Narra Alejandro: El primer día que fui a la escuela tenía cinco años y aunque muchos niños suelen olvidar gran parte de sus experiencias a esa edad, sobre todo las negativas, la mía la llevo grabada en la mente como si hubiera sido ayer: en mi lonchera, llevaba una botella de jugo de naranja que mi niñera me había preparado, la que no pude abrir hasta que casi llegó el fin de la clase y por no pedirle ayuda a la maestra, dado que tenía vergüenza, tuve un pequeño percance que hizo que el jugo se derramara todo sobre mis pantalones. La burla de los otros niños no tardó en llegar y me sentí tan mal, tan tonto, que todavía hoy recuerdo los comentarios despectivos, donde me decían que me había hecho pis encima. Yo sabía que no era así, pero eso no evitó que me pusiera a llorar. Solo cuando mi