El momento es de tensión, la mirada de Eva está fija en Zaideth y después pasa hasta a mí. Decidió acercarse a nosotros, porque quiere impedir que discutamos. —Zaideth, por favor, arreglen las cosas —pide, con tono suave. —¿Por qué lo dejaste entrar? —pregunta, su cara es bastante seria, rayando en la furia. —Porque sé que ustedes deben hablar —la mirada de Eva es de reprensión hacia su hermana. Zaideth se levanta del sillón y me barre con la mirada. Me sorprende ver que, ahora que está de pie, su vientre es más visible y siento que mi corazón da un vuelco. —Yo no tengo nada que hablar contigo —me dice con voz seca—. Vete, por favor. —Zaideth, por favor —pido—. Hagamos esto por las buenas. —¿Y qué va a pasar por las malas? —se cruza de brazos. . . . . Años atrás: Debo