LIBRO II: CAPÍTULO 3 - La trampa

2352 Words
Registrada en SAFE CREATIVE  Bajo el código: 2108299104794 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © María Julia  Siempre supe que Jaz era un hombre peligroso, siempre, aún de adolescentes y jamás pensé que eso me fuera a afectar a mí porque él me quería, era mi novio y pensé que estaba a salvo, ahora veo que debí confiar en mi instinto para no verme en esta situación.  No pude soportar seguir un minuto más en esa reunión y tuve que salir. Tomé a mi hija de la mano y sin más caminé hasta el local de golosinas que le gusta y le compré el helado de vainilla, después tomé un taxi hasta la casa y como solíamos hacerlo antes bajamos a la playa donde Sabina se terminó el helado y luego se puso correr con los pies descalzos sobre la arena.  La observo atenta, su alegría, su paz, esa chispa traviesa que heredó de mi y por más que le busco no encuentro nada parecido con Jaz o, tal vez, me niego a encontrarlo y es mucho más parecida a él de lo que yo creo.  No puedo creer que haya llegado a este punto, ¿por qué no se quedó en Canadá?, ¿por qué justamente cuando me siento más feliz y completa llega a interrumpirme?, ¿a caso estoy pagando algo más?, ¿algún error? Sé que ser impulsiva es malo pero no tanto como para tener que ceder a Jaz. ―¿Está ocupado este asiento?― escucho la voz de mi padre y al voltear lo veo parado frente a mí, con las manos adentro de los bolsillos de su pantalón y con una sonrisa ligera entre sus labios.  Con una mirada le indico que se siente y él lo hace. Se quita los elegantes zapatos, las calcetas y entierra los pies en la arena.  ―No tienes el dinero, ¿verdad? ― le pregunto en un hilo de voz.  ―No― responde― pensarás, ¿para qué tanto dinero si cuando se trata de mi hija y mi nieta no es suficiente?  Niego con la cabeza. Volteo a ver a mi papá y le sonrío ― una vez un hombre muy sabio me dijo que el dinero no era todo en la vida y que por eso, por mucho tiempo mantuvo a su familia con un suelo promedio y dándoles lo que necesitaba.  Mi papá suspira ― tal vez si no hubiese renunciado a todo ahora tendría más dinero para que te dejara de molestar Jaz.  ―Y no hubieses conocido a mi mamá y estarías casado con una mujer que no amabas, ¿no es así?― pregunto.  Mi papá voltea a ver a Sabina que corre por toda la orilla de mar y suspira ― cuando estaba joven solía venir a observar el mar, me tranquilizaba la mente y apartaba los pensamientos malos de mi mente. Solía imaginar que un barco pasaba y yo nadaba hacia el y me llevaba a una tierra exótica y lejana donde mis padres no me encontraban. Era una gran fantasía hasta que se cumplió. Tu madre me llevó a esa tierra exótica y lejana y mis padres no me encontraron.  ―¿Qué quieres decir con esto?, ¿qué debo irme de aquí en un barco? ― pregunto.  ―No mija, lo que te quiero decir con esto es que los deseos se cumplen.  ―No te entiendo― respondo.  Mi papá vuelve a suspirar― no me hagas caso, sólo soy un pobre viejo frustrado y enojado que trata de consolar a su hija triste y enojada; somos un par de personas enojadas.  ―Mientras vemos a Sabina correr sin preocupaciones, cuánto deseo volver a ser niña, cuando las consecuencias más grandes eran por pintar la pared o ensuciar el cojín de la sala de chocolate.  ―Y voltearlo para que mamá no lo notara― responde mi papá.  ―¿Recuerdas la fila de hormigas que entraba del jardín?, se le subieron a Luz y corrió por toda la casa― le recuerdo y ambos reímos.  Después de ese momento nos quedamos viendo hacia el mar como si ambos ahí tratáramos de encontrar una respuesta. Mi padre toma mi mano y provoca que lo vea a los ojos. Amo la mirada de mi papá, es tan sincera y tan buena, transparente, ahora entiendo porque no le puede ocultar nada a mi mamá.  ―Jaz vendrá mañana a ver a la niña― murmura.  ―¿Qué? ― pregunto asustada.  ―Él quería verla en su casa pero les dije que la visita sería contigo vigilando y controlada en el jardín, así que podrás estar presente las dos horas que se le permitieron. Debes jugar bien tus cartas― habla― debes utilizar la astucia antes que el cólera.  ―¿Servirá?  ―No lo sé. Tú fuiste la que más tiempo estuviste con Jaz, ¿qué no? Debes saber en qué terreno estás parada María Julia antes de moverte, ¿entiendes?, no puedes sólo llegar y atacar, es evidente que acabarás perdiendo. Se astuta, como siempre lo has sido, no te dejes llevar por lo evidente― me dice viendo a los ojos.  Asiento con la cabeza ―Papá, ¿tenemos pruebas o algo para que no tenga que ceder a su chantaje?  ―Tenemos todo Julie, pero debes suavizar a Jaz, no queremos llegar a una demanda que nos quite tiempo y sobre todo la paz de Sabina. No puede salir lastimada, ¿comprendes? ―Lo sé.  ―Ahora, vamos a cenar, te invito. Olvidémonos de este asunto y disfrutemos del tiempo juntos. Hace mucho que muero por comida típica de acá y no me caería mal.  Ambos nos ponemos de pie y antes de llamar a Sabina me abraza ― sé que no es lo peor que enfrentaré en mi vida pero, ¿por qué se siente como si el mundo se fuera acabar?  ―Porque duele― me murmura― no podrás evitar que las cosas te duelan María Julia pero si debes evitar que no te duelan de nuevo, ¿comprendes?  ―Comprendo― murmuro.  ―Ahora vamos― me dice―¡Sabi!, vamos a cenar corazón― le grita a mi hija que regresa corriendo con el vestido manchado de arena mojada.  ―¡¿Puede ir Mateu?!― grita mientras corre para acá.  ―Puede ir Mateu― responde mi papá y ella la toma de la mano. Sabina me ve al rostro y me sonríe.  ―No estés triste mamá, no sirve de nada― comenta sin más― mi tío Canallas dice que si hay una solución para que estar triste y si no hay solución, para que estar triste.  Me río bajito― ¿ahora tú escuchas a tu tío Canarias?, ¿desde cuándo?  ―Desde que me agrada― responde―¿Vamos a ir a cenar?― le pregunta a mi papá y ambos se van caminando hacia las escaleras de la casa.  Mientras camino, saco mi móvil y lo veo, está completamente descargado y al salir de prisa he dejado el cargador.  ―Ayúdame Robert― murmuro para después guardarlo de nuevo.  […]  La visita de Eduardo Jaz a la casa fue un gran acontecimiento que mi madre no pudo concebir. Jamás la había escuchado tan enojada, gritando por el altavoz mientras mi padre, encerrado en su habitación, trataba de tranquilizarla. Mi papá la escuchó, le dijo las razones de la situación y ella terminó por aceptar y casi amenazarle de que si nos quitaba la vista de encima no volviera a México; al parecer ambas estamos en la misma frecuencia.  Por mi parte, no pude dormir. Me levanté temprano para revisar los correos del trabajo y no tuve mente para enviarle un mail a Robert, quería contarle todo pero a la vez sabía que primero debía hacer lo que mi padre me pedía, ver en qué terreno estaba parada. Después, duché a Sabina, la vestí y bajamos a desayunar en espera de Jaz que, inesperadamente, llegó puntual a la cita.  Cuando el timbre sonó, sentí como el cólera subía por mi cuerpo y cuando mi padre abrió la puerta y lo vi, quería explotar, pero sólo tomé a Sabina de la mano y la pegué a mi cuerpo.  ―Sólo tienes dos horas― le murmuró mi padre.  ―No se preocupe, señor, si todo sale como lo tengo planeado, ya no sólo me verá dos horas, bueno más bien, ustedes deciden.  Me quedo en silencio mientras Jaz entra al recibido y detrás de su cuerpo saca un regalo con un moño rosa y con una sonrisa se acerca a nosotras.  ―Cuidado Jaz― murmuro.  ―Hola Julie― me dice y luego ve a Sabina que se esconde detrás de mi cuerpo sujetando mi mano ― ¿me recuerdas? ― le pregunta a Sabina. La niña asiente con la cabeza pero aún no se aparta de mi lado. Jaz le entrega le acerca la caja y le insinúa que la tome― recuerdo que lo buscabas cuando te vi por primera vez, ten, tómalo, es para ti.  Sabina me ve buscando mi aprobación y yo con todo el dolor de mi corazón le digo que lo tome― gracias― murmura mi hija.  ―Gracias papá― habla Jaz.  ―Te dije que con cuidado― digo entre dientes.  ―¿Qué no le puedo decir que es mi hija?, pensé que para estas alturas ya se lo habías dicho.  ―¿Entonces si es mi papá? ― pregunta Sabina viéndome a los ojos ―¿no que era Rober?  ―Sabina, mija ― murmuro. Ella deja el regalo sobre el suelo y luego me ve ―Yo ya no entiendo a los adultos, quisiera ser sirena― contesta y camina hacia el jardín. Ambos la vemos como se aleja. Sabina abre la puerta y se sale para correr hacia el pasto.  ―Te dije que cuidaras lo que dices, ¡cómo te atreves a confundirla así!― le reclamo.  ―Y, ¿tú no lo haces?, ¡qué es ese disparate de que Robert es su papá!― me reclama Jaz.  ―¡Porque ella lo escogió así!, ¡que no entiendes que uno no ama lo que no ve! ―Julie― escucho la voz de mi padre firme. Volteo a verle y con los ojos me indica que me tranquilice ― te sugiero Jaz que aproveches este tiempo con Sabina y dejen de discutir.  Mi padre, después de decir eso, sube las escaleras de la casa y nos deja a Jaz y a mí en el recibidor. Volteo a verlo y él me sonríe ―¿no agua?, ¿no nada?  ―Conformate con verla― comento y camino a paso firme hacia la puerta para salir con Sabina.  Jaz, velozmente y a pasos firmes, camina hacia mí y me toma del brazo cuando justo voy saliendo por la puerta. Me empuja hasta la orilla de la terraza donde hay un punto ciego de la cámara de seguridad y de las ventanas de las habitaciones.  ―¡Déjame!― murmuro― no te atrevas a maltratarme en mi propia casa porque no respondo.  ―Cambié de opinión sobre el trato, querida, y decidí que quiero casarme contigo y vivir al lado de mi hija― responde.  ―Pues tanto interés tienes en ella que está jugando sola en el jardín.  ―Primero lo primero, María Julia, te casarás conmigo porque si no haré que Robert Carter se hunda, ¿entiendes? ―¡No puedes hacer eso!― exclamo viéndole a los ojos.  ―Claro que puedo y ayer lo decidí. Tu padre no tiene el dinero para dármelo y yo no planeo irme fácil si no me lo da, así que si quieres mantenerte cerca de nuestra hija más vale que lo hagamos de esta manera, o te juro que haré que ese americano pague las consecuencias de tus malas decisiones.  ―¡Él no tiene nada que ver en esto!― grito y sin poder evitarlo le doy una bofetada que hace que Sabina voltee a ver.  ―¡Déja a mi mamá!― grita desde el otro lado del jardín y corre hacia nosotros con lágrimas en los ojos. Al llegar patea a Jaz en la pierna― ¡qué te quites! ―¡Basta!― expresa Jaz y de un manotazo la quita de su lado.  Sabina cae sobre el suelo y se suelta a llorar de inmediato―¡Cómo te atreves a pegarle a mi hija! ― grito enojada y sin poder controlarme le doy una patada a la altura de la ingle haciendo que él se doble de dolor. Tomo a Sabina entre mis brazos y la pego a mi pecho. ―¡Qué demonios pasa aquí! ― grita mi padre entrando por la puerta y al ver a Sabina llorando puedo ver como el coraje recorre su cuerpo y sin poder evitarlo lo toma de la camisa y lo pega contra la pared ― ¡vas a pagar por esto!― exclama mi padre enojado― te refundiré en la cárcel.  Jaz comienza a reírse y mientras mi padre lo tiene de esa manera― ¿qué es tan chistoso?  ―Que ahora tengo la prueba de que usted me está amenazando― habla viendo hasta las cámaras de la terraza ― no tienen idea de lo mucho que voy a disfrutar de esto.  ―¡Lárgate de aquí!― grita mi papá ―¡lárgate!  Mi padre lo suelta de la camisa y Jaz se la arregla mientras me ve a los ojos― mi intención no era pegarle.  ―¡Vete!― exclamo enojada ― ¡lárgate!  ―Recuerda, hundirlo Julie y con este video aún más… piénsalo bien mi amor, piénsalo muy bien― me amenaza para luego irse de ahí.  Mi padre voltea a vernos―¿están bien? ― pregunta y yo asiento― nos jugó sucio― murmura mi papá ― y caímos en su trampa. 
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