Conteniendo la respiración asentí. Dio media vuelta y se fue, miré a Cleo y sonreí. Seguido fui tras de él, mis piernas temblaban y mis manos estaban completamente heladas, j***r, que temblor el que se había apoderado de mi.
Cuando llegamos a la oficina había pocos maestros, entre ellos estaba su esposa, la cual me miró de forma normal y segundos después continuó en lo que se encontraba.
—Míreme a mí—, dijo Adiel con voz suave —No mire a los demás licenciados.
Succioné gruesa saliva y lentamente dirigí la mirada a él, conectar mi mirada con la suya fue un impacto al corazón. Este último se disparó como bombos y platillos, creo que incluso mi rostro se encendió porque una calentura recorrió mi cuerpo. Los ojos negros de Adiel no se despegaban de los míos, carajo que su mirada era intensa y asechadora.
De pronto me vi obligada a bajar la mirada, porque su esposa se acercó y le dio un beso, cuando eso sucedió sentí un nudo en mi estómago y una inmensas ganas de llorar. Mordí mi labio e hice presión en mis manos.
—Te espero en el comedor amor—, dijo ella y se fue.
No pude alzar la mirada, porque mis ojos estaban iluminados. j***r que esto me estaba quemando.
—Señorita Bruce, quisiera saber, ¿qué es lo que sucede con usted? Es una excelente alumna con los demás profesores pero conmigo no. Si usted piensa que porque soy el amigo de su hermano le regalaré las notas, está equivocada.
Lo que dijo me hizo enfurecer, era tan estúpido por pensar eso de mi, ¿cuando me había visto pedirle a él o los licenciados que me regalaran notas? Jamás me había pasado por la cabeza pedirle una nota. Nunca me había rebajado a eso, y jamás lo haría.
—¿Quién piensa que soy? ¿Una alumna que acostumbra a pasar de año arrastrándose? ¡Que equivocado está profesor Adiel!—, dije alzando la mirada y clavando mis ojos iluminados, en los de él. Seguido me levanté furiosa y me propuse a salir. No obstante, su mano sostuvo la mía, y juro que en ese momento sentí que iba a desmayarme.
—No he terminado. ¿Quién le dijo que podía irse? —. Con mucho enojo me solté de su agarre. Miré a todas partes y no había ningún profesor, todos habían salido. Con mi corazón latente me volteé a verlo y vociferé.
—¿Qué más va a decirme?— Me crucé de brazos y le miré fijamente —¿Va a continuar humillándome y diciendo de cosas que jamás se me ha cruzado por la cabeza hacer?
—¡Disculpé si la ofendí!, pero creí que…
—Usted puede creer lo que quiera, profesor Adiel, pero no vuelva a decir esas cosas de mi. Porque no me conoce en lo absoluto.
Sonrió de medio lado lo que me hizo soltar un suspiro.
—Claro que te conozco muy bien. Recuerda que te conozco desde hace cuatro años.
Había dejado de tratarme de usted y ahora me trataba de tú, tal cuál lo hizo el fin de semana. Sus ojos no se despegaban de los míos, me sentí incómoda con su mirada intensa, por lo que la bajé a sus labios y le vi sonreír. La volví alzar y volví a evadirla porque no podía mantener mi mirada, me era súper difícil, en realidad no sé cómo el la mantenía, quizás era porque no sentía lo que yo sentía.
—Crys, no debes molestarte por lo que te digo, al contrario debes mejorar. Mira que por una materia puedes perder el año… No se si soy yo él que está fallando, pero si es así quiero que me lo digas, así puedo buscar otra forma de ayudarte.
Si supiera que la única forma en que puede ayudarme es dándome besos y llevándome a las nubes con sus caricias seguro se negaría. Le vi recostar su trasero sobre el escritorio, se cruzó de brazos y continuó mirándome.
—Trataré de mejorar—, dije con la mirada fija en la pared.
—Si tienes alguna duda no dudes en preguntarme, sea en el instituto o en casa, siempre estaré dispuesto ayudarte.
Suspiré y asentí.
—¿Es todo?— pregunté alzando la mirada. De su mano extendió un papel.
—Escríbeme cuando quieras, recuerda que soy… el mismo de siempre, aquel amigo con el que te llevabas bien cuando eras una niña.
Con la mano temblando tomé el papelito y alcé la mirada. Con dificultad tragué saliva y rápidamente guardé el papel con su número de teléfono. Aunque ya lo tenía agregado pero eso él no lo sabía. Luego salí a toda prisa como si un ladrón me siguiera, una vez que estuve lejos solté el aire que había retenido.
—Crys, ¿Todo bien? ¿Qué te dijo el vegete de Adiel?
—No le digas así, no es viejo, apenas tiene 26…
—De todos modos, es viejo para ti, es un vegete y punto. Y es mejor que te vayas olvidando de él, Porque escuché a las simplona de su esposa decir que están pensando en tener hijos.
—Son parejas ¿No? Pueden tener los hijos que quieran, eso no puede impedir que siga soñando con Adiel. Tampoco es que lo quiero para mí, solo permitirme soñarlo y ya.
—Definitivamente estás loca, mejor búscate un novio y que te saque esa calentura— Replicó Cleo y solté una carcajada.
—Quiero hacerlo con Adiel, solo con él—, dije al lavarme las manos.
Salimos del baño y nos dirigimos al comedor, aunque Cleo ya había comido su lonche, pero me fue acompañar.
Carol no se acercó a nosotras porque había pasado todo el día con el idiota de mi primo, pero mejor así, cuando estaba con nosotras solo pasaba hablando del tarado de Diego y eso me molestaba.
En el comedor encontré a la esposa del profesor Adiel, pero a él no lo vi, se suponía que debía llegar, ya que ella le dijo que lo esperaba en el comedor, no obstante, en todo el resto del recreo Adiel no llegó. Cuando la sirena sonó caminamos hasta el baño, hicimos nuestras necesidades y luego me dirigí al salón, antes de ingresar sonó la campana y cuando abrí la puerta, Adiel estaba sentado en el escritorio.
No entendía que pasaba. ¿Por qué estaba en nuestro paralelo? Creo que al igual que yo, todos nos quedamos sorprendidos. Nuevamente el temblor se apoderó de mí cuerpo, las manos se helaron al igual que mis pies. Una vez que todos nos sentamos se levantó y sacó una enorme regla.
—Se que todos se preguntarán qué hago aquí, pero como saben, esta hora corresponde a Dibujo técnico, y el licenciado encargado tuvo un pequeño inconveniente y no pudo venir, por ello me encargó sus horas y así qué, yo les daré esta materia en el transcurso de esta semana.
Para mí fue la mejor noticia que había escuchado, más horas con Adiel, j***r, esto era súper que híper genial. Aunque solo fuera por una semana, pero eran diez horas más que se agregaban, ya que la rama contaba con Diez horas a la semana, lo que significaba que tendría clases con Adiel todos los días y más adicional las cinco de matemáticas. Quince horas a la semana con mi profesor Adiel, esto era la gloria.
—Saquen sus hojas, escuadras, borrador, lápiz, sacapuntas que empezaremos a trabajar.
Adiel formó una línea vertical y otra lateral. Esperó que todos hiciéramos lo mismo y así siguió hasta que formó el ejercicio. Si con la matemática era estricto, con esta materia era peor, no dejó pasar ni un milímetro, nos enviaba a sacar punta al lápiz a cada rato para que la raya quedara perfecta.
Cuando la hora terminó, se despidió y salió. A diferencia de su hora de matemáticas, en esta hora estuve concentrada y ahí me di cuenta que si podía concentrarme en su materia, sería genial recibir las felicitaciones de Adiel al igual que de los demás licenciados. Dispuesta a poner todo de mi en las siguientes horas de matemática salí del salón y subí al recorrido.
Llegué a casa y me lancé a la cama, escribí en mi diario y tomé el móvil, revisé los estados del w******p de Adiel y suspiré. Tenía dos estados de frases muy hermosas como.
• «Nadie nos pertenece, por eso se debe disfrutar cuando se puede, y aprender a dejar ir cuando se debe»...
• «Fuimos eso que no se cuenta, ni se admite, pero nunca se olvida»...
Vaya que estaba como muy melancólico. Esas frases reflejaban la depresión por la que estaba pasando.
Abrí en su contacto y empecé a escribirle. Si, iba a escribirle por primera vez, cuando envié el mensaje se entregó y las rayitas se pusieron de una vez en azul, era como si él estuviera en el chat de mi contacto.
Me lancé a la cama y tapé mi rostro a espera de su mensaje, el cuál no llegó, Adiel me dejó en visto y me sentí terrible.
Mientras las lágrimas rodaban por mis sentidos me quedé dormida, me dolía toda esta mierda, hay veces sentía ganas de arrancarme el corazón. He de ver dormido unas dos horas y desperté con el toque en la puerta, me levanté abrir y era mi madre.
—No has almorzado.
—Me quedé dormida ma.
—Baja a comer bebé.
Dijo y se fue. Cerré la puerta y bajé al comedor, con lentitud comí mientras veía la televisión. Agarré el control y subí el volumen, la noticia que estaban pasando era muy interesante.
—¿Por qué subes tanto el volumen a la televisión? ¿Acaso estás sorda?
—Ma… escucha, si logro obtener las mejores notas de todo el instituto podría irme a estudiar al país del norte.
—Ese país no es mejor que el nuestro.
—Pero es mi sueño conocer Yucán norte… oye Ma… ¿si logro ganar la beca me dejas ir?
—Tendríamos que hablarlo con los demás.
Me levanté y la llené de besos —Aun no he dicho que si.
—Pero se que los demás dirán que si, porque papá siempre ha querido lo mejor para nosotros, y Yucán norte es lo mejor que me podría pasar.