—¿El rey pidió algo? —preguntó Selene, completamente confundida, pues apenas en la noche había decidido ir a la boutique y no comprendía lo que pasaba. —Así es, Mi Lady. Muy temprano en la mañana, el rey envió a uno de los sirvientes con sus requerimientos —le explicó el hombre y Selene solo pudo asentir —. Por acá —dijo y les señaló a las dos mujeres el camino al interior. Selene estaba sorprendida, jamás imaginó que, en un pueblo pequeño fuera a encontrar un lugar como ese, de hecho, podía arriesgarse a pensar en que ese era el negocio más grande e influyente del pueblo y eso le agradó, pues lo que se veía exhibido era más que llamativo y hermoso. —Mi Lady, ¿desea ver algo en especial? —preguntó el hombre y ella lo miró expectante. —Creí que me mostraría lo que solicitó el rey —a
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