—Horas antes, le sané el dedo —le digo. —Tú, ¡¿qué?! ¿Cómo? —me pregunta, asombrada. —Mi lobo lo lamió y sanó —le digo y ella nos mira, con la boca abierta—. Había tenido un sueño cuando sucedió por primera vez, pero no se dio cuenta de que su loba le estaba diciendo cómo arreglarlo. Benjamín lo descubrió y ella quiso intentarlo. —Voy a buscar al Rey y a su padre. Bueno, a sus dos padres, supongo —dice Sofía y se va, regresando con los tres hombres grandes, que todos parecen enojados. Mi papá empieza a decir algo, pero levanto la mano hacia él. —Discutiremos todo cuando Molly esté despierta y bien. No voy a lidiar con otra cosa que no sea ella en este momento —les digo y nadie se atreve a decir nada. Sofía se sienta al lado de la cama, poniendo su mano sobre la de Molly, que aún está