Había llegado a diez minutos antes de la cinco de la mañana delante de aquella floristería. A las cinco aquella rubia de ojos grises de mirada dulce. Aquella mujer parecía de familia sencilla y de personalidad compresiva, tal ves por esto ella era florista. Decían que las flores podían sentir la malicia de las personas y aquel lugar estaba donde ella trabajaba tenia las flores mas vivases que había visto en mucho tiempo. Ella se acercó a mi dándome una muy tierna sonrisa. -Llegaste temprano. -Espero que no te molestara. -En realidad no me molesta, aunque espero que no hayas esperado mucho tiempo. -No espere mucho, tranquila. -¿Has desayunado? -En realidad no. -Entonces te llevare a comer. Aquella mujer caminaba para la parte trasera de su negocio para sacar la van de la floristería