté.
–Eh, Connor amigo vuelve–siento que me zarandea por el brazo–Despabila que tenemos clientes–Marcos mi compañero de trabajo y amigo hace que vuelva a la realidad.
Me concentro en atender a los clientes entre ellos unas chicas que no pasan la oportunidad de coquetear me.
–Raro–un grupo de chicos me llaman, dando un suspiro me acerco, ya que todos los meseros están ocupados–Queremos ordenar papas fritas y cuatro hamburguesas con todo raro–anoto todo maldiciendo.
Odio que me digan raro, pero lo que más odio es que no pueda defenderme.
–Estará lista en unos minutos.
Doy media vuelta volviendo a mi sitio, miro todo con cara de fastidio.
Quisiera irme lejos de este maldito lugar, pero no puedo, mi motivo está aquí no puedo dejarla sola que ese monstruo, tampoco puedo llevármela la última vez no salió bien.
Llevo mi mano a mi espalda como si aun pudiera sentir aquel bate en ella.
Me pierdo un momento y me desconecto de todo.
Pensado en todo y en nada a la vez, hasta que enfrente de mí un grupo de chicas empiezan a moverse descaradamente intentando llamar mi atención.
Únicamente las ignoro con la cara roja alejándome de mi puesto y yendo por mis cosas, ya ha llegado la hora de irme.
Me Despido de todos miro la hora en mi reloj, siendo las diez de la noche apuro el paso hasta el lugar que debería ser mi lugar seguro, nada más es mi lugar de tormento.
No tardó mucho en llegar adentrándome con cuidado de no hacer mucho ruido, asomo mi cabeza y al ver la sala y cocina despejada avanzo.
No tardó mucho en darme cuenta de que él no está, puedo respirar tranquilo.
Me acerco al cuarto de Cleo mirándola plácidamente dormida como la deja hace unas cuantas horas antes de irme, ella se queda sola cuando no estoy y no sale de su cuarto hasta el día siguiente.
Me adentro al mío desasiéndome de mi ropa camino hasta mi baño introduciéndome en la ducha.
Cuando ya estoy listo salgo del baño directo a buscar ropa por unos minutos miro aquel cuadro que tengo hacia abajo con la tentación de levantarlo, pero no lo hago.
Ya listo salgo hacia el techo sentándome en él, perdiéndome entre las estrellas y la luna que brilla con intensidad.