Inuyasha
Todavía estoy pensando en las posibilidades de golpearlo tan fuerte que entre en coma hasta que tenga sesenta años. Él me mira y trata de descifrar mis movimientos y pensamientos.
—¿No me piensas darme un abrazo? —Pregunta con aires indignado.
—¿Crees que de verdad te lo daré? —Él hace una mueca.
—Creo que te debo una disculpa — se rasca la nuca.
—Creo que la merezco — él asiente.
—Discúlpame por no haber venido antes ni habértelo dicho, discúlpame por desaparecerme medio año cuando me necesitabas. Pero en mi defensa, estaba cuidando de mi madre enferma que no y tenía cabeza para nadie más — es entonces donde me levanto de mi silla ejecutiva y avanzo hasta él, lo sorprendo cuando lo abrazo, pero rápidamente el me corresponde.
—Me hiciste falta maldito pervertido — sonrío y él hace lo mismo.
—Tú también Inuyasha, no tenía quien se queje como una mujer en sus días — golpeo su brazo y él se queja.
—No te pases de listo Miroku — sonreímos como dos locos, pero en mi defensa medio año sin ver a mi mejor amigo es más que suficiente.
—Quiero ponerme al día, comienza a soltar la sopa — entonces comienzo a contarle todo lo que está pasando, con Kagome y Ayame, mi hija y la revolución sin solución que tengo en mi cabeza. Ese sueño extraño que me tiene la mente en las nubes, en fin, me desahogo como debe de ser.
—Y eso es todo hasta ahora — termino mi explicación.
—Me voy medio año y toda esta locura se desata — Miroku me mira pervertidamente y yo, pues yo simplemente hago silencio.
—Estoy confundido — le digo sincero.
—Y con todo el deber del mundo — suspira — lo que entiendo es algo y está muy sencillo de explicar.
—¿Qué es?—pregunto pero en realidad se escuchó como una súplica.
—Te gusta Kagome—lo miro como si hubiese salido de un manicomio.
—No, no, claro que no—le respondo rápidamente.
—Bueno, creo que iré a tu casa, tengo ganas de conocer a la hermosura—mueve sus cejas de arriba hacia abajo, y yo pongo mis ojos en blancos.
—Ni se te ocurra propasarte—le advierto con voz intimidante.
—Tranquilo—levanta las manos en señal de rendición—¿y no que no te gustaba?—pregunta riendo.
—Claro... que no me gusta—digo como puedo ya que me agarro por sorpresa su pregunta.
—¿Entonces no te molesta que sea mi nueva conquista?—lo miro como un demonio.
—Ni se te ocurra atreverte—vuelvo y le advierto—le haces algo y olvidas que es tener un "amigo" allá bajo—le amenazo y el ríe.
—¿Por qué te molesta sino te gusta?—pregunta burlón.
—Porque es la niñera de mi hija—me explico débilmente, de solo pensar en Kagome con otro, siento como la sangre comienza a hervirme.
—¿Y? Eso no es una excusa, puedo coquetear con ella y que las cosas se den solas—responde con aires desinteresado.
—¡No le vas a coquetear!—le grito saliendo de mis casillas.
—Dime por qué—pide excusa y yo solo siento me que reviento, de solo imaginar a mi pequeña Kagome sonrojarse con otro hombre que no sea yo, mirarle de la manera que quisiera que me mire a mí, besando otros labios cuando yo muero por hacerlo.
—¡Porque ella me gusta!—estallo—¡me encanta! ¡No dejaré que nadie se le acerque!—mi respiración es muy agitada, palidezco cuando me doy cuenta de lo que he dicho, miro a Miroku y lo veo sonreír triunfante.
—Siempre gano lo que me propongo—yo solo hago silencio.
—Mejor vámonos, tengo ganas de ver a mi hija—le digo y me levanto de silla ejecutiva y camino hasta la puerta.
—Y yo ganas de ver mi sobrina postiza—dice Miroku y yo río.
—Estás loco—camino hasta el puesto de Ayame—Ayame, ya me voy—aviso y cuando me dispongo a marcharme su voz me detiene.
—¿Puedo ir contigo?—pregunta coqueta como siempre.
—No, iré con mi amigo y necesitamos ponernos al día—no espero respuesta y camino al elevador.
Kagome
—Por fin terminamos—me dice Sango sonriendo débilmente.
—Sí, es verdad—le respondo.
—Kagome—la miro—¿crees que me pueda dar un baño?, me siento asquerosamente sudada—yo me río y le muestro el baño que uso.
—Este baño es el que uso para bañarme siempre—ella me sonríe.
—Y tú, ¿dónde te bañaras?—pregunta.
—Descuida, me baño después de ti—ella asiente no muy convencida.
—Te adoro—y sin esperar respuesta se adentra al baño, yo solo niego con la cabeza y camino hasta la habitación de Yui. La veo embarrada de pintura (que no sé de donde sacó) dibujado.
—Señorita—llamo con voz autoritaria y ella salta de su lugar.
—Kagome—dice dulce y me mira como si hizo una gran travesura.
—Vamos a bañarte—le digo y ella asiente.
—Me bañaré solo si tú te bañas conmigo—yo sonrío.
—¿Eso es lo que quieres?—pregunto mientras recojo el desastre que hizo.
—Si—canturrea.
—Muy bien, vamos a darnos ese preciado baño, yo lo necesito con urgencia—Yui ríe dulcemente y me acompaña a su baño.
Nos despojamos de nuestras ropas y entramos a la ducha, abro el grifo y el agua empieza a caer por nuestros cuerpos. Yui hecha un grito por la emoción y yo solo sonrío por verla a ella feliz, la enjabono y estar en esta situación con Yui me hizo ver ¿cómo me sentiría al tener un bebé? Debe de ser una de las etapas más hermosas, terminamos de bañarnos y salimos con las toallas puestas.
Inuyasha
Cuando llegamos a la casa la vemos muy tranquila, salimos del auto y entramos.
—Buenas noches señor Taisho—saluda Sara y su mirada antes puesta en mí ahora observa a mi mejor amigo—buenas noches señor—no hay que ser adivino para saber que Sara tuvo un romance con mi mejor amigo.
—Hola sarita—Miroku sonríe sensualmente.
—Oye Sara ¿no has visto a Kagome?—la chica que vi esta mañana detiene su paso al vernos a Miroku y a mí.
—La última vez que la vi estaba con la niña Yui en su habitación—responde Sara, pero la chica tiene su vista puesta en Miroku.
—Hola hermosa dama, mi nombre es Miroku, mejor amigo de Inuyasha—se presenta Miroku.
—Hola, Soy sango, mejor amiga de Kagome—sonríe tímida.
—Bueno, yo iré ver a mi hija—aviso y camino hacia la habitación de Yui.
Kagome
—Yui vamos, déjame cambiarte—hace rato que salimos de tomar nuestro baño, solo tengo puesto mi ropa interior de color n***o ya que Yui no se quiere poner su piyama.
—Pero no quiero dormir—hace un puchero hermoso.
—Pero cámbiate—ella me mira y accede.
—Está bien—la cambio y luego veo que no encuentro mi ropa.
—Yui busca mi ropa—ella sonríe tímida y desaparece para buscar mi ropa, en ese momento la puerta de la habitación se abre y no me da tiempo a ponerme la toalla o cubrirme con algo, Inuyasha entra y me ve semidesnuda y yo, pues yo me quiero morir.