Capítulo 4

1574 Words
Estoy de vuelta en mi habitación, me duché y volví a rizar mi cabello y maquillé, pero esta vez con Oliver. Ahora me doy cuenta de que he retrasado la ceremonia del Alfa, haciendo que la cena comience tarde y que arruine el día de mi hermano. Oli sale de mi armario llevando otro vestido verde, pero más oscuro, para que me lo ponga y me doy cuenta de que mis zapatos que dejé en mi oficina de la cocina ahora están en mi habitación, pero estoy demasiado exhausta emocionalmente para preocuparme de cómo llegaron aquí. Oli me cierra el vestido y me entrega los zapatos —Como nueva —dice, observando mi apariencia con un ojo crítico. Estoy nerviosa, pero sé que no me dejará presentarme ante mi pareja luciendo menos que asombrosa. Toma mi mano y comienza a caminar, pero dudo en moverme. Él se voltea para mirarme y encuentra mis ojos—. Esta vez no te puedes escapar. Tienes que conocerlo. Sé que tiene razón, pero todavía estoy absolutamente aterrada. Nos dirigimos hacia la oficina del Alfa atravesando la casa de la manada. A medida que nos acercamos, empiezo a olerlo y sé, sin duda alguna, que mi pareja está ahí adentro. Huele a enebro, a naranja y canela, es casi abrumador. Me siento tan atraída hacia él y ni siquiera lo he visto. Si así se siente encontrar a tu pareja con una loba rota, entonces tal vez sea tan fuerte para él que no seré rechazada. Me aferro a ese rayo de esperanza mientras giro el pomo de la puerta para entrar. Mi papá y Robert están sentados apoyados en el borde de su escritorio. Mi mamá está sentada elegantemente en la silla frente a ellos y en la otra silla está... la Reina Audrey, con el Rey Peter detrás de ella. Me pregunto brevemente por qué están aquí para esto, pero esos pensamientos se pierden cuando veo a mi pareja parado junto a la ventana. Es QUIEN vi desde el jardín, pero en lugar de mirar por el terreno, me está mirando fijamente a mí. Nuestros ojos se encuentran y comienzo a sentirme inestable. Oliver pone su mano en mi espalda para sostenerme y susurra en mi oído: —Ve a saludarlo. Mordiéndome el labio, asiento y comienzo a cerrar la distancia entre nosotros. Para mi sorpresa, mi pareja también comienza a caminar hacia mí y una vez que llegamos el uno al otro, coloca suavemente una mano en mi hombro y pregunta: —¿Estás bien ahora? —Tiene unos ojos amables de azul pálido y parece estar genuinamente preocupado por mí. No puedo hablar y solo asiento en respuesta. Veo a mi hermano de reojo y siento tanta culpa por cómo me he comportado hoy en su día. Camino hacia mi hermano y puedo notar que no esperaba que lo hiciera, pero me abraza fuertemente. —Lo siento por arruinar tu ceremonia —le digo y es la verdad. Estaba tan sumida en mis sentimientos que no me preocupaba por el tiempo y sé que debió comenzar hace horas. —No arruinaste nada, pequeña. Solo lo retrasaste —me dice y sonríe hacia mí. Me suelta del abrazo, toma mi mano y vuelve hacia mi pareja—. Príncipe Seth —se dirige a él—, me alegra finalmente presentarte a mi hermana, Molly. Molls, él es mi amigo, el Príncipe Seth —¿Príncipe? Así que eso explica por qué el rey y la reina están aquí—. El Príncipe Seth y yo hicimos todo nuestro entrenamiento físico juntos. Es un chico realmente bueno, Molls —me dice, apretando mi mano para reconfortarme. —Hola —digo, mirando al Príncipe Seth. Es grande, el más grande de la habitación. Es tan alto y sus hombros son anchos y fuertes. Tiene el cabello oscuro y casi llega a sus hombros, pero tiene los ojos azul claro de su mamá. Sé que debería decir algo más, pero toda esta situación se siente tan intimidante. —Hola —me responde con una sonrisa amable y extiende su mano hacia mí. Suelto a mi hermano y pongo mi mano en la suya. Me sorprende al llevar mi mano a sus labios y darme un suave beso—. Es tan agradable finalmente conocer a la famosa Molly de la que tanto he oído hablar —dice con una sonrisa. Todos me están mirando y me siento aún más incómoda. —Umm, tal vez deberíamos comenzar la ceremonia pronto —digo, volteándome hacia todos en un intento de apartar la atención de mí. —Sí, tienes razón. Deberíamos prepararnos para comenzar la ceremonia pronto. ¿Por qué no nos dirigimos abajo y dejamos que Molly y Seth tengan unos momentos a solas? —dice mi papá mientras se levanta y se acerca para besarme en la frente. Mi mamá lo sigue justo detrás de él y toma mi otra mano mientras se inclina hacia mí y me susurra al oído en voz baja: —Es apuesto. Ellos se dirigen hacia la puerta con Robbie mientras el Rey Peter y la Reina Audrey los encuentran allí y todos salen con mi papá cerrando la puerta detrás de ellos. Pensé que me sentiría más cómoda sin que todos nos miraran, pero ahora que estamos solos, estoy aún más nerviosa. Él parece amable. Supongo que cuando me rechace tal vez no sea demasiado duro. —Así que —dice, rompiendo el silencio entre nosotros—, tu mamá piensa que soy apuesto —y no puedo evitar reír. No creo que ella quisiera que él la escuchara, pero me alegra que lo haya hecho y que pueda bromear al respecto. Me lleva hacia el sofá en la esquina tomándome de la mano, que noto que aún no ha soltado. Me siento con él a mi lado. Está cerca, es cálido y huele tan bien, pero no puedo permitirme involucrarme demasiado. —Lo siento por haberme ido antes —le digo, y es la verdad. Él no responde, simplemente continúa mirándome—. No estaba tratando de ser grosera —continúo—, sé que esto es realmente decepcionante para ti —termino mientras mi voz baja hasta casi un susurro. —¿Por qué estaría yo decepcionado contigo? —él dice y puedo ver en su rostro que parece estar genuinamente sorprendido por mis palabras. Quizás entendí toda esta situación mal. Todos, las dos familias enteras estaban en la oficina de mi papá mientras yo me sentaba en el jardín y lloraba. Deben haber hablado de mí. Seguramente él sabe. —Yo, uhh...—y no sé las palabras para describir adecuadamente el desastre que soy, pero lo intento porque él merece saberlo antes de quedarse conmigo—. Soy una loba rota, Príncipe Seth. Y mientras pauso para tratar de explicarme, finalmente él suelta mi mano, solo para colocar suavemente su dedo bajo mi barbilla y girar mi rostro para mirarlo. —Solo Seth para ti. Eres mi pareja, mi igual. Nunca Príncipe para ti, siempre Seth. Pronto serás la Princesa Molly y eventualmente la Reina, pero siempre serás mi igual. Es en ese momento que me doy cuenta de que el Príncipe Seth no es solo su nombre, sino su identidad real, y que ser su pareja viene con mucho más de lo que estoy preparada. Las niñas pequeñas sueñan con ser princesas algún día, pero para mí, es una pesadilla absoluta. —No puedo ser Reina. Ni siquiera soy una loba real. Te vi en la ventana y pensé que mi familia te habría contado. Estoy... lo siento mucho —digo mientras mi pecho comienza a doler y apenas puedo respirar. —Sin embargo, eres una loba real. Está en tu aroma. Mi lobo está seguro de eso. —Pero no lo soy. No tengo una loba. Nunca me he transformado, no tengo una constitución muscular. Si algo me sucede, no puedo salvarme a mí misma. Seré solo un enorme problema. —No —me interrumpe él y puedo ver un destello de enojo en sus ojos—. No eres un problema. Eres mi pareja. La Diosa te hizo para mí. —La Diosa no me hizo para nadie, Seth. Nadie me querría —digo mientras mi voz comienza a temblar. Esto no va como pensé. Nunca soñé que tendría que convencer a mi pareja de que no soy lo suficientemente buena, pero este hombre simplemente sigue sorprendiéndome cuando me agarra y me sienta en su regazo. —Hay personas que SÍ te quieren, Molly. Yo te quiero. Tus padres te adoptaron, te querían. Robert siempre te quiso, nunca dejó de hablar de ti durante el entrenamiento. Eres diferente, Molly, pero eso no significa que no eres suficiente y que no te quieren —me dice mientras me sostiene en su regazo. —Creo que tal vez deberíamos hablar de esto más tarde —le digo mientras me levanto y él me deja, pero mantiene sus manos en mis caderas—. Arruiné bastante el día de Robbie. Deberíamos ir al piso de abajo. —De acuerdo, Molly, podemos hablar de esto más tarde esta noche —dice mientras se levanta. Noto que aún no me ha soltado, se inclina y besa mi frente—. Tu eres querida —dice mientras toma mi mano y me guía hacia la puerta—. Tú eres mía.
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