Dante Sosteniendo la mano de Naty, nos presentamos frente al fiscal de distrito, un juez, un senador y el concejal de Los Ángeles, pero no lo conoceré en su territorio sino en el mío. En un club privado dónde conozco al dueño, Naty con un vestido n***o pegado que le llega a media pierna, mostrando los tatuajes de sus piernas, yo con una camisa negra y unos jeans azules. Inhalo una línea de cocaína, mientras que Naty se mete un par de pastillas, mientras el fiscal se fuma un porro y tiene a cada lado una de las chicas de Tania. — Conoces lo que nos gusta – dijo el fiscal. — Mi esposo solo trata bien a sus amigos – dice Naty. – Saben lo que queremos, saben quienes somos, o en especial él. — ¿Tu esposa habla por ti? — Ella es quien manda – sonrió. – Y mi trabajo lo hace – suspira. –