Narra Reinaldo El avión vibró cuando chocamos con una zona de turbulencia. Los dedos de Micaela agarraron el reposabrazos y cruzó las piernas con nerviosismo. Volar en privado la ponía nerviosa: el lujo era agradable, pero aparentemente el avión más pequeño la ponía nerviosa. Ella se lo merecía ahora mismo.Ese maldito mensaje de voz. Me lo merecía, para ser justos. Supongo que ambos conseguimos lo que venía, pero aun así. Ese mensaje de voz me puso los dientes de punta. No podía creer que le dijera a un reportero que estábamos saliendo, y durante unos diez minutos estuve absolutamente furioso.Hasta que lo recordé, ese era todo el maldito punto. Fue brillante, de verdad. Todo este tiempo quise usarla como pantalla para distraer al mundo de los horribles rumores que circulaban sobre mi r