Cuando tienes un amigo que comienza a volverse famoso, quedas atrapado en esa red. A veces llegas a sentir su gloria como tuya —yo creía que era porque Mateo era mi mejor amigo y me alegraba que él estuviera bien y por un tiempo fue así—. Sin embargo, cuando ya todas las personas que te conocen y conocen a tu amigo, saben que eres un medio para acercarse a él, esto empieza a volverse una piedra en tu zapato. En un principio, esto apenas me sucedía cuando viajaba al lado de Mateo o alguien que estuviera metido en el tema del mundo de la literatura —Mateo ya había lanzado sus dos primeros libros—. A veces me reconocían por los videos en los que aparecía en el canal de Mateo —ya había alcanzado dos millones de suscriptores—. Esto lo podía soportar, además, en Santa Marta, para esos años, me