Tiempo..

1024 Words
Un año después. Megan Foster es una joven de apenas veinticuatro años de edad. Recientemente se ha mudado a la ciudad con su hermana y su hijo pequeño. Las cosas no han ido nada bien. Hace un año atrás estaba en la ciudad por trabajo pero no tuvo suerte, sin embargo ha regresado. Sabe que en esta ciudad podría estar el trabajo de sus sueños. Hoy es jueves, Megan tiene una entrevista de trabajo Para una institución bancaria. Se está preparando para estar a la altura. —¡Estás muy bonita!— Dijo Alicia al entrar a la habitación. —¡Gracias hermana! Deséame suerte por favor, si consigo este trabajo, podré operar a mi hijo. —Seguro que te irá bien. Yo cuido de mi sobrino, así que, ve por favor con tranquilidad. Después de aquella breve conversación, Megan toda un taxi que la lleva hasta la institución bancaria. Al bajar del taxi, mira su reloj y se percata que tiene un retraso de cinco minutos. Se apresura a tomar el ascensor y a dirigirse a la oficina de su entrevista. Cuando llega frente a la puerta, ante se erizar, trata de respirar y calmarse, no quería generar una mala impresión. —¡Buenos días!— Dice Megan con una sonrisa que oculta su falta de quietud. —Buenos días señorita Fox, ¿Sabía que llega muy tarde?— Le pregunta el jefe. —Disculpe señor, el tráfico estuvo pesado. —No contrato a personas que llegan tarde a la entrevista, estoy seguro que sería una pérdida de tiempo hacerlo— Le enfatiza. —Señor un contra tiempo lo puede tener cualquier persona, incluso usted— No duda en hacerle ver. El jefe se levanta de su asiento, canina hasta Megan mientras no deja de mirarla de arriba hacia abajo. —Eres muy bonita, seguro te contrataría por eso. —Señor guarde su distancia conmigo, necesito el trabajo pero no permitiré que me hable de esa forma— Dijo con el fin de darse a respetar. El jefe de empieza a reír a carcajadas. Era como si supiera que tenía todo bajo control. —Te doy el trabajo, pero solo si me das una noche… — Le propuso. De repente, Megan se siente desnudada, su mano reposa en la mejilla del jefe. Ahora frente a Megan había un jefe enfurecido, capaz de lo que sea por el golpe que le había dado en su mejilla. —¿Qué te pasa? Soy el dueño de esta empresa y aquí se hace lo que yo digo— Decía mientras la sostenía por los hombros con fuerzas. Mega intenta escaparse de sus garras, pero solo logra caer al sofá. En ese momento, el jefe se le tira encima e intenta besarla. Abre un poco sus piernas pero Megan se defiende con sus fuerzas. El jefe quería tomarla a la fuerza, pero para defenderse, Megan toma la lámpara que había cerca del sofá y se la pega en la cabeza. El jefe rápidamente cae al suelo, y sangre empieza a salir de su cabeza. Megan tenía los nervios de punta, ahora estaba en un gran problema. —¡Ay Dios mío! ¿Estará muerto?— Se preguntaba aterrada. Sin que Megan lo esperara, el jefe se levanta del piso, pibe su mano sobre su cabeza como para detener la sangre. —Está me la vas a pagar, te juro que no conseguirás trabajo en ningún lado, vas a morir de hambre, tu nombre y tu rostro jamás lo olvidaré. Ahora lárgate— Le decía con una mirada asesina. Megan sale corriendo de la oficina, no podía creer que ese hombre haya estado a punto de abusar de ella. Mientras va caminado por la calle, empieza a llover de poco a fuerte. Megan en vez de refugiarse, continuó caminando sobre la lluvia, se sentía humillada, no era capaz de detener sus piernas. Alrededor de una hora después, Megan llega hasta la puerta de su casa rentada. No desea entrar para no tener que dar explicaciones. Se queda recostada de un árbol un largo rato mientras aún giras de aguas caían sobre ella. De repente, un paraguas detuvo el agua en su rostro, levanta la mirada lentamente y ve que es un señor mayor. —¿Qué usted quiere de mi?— Le pregunta asustada, hacía poco rato había tenido una mala experiencia. —¡Tranquila! Soy tu vecino, te he visto unas pocas veces— Le dice para calmarla. —Yo no lo había visto, siempre salgo directo a lo que voy— Le dice guardando la calma. —Parece que has tenido un mal día. —¿Uno solo?. Me he gastado todos mis ahorros para venir a esta ciudad y resulta que no encuentro trabajo, lo peor fue hoy, un hombre quiso abusar de mi en plena entrevista, que nunca fue entrevista— Le confiesa abrumada. —¡Tranquila! Todo estará bien. Ahora entra a tu casa— Le aconsejó. Megan toma el consejo de su vecino desconocido aún para ella. Entra a la casa, sube a su habitación, quita su ropa mojada y se da una ducha para sentirse limpia, aún sentía las manos de ese desarmado sobre sus hombros. Unos veinte minutos después. Megan va hasta la habitación de su hijo, lo ve dormir plácidamente, acaricia su mejilla rosada, no puede evitar amarlo cada vez que lo ve. —Por ti soy capaz de todo, llegaste para darme razones de existir. Ahora estás enfermo pero pronto no lo estarás, Mami conseguirá trabajo— Decía con lágrimas en sus ojos u un nudo en la garganta que no la dejaba casi pronunciar bien las palabras. Al día siguiente. Megan prepara el desayuno, se sienta sola en la mesa a desayunar porque es muy temprano y aún su hijo y hermana duermen. Al menos era lo que pensaba… —¿Qué haces aquí? ¿No irás al trabajo?— Le pregunta Alicia confundida. —¡No, no lo conseguí! Pero ya me voy, tengo algunas entrevistas hoy— Se limita a responder. Unos cinco minutos después, Megan se retira de su casa para seguir buscando trabajo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD