Estaba muy pensativa, y algo avergonzada después de recordar lo que había hecho por la emoción.
Aproximadamente unos diez minutos, Megan estaba frente a la empresa de Abbel.
Respira profundo antes de entrar, está dispuesta a enfrentarse con sus propios temores.
Decide finalmente entrar, mientras camina todo el personal no puede evitar mirarla. Todos saben quién es ella.
—¿Señora cómo podemos ayudarle hoy?— Se acerca una empleada con amabilidad.
—¡Gracias! Quiero ir a la oficina de mi esposo— Responde apenada.
—¡Sígame por favor!.
Megan y la empleada toman el ascensor, pocos segundos después, la deja frente a la puerta de la oficina de Abbel y se marcha.
Deliberadamente, Megan entra a la oficina, pero se lleva una sorpresa que no esperaba, en ese momento se quedó frisada.
Era como
