CAPÍTULO CINCO Después de la tensión de la reunión, Avery estaba contenta de encontrarse a sí misma de vuelta al volante de su auto con Ramírez en el asiento del pasajero. Había un silencio un poco extraño entre ellos que la ponía nerviosa. ¿Realmente había sido tan ingenua en pensar que acostarse no alteraría su relación de trabajo? “¿Fue un error?”. Estaba empezando a sentir que sí. El hecho de que el sexo había sido alucinante lo hacía difícil de aceptar. “¿Podemos hablar de anoche, ya que tenemos un poco de tiempo?”, preguntó Ramírez. “Sí”, dijo Avery. “¿De qué quieres hablar?”. “Bueno, a riesgo de sonar como un hombre estereotípico, me preguntaba si era una sola ocurrencia, o si lo haremos de nuevo”. “No lo sé”, dijo Avery. “¿Ya estás arrepentida?”, preguntó. “No”, dijo. “Nad