Kagome Sango no ha parado de mirarme con cara de maníaca a punto cometer un homicidio. Su mirada de veras me está dando mucho miedo, hace un momento me informó que se quedará en mi casa a dormir, sin consultármelo. Es que eso es tener una mejor amiga, que llegue a tu casa como si fuera la suya. Seguimos caminado en silencio hasta que me decido a romperlo, odio el silencio, si algún día hicieran un concurso sobre quien dure más tiempo en silencio, perdería como a los cinco minutos, pero en mi defensa el silencio es muy intratable. —¿Qué paso con Miroku?—pregunto mirándola. —No pasó nada, solo que es un idiota—la miro y sonrío. —No me digas que no pasa nada cuando solo querías arrancarle la cabeza, luego cortarla en pedacitos, siguiendo por licúala y hacer una batida para tiburones—term