Cristina estaba muy triste, otra vez el destino le había hecho una mala jugada, y por ello su novio se fue a estudiar a L.A., pero en cuanto la llamó para saber cómo estaba:
—¡Amor! —exclamó Taylor.
—¡Hola, amor! —saludó Cristina con la misma emoción.
—¿Cómo estás? —indagó el chico.
—Pensando en ti, ¿y tú?
—Igual que tú.
—¡Te extraño mucho!, me haces falta —confesó ella con gran pena.
—Yo igual, te marcaba para decirte que diario te voy a hablar para escuchar tu voz, porque si no la escucho me voy a sentir triste.
—Taylor me hiciste llorar, pero yo estoy igual que tú —dijo sollozando.
—Bueno, tengo que colgar, ¡te amo mucho!, y besos para la dueña de mi vida que se robó mi corazón.
—¡Te amo mucho!, besos, y suerte en la prepa.
—¡Adiós! —, se despidió Taylor.
—¡Adiós! —contestó Cristina y colgaron.
Cris y Tay se hablaban por celular todos los días.
Cris tomó su celular y se fue al patio para poder hablar con los chicos acerca de la idea que tenía con la patineta, así que decidió hacer un grupo de w******p para poder mandar audios.
—¡Hey, chicos!, ocupo su ayuda, pueden hacerlo —solicitó.
—Cris, solo dinos que es lo que necesitas y nosotros te ayudamos con mucho gusto —respondió uno de sus amigos en nombre de todos.
—¿Se acuerdan de lo que hicieron con las cámaras en el lago al que me llevo Tay?
—Claro que sí, ¿quieres algo así con la patineta?
—Sí, los veo al rato en el parque de siempre con las chicas.
—Ok, Cris, allá las esperamos nosotros.
Una vez Cris terminó, llamó a las chicas para decirles que fueran al parque junto con ella y avisarles a sus papás dónde iba a estar.
—Mamá, voy a ir al parque con mis amigos a patinar.
—Ni creas que vas a ir tú sola, princesa, vamos a ir contigo, tu mamá y yo —alegó su padre.
—Ok papá, como tú digas, así no me regreso yo sola, aunque puede que me acompañasen los chicos, si me iba yo sola.
Se subieron al carro con todas las cosas de Cris que tenía para patinar. Ya que llegaron, bajaron todo y vieron que todos estaban esperándolos, notaron que ya estaban las cámaras y supieron que Cris iba a hacer sus trucos para hacer un vídeo con su patineta.
—Chicos, cuando les dé la señal, empiezan a grabar, así que nadie haga ningún ruido —pidió Cris.
—Ok, Cris. Será genial este vídeo.
Cris se fue a donde tenía que comenzar y les dio la señal de que encendieran las cámaras, estuvo haciendo trucos nuevos con la patineta, dejo para el final un truco algo peligroso. Pero a ella no le importó hacerlo, aunque estuvieran todos viéndola, lo hizo a la perfección. No se dio cuenta de que su papá estaba a punto de correr, no fue así porque se habían quedado sorprendidos por el truco que hizo Cris y que no le hubiese pasado nada.
Los padres nunca se imaginaron que su hija iba a hacer un truco nuevo, igual de peligroso como el primero. Al ver que Cris, ella tenía más fuerza, los chicos apagaron todas las cámaras y la cargaron, las amigas estaban superemocionadas y sus papás iguales.
—Cada día das más sorpresas, Cris.
—¿Hace cuánto tiempo que estás practicando ese truco?
—Llevo una semana practicando, desde la mañana hasta la madrugada, solo en los primeros tres días me caí, pero ya en los demás días me salió mejor. Por eso decidí que ya era momento de hacerlo en el parque, chicos —explicó Cristina—. Cuando lo tengan listo, me lo entregas para ponerle una canción al vídeo, lo voy a subir en f*******: y YouTube.
—Mañana por la tarde lo tendrás, Cris.
—¿Qué les parece si nos vamos a comer?, yo invito —propuso.
—¡Vámonos!, porque ya es la hora de cenar.
Todos se subieron al carro para irse, al llegar vieron que el lugar era muy bonito, se sentaron. Esperaron a que llegara la mesera para pedir las órdenes que había en el menú, ya que ordenaron todo, esperaron a que lo trajeran y se pusieron a hablar de cómo iba a racionar Tay con el vídeo.
Cuando vieron que ya traían su cena, se fueron a lavar las manos todos. Cenaron entre muchas risas y conversaciones agradables, al terminar, pagaron la cuenta. Cris se despidió de sus amigos, ya que iban a acompañar a las demás a sus casas y se subió al carro de su papá. Al llegar a casa, Cris iba a retirarse a su habitación, pero su papá se lo impidió alegando que debían hablar.
Ella ya se imaginaba que le iba a reprender por el truco en la patineta. Su mamá se fue a la cocina a preparar la comida para la semana, así que Cris y su papá se encerraron en la sala.
—Cris, ¿cómo es posible que no nos diéramos cuenta de que practicabas todos los días?
—¡Ay, papá!, nunca se dieron cuenta por qué yo me escapaba de la casa, me levantaba muy temprano y me iba al bosque donde Tay me pidió que fuera su novia. Ahí era donde practicaba a diario, ustedes no lo supieron porque puse las almohadas para que pareciera que estaba dormida. Desde hace mucho lo quería practicar y Tay me dijo que él me iba a ayudar, pero ya ves que se fue. Por eso yo le quiero dar la sorpresa de que lo pude lograr, y tú bien sabes que cuando me propongo algo, lo consigo. Mis amigas sabían de esto porque entrenaba duro, como era de tener más equilibrio y fuerza en todo cuerpo, practicaba box, ya ves que tú me enseñaste para que me defendiera si era un caso de fuerza mayor.
Su papá estaba sorprendido, nunca se imaginó que su princesita, su niña, ya estaba madurando y muy rápido, debido a lo que estaba pasando en ese momento. No dijo nada, solo abrazó a su hija y ella se soltó en llanto, pero no se habían dado cuenta de que su mamá no se había ido a la cocina, así que ella también había escuchado toda la conversación, por ello se unió al abrazo.
Cuando pudieron desahogarse y calmarse un poco, fueron a lavarse la cara para acostarse por fin. Sin embargo, no fue así.
—Amor, ¿me puedes encargar una pizza para mí?
—Sí, cielo.
—¿Papá, me puedes llevar a un lugar donde venden nieves? En el congelador ya no hay.
—Sí, hija, yo te llevo —consintió el padre a su querida hijita.
Cris se subió al carro de su papá y los dos iban conversando.
—¡Ay, papá! Le ibas a decir algo y con las hormonas que tiene mi mamá, que están al mil por hora, por eso se me ocurrió ir a comprar nieve de todos los sabores —reprochó Cristina.
—Estuve a punto, hija, lo bueno que hablaste rápido.
Al llegar a su destino, Cris tomó uno de cada sabor de un litro, pagaron todo y volvieron al carro para irse a casa. Cris separó los suyos, pues le gustaba de chocolate, vainilla y napolitano, eran seis litros de nieve de Cris y los demás para su mamá.
Su papá sabía que ella tenía en su cuarto un lugar donde guardaba todo lo que quería, él incluso le conseguí hielo y le ayudaba para que no se le dañaran. Al llegar a casa, Cris ingresó primero.
—Mamá, papá te trajo un regalo.
—¿Dónde está tu papá? —preguntó la madre.
—Afuera, en la cochera.
—Ok, gracias, hija.
Yo no quería que se diera cuenta de que mi padre hacía trampa y antes de que llegara a la casa compramos una caja de chocolates y pastel. Ya que guarde todo en mi cuarto, decidí guardar la nieve en el congelador. Después de guardarlo todo, mi mamá se fue a la cocina y abrió el congelador, vio que había traído nieve y decidió sacar un litro de sabor napolitano, pero antes de que subiera, le gritó a mi papá para que la acompañara a su cuarto. Me despedí de mi papá y me fui a dormir, pero antes me iba a comer mi postre.
Ya que me encierro en mi cuarto, agarró un vaso que era especial para las nieves y me sirvo yo sola, al terminar escondió todo y me fui dormir así, con la cara llena de nieve.