13 Carmen volvió a secarse la mano en los muslos con un gesto nervioso. Era una mujer a la que le gustaba tener los pies en el suelo; si le daban una moto, superaría a todo el mundo sin problemas. Pero no era como su hermana mayor, a quien le apasionaban las ideas de ascender por el cielo o incluso ir al espacio exterior. No, a ella le gustaban los sitios donde el suelo estaba cerca y se podía respirar el aire que la rodeaba. Se obligó a esbozar una sonrisa temblorosa para demostrarle a Creon que estaba bien. Este debía de saber que estaba fingiendo, porque entrelazó con cuidado los dedos con los de ella, que mantenía cerrados con fuerza en un puño, y le frotó el dorso de la mano con el pulgar mientras seguía hablando con varios de los hombres que los acompañaban en el transbordador. Car