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Él toma una toalla y la envuelve firmemente alrededor de mi dedo, apretando para aplicar presión en él. —¿Tienen un sanador que pueda ayudarte? —y sé que se refiere a ayudar a los humanos, porque yo sano como uno, pero al menos tuvo el suficiente sentido de no decirlo. —Sí. Sofía me ha estado cosiendo desde hace años —digo con una sonrisa. Papá me llevó a ella la primera vez que me corté gravemente la rodilla y necesitaba puntos. No tenía nada para adormecerlo porque los lobos no suelen necesitarlo. Estaba muy nerviosa mientras me cosía y mamá tuvo que enviar a papá fuera de la habitación. La segunda vez que me caí y me corté el codo, descubrimos que ella había estado estudiando sanación en humanos y tenía muchas más cosas a mano para mí. Esa vez pudo adormecerme y las pocas veces desde